¿Quiénes le ‘meten’ la mano al presupuesto de la UT?

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Aparte del Rector, al menos 15 funcionarios tienen a cargo el manejo de los recursos de la Alma máter, lo cual ha sido motivo de cuestionamientos en medio de la crisis financiera que vive la Institución.

Las declaraciones entregadas por José Herman Muñoz durante un informe de gestión que se llevó a cabo a mediados de abril, generaron polémica y pusieron a la opinión pública a mirar para otro lado, mucho más allá del despacho del Rector.

Fue la primera vez, desde que se conoció la magnitud de la crisis financiera en el segundo semestre de 2015, que el Rector afirmó públicamente que no era el único responsable del déficit financiero.

Entonces se conoció, de manera muy general claro está, lo que muchos no sabían y era que al menos 15 personas más, entre funcionarios administrativos y académicos, disponen de los recursos de la Universidad.

El señalamiento puso en la lista de responsables a los tres Vicerrectores, otros dos directivos administrativos, el Director del Instituto de Educación a Distancia (Idead) y los nueve decanos que tiene la Alma máter más grande del Departamento.

Si bien EL NUEVO DÍA los consultó a todos, no fue posible indagar el papel que probablemente han desempeñado en la crisis pesos pesados en la nominación del gasto, como lo son los vicerrectores Académico y Administrativo.

Tampoco se pudo conocer, a pesar de varias llamadas, cómo se han manejado los recursos en otras dependencias que tienen a cargo una buena tajada del presupuesto de la Universidad, como la Oficina de Desarrollo Institucional (ODI) y la Oficina de Investigaciones.

En contraste, más de la mitad de los decanos pusieron la cara y en diálogo con EL NUEVO DÍA explicaron a partir de su gestión qué ha sucedido con los dineros de la Institución.

Se podría pensar que de gota en gota o de gasto en gasto el vaso al final se rebosó y se consolidó la crisis financiera; no obstante, casi todos los decanos coincidieron en decir que la crisis presupuestal no es un efecto de su gestión.

Según explicaron, la cantidad de recursos que les fue delegada “es mínima” frente al presupuesto global de la Universidad, cuya ejecución está a cargo de dependencias administrativas como la Rectoría o las Vicerrectorías.

También, afirmaron que aunque en 2015 les fue delegada la ordenación del gasto sobre los dineros generados por cada Facultad, esa potestad “existe solo en el papel”.

La controversia se genera justo en un momento en que la Administración seccional advierte que la Dirección de la Universidad, en cabeza del Rector, no ha adoptado todas las medidas en materia presupuestal que ordenó el Consejo Superior, la máxima instancia de la Institución.

El gobernador Óscar Barreto Quiroga le dijo a EL NUEVO DÍA que “la Universidad sigue en la cultura de gastar y gastar en cosas que no necesita” y cuestionó que existan al menos 15 nominadores de gasto. “En la UT por poco hasta el portero es ordenador del gasto”, señaló el Mandatario.

“No somos responsables”

El artículo 29 del Estatuto General de la UT señala que una de las funciones de los decanos es “administrar los recursos que corresponden a la Facultad de acuerdo con el presupuesto aprobado e impulsar la consecución de recursos adicionales”.

En efecto, Andrés Felipe Velásquez, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación, afirmó que si bien en 2015 les fue delegada la nominación del gasto, no hay recursos para ejecutar.

“En mayo de 2015 se nos otorgó la ordenación del gasto prácticamente en el papel, porque la otorgaron sin recursos, como un cheque sin fondos, y no la hemos podido hacer efectiva”, advirtió.

A cargo de la Facultad más grande de la Universidad, Velásquez dejó en claro que los recursos sobre los que pueden disponer los decanos son los generados por las mismas facultades mediante convenios o contratos.

Y añadió que debido a las decisiones adoptadas por la administración de la Universidad en medio de la crisis, ahora los recursos que ellos mismos generan no pueden ser invertidos en las facultades y sus “necesidades apremiantes”.

Incluso, el Directivo afirmó que desde 2012, cuando inició su decanatura, ha “habido superávit todos los años en la Facultad, entonces esta unidad no puede parecer como responsable y generadora de la crisis”, y destacó que en ninguno de los cuatro años la Facultad ha gastado más de su nivel de ingresos.

Entre tanto, Germán Calderón, decano de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes, dejó en claro que la ordenación del gasto en el caso de los decanos es puntual, específica y limitada.

Por su parte, Carlos Eduardo Montealegre, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, dijo que la ordenación del gasto se delegó “con fines de descentralización, descongestión, eficiencia administrativa”, pero que esto no conllevó a la crisis financiera.

“A nosotros nos dicen que somos responsables de la crisis por haber tenido una ordenación del gasto desbordada. Primero, ¿sobre qué recursos nos dieron la ordenación del gasto?”.

Y agregó: “Para 2015, todas las facultades tenían en su ordenación del gasto, según yo calculo, un máximo de seis mil millones de pesos, todas en conjunto”.

Según él, en 2015 el presupuesto total de la Universidad fue de $190 mil millones y lo asignado a las nueve facultades en conjunto apenas fueron seis mil millones de pesos, un tres por ciento del presupuesto global de la UT durante esa vigencia.

Y afirmó, al igual que Velásquez, que los recursos que podían ejecutar eran los generados por los posgrados, diplomados, convenios y contratos, es decir, los gestionados por cada Facultad.

En ese sentido, Calderón agregó que los otros dineros sobre los que pueden disponer los decanos son los referidos a la educación continuada y que provienen de cursos libres, diplomados y cursos especiales.

E informó que su Facultad en los dos últimos años ha ejecutado entre 120 y 130 millones de pesos como máximo en cada vigencia.

“Si usted hace la reflexión de cuánto equivalen $120 millones a más o menos $157 mil millones de pesos, que es el presupuesto de la Universidad, no representa más del 0.04 por ciento, (…) eso le permite a uno verificar dónde está la responsabilidad”, dijo Calderón.

En el mismo sentido de Velásquez, Calderón y Montealegre, Luis Alfredo Lozano, decano de la Facultad de Ingeniería Forestal, resaltó que “nunca tenemos injerencia en el presupuesto general de la Universidad” y explicó que el ordenamiento presupuestal de gran calado está en manos de la administración central de la Institución.

Esto fue validado por Juan Carlos Ferrero, decano de la facultad de Ciencias de la Salud, quien añadió que el Rector dijo la verdad cuando aseguró que existen 15 nominadores de gasto, pero que el total de recursos que manejan “es mínimo” y no alcanza para todas las necesidades de las unidades académicas.

“Nosotros no ordenamos sobre los ingresos propios de la Universidad, que son las matrículas, los derechos de grado; no ordenamos sobre las transferencias que nos hacen la Nación ni el Departamento, ni sobre los recursos de capital”, dijo.

Y agregó: “Estoy casi seguro de que los recursos que ordenamos no son responsables de la crisis, porque son nuevos, es decir, no es plata del presupuesto de la Universidad, sino que son dineros que nosotros buscamos y que de ellos, todo el gasto va para el mejoramiento de la misma unidad académica”, indicó.

No obstante, Jairo Mora, decano de la facultad de Medicina veterinaria y zootecnia, afirmó que la nominación del gasto debería estar a cargo de menos responsables, lo cual según dijo, “ayudaría al ordenamiento financiero de la Universidad”.

Ordenación del Gasto

Según el Estatuto General de la Universidad, los nueve decanos pueden disponer del manejo de recursos asignados a cada Facultad.

Sin embargo, solo pueden usar los dineros provenientes de la educación continuada y de los contratos o convenios que suscribe cada unidad con entidades que pueden ser de carácter público o privado. La fuente de los ingresos de la Universidad es distinta.

Unos son los dineros que corresponden a las transferencias que hace el Estado o el Gobierno departamental y que son recursos del erario. También están los ingresos que obedecen a rentas propias, que son aquellos que ingresan a la UT como parte de las matrículas de los pregrados y posgrados.

Hay otros dineros como los recursos de capital y los fondos especiales, pero estos no tienen el mismo peso que los referidos a las matrículas.

¿Quién está detrás de la crisis?

Gerardo Montoya, vicerrector de Desarrollo Humano, dijo que “la responsabilidad no se debe asumir desde un solo actor, sino desde las diferentes causas de ese problema”.

“Este asunto va más allá de las personas, porque esté el rector que esté, si no se asumen transformaciones de fondo en los mecanismos actuales de la universidad pública, van a persistir esos problemas”, afirmó.

El Directivo precisó que el presupuesto de la Universidad se redujo de 170 mil millones de pesos en 2015 a 108 mil millones en esta vigencia, diferencia de cerca del 60 por ciento, por lo que se ha tenido que ajustar los programas de bienestar universitario como, por ejemplo, el del Restaurante. 

Aunque no entregó cifras puntuales sobre su gestión al frente de la Vicerrectoría, a la que llegó en 2015, para él, detrás de la crisis está la “progresiva desfinanciación de la universidad pública”, en donde señaló como responsable al Gobierno nacional. 

También, “la irregularidad de la Gobernación del Tolima respecto a su responsabilidad en lo referido a la universidad pública, lo cual está definido por la vía de las normas”. 

Otro problema enumerado por Montoya es el referido a las normas del sistema educativo en el país, porque, según dijo, son “obsoletas y ya no se corresponden con las nuevas demandas del país ni de la educación”. Entre ellas está la ley 30 de 1994.

De la misma manera, el Directivo argumentó que se debe efectuar una reforma a la manera como son conformados los Consejos Superiores de las universidades.

“Tal como está hoy la estructura de los consejos superiores en las universidades públicas, las grandes decisiones finalmente terminan siendo tomadas por personas que son del medio externo y que en muchos casos no conocen suficientemente la dinámica de desarrollo de las instituciones”.

Con respecto a la posición de los decanos, muy pocos se refirieron a la gestión del rector Muñoz Ñungo y la mayoría prefirió no opinar.

Sin embargo, Juan Carlos Ferrero reconoció que los decanos tienen “que ser muy cuidadosos con el presupuesto, porque las partidas que nos dan la Nación y el Departamento son limitadas y nosotros no podemos estar creando programas y programas sin tener en cuenta ese ingreso.

“Ese es el problema que tenemos, que empezamos a abrir proyectos nuevos y no nos damos cuenta de que los recursos son limitados (…) ahí es donde nos hemos equivocado: quisimos hacer mucha calidad, pero para tener calidad hay que tener recursos”.

Y fue más allá: “Nos pasamos, gastamos más de lo que nos entró, pero no fueron los decanos los responsables, porque nosotros nos sometemos a una cantidad de instancias para que nos digan que sí o que no y cada vez que presentamos un proyecto, tiene que tener viabilidad técnica, viabilidad política y viabilidad financiera”.

Ferrero dijo, a su vez, que el aumento en el número de profesores de planta incidió de manera definitiva en la crisis presupuestal.

“Yo creo que uno de los factores que están ligados a la crisis es que fueron nombrados muchos profesores de planta, pensando en unos recursos, supuestos, y no llegaron todos esos dineros porque son recursos variables. Los únicos fijos son los de las matrículas y las transferencias de la Nación”, argumentó.

Según el Decano, sin unos ingresos fijos sino variables y probables, la idea de nombrar nuevos profesores de planta significaba una “ganancia impresionante” para las facultades en materia de calidad educativa, pero en términos financieros no era viable.

“(...) Y ahí sí es responsabilidad del señor Rector, pues él sabía los números y él tenía que controlar esa posibilidad porque siempre eran nombrados muchos profesores. En este periodo anterior (primera administración de Muñoz Ñungo), entraron muchos profesores”.  

Por su parte, el decano Jairo Mora reconoció que “la crisis actual de la Universidad es responsabilidad de todos, porque todos tenemos algo de responsabilidad.

“Los estamentos básicos, los estudiantes, los profesores y administrativos; Consejo Académico, Consejo Superior, Administración central, todos tenemos una parte de responsabilidad. A veces por omisión y en otras ocasiones por acciones directas”.

Aunque no señaló a alguna dependencia o algún funcionario como responsable de la crisis financiera, el decano Luis Alfredo Lozano reconoció que desde el punto de vista presupuestal, hizo falta algún tipo de alerta sobre el manejo de los presupuestos.

Estudio y préstamo

Todos los decanos consultados por EL NUEVO DÍA coincidieron en que se necesita un estudio con urgencia para modificar la estructura administrativa de la Universidad, con el propósito de ajustar, entre otras cosas, el tamaño de la nómina de la Institución. En su opinión, Velásquez dijo que si no se inyectan recursos, “va a ser muy complicado que la Universidad cumpla con sus ejes misionales (…); por ahora, mientras se mira a fondo la reestructuración, se necesita un préstamo”. 

En la misma línea, el decano Montealegre dijo que se requiere de un crédito con urgencia. “La Universidad no tiene ni en el corto ni en el mediano plazo la capacidad de generación de ingresos que permita aliviar su situación de iliquidez. 

El nivel de endeudamiento de la Institución en este momento está en cero y ese es un muy buen indicador, lo cual dice al sector financiero que un endeudamiento por una cifra determinada podría ser pagado sin ningún inconveniente, entre unos tres y cuatro años, pero se requiere que la Universidad ajuste sus gastos por debajo de sus ingresos para generar el ahorro que le permita pagar esos recursos”.

“La responsabilidad no se delega”

Según Germán Calderón, el único ordenador del gasto es el Rector, “porque la Universidad tiene un solo presupuesto y en consecuencia tiene un solo ordenador del gasto”. El Decano afirmó que el Rector puede delegar la ordenación del gasto en algunos servidores públicos de carácter directivo, pero explicó que estas personas no son ordenadoras porque no tienen la competencia.

“Quien delega una competencia, delega la competencia, pero no delega la responsabilidad”, argumentó, y explicó que a pesar de la delegación, el Rector continúa siendo responsable del manejo de los recursos y, por lo tanto, debe hacer seguimiento a la función que fue otorgada.“Porque si bien es cierto en la Universidad hay servidores públicos con funciones delegadas para la ordenación del gasto, eso no quiere decir que el ordenador se haya podido desentender de esa función que delegó”, aseguró, y se preguntó ¿por qué si él vio (Rector) que hubo un desbordamiento en el gasto, a tiempo no reasumió la función?

Manejos burocráticos y OPS

Todos los decanos consultados aseguraron que no tienen injerencia en el aumento de la planta administrativa de la Universidad y que esas decisiones se adoptan desde las instancias centrales de la Alma máter.

Sin embargo, todos los decanos, los tres vicerrectores, la Oficina de Investigaciones, la Oficina de Desarrollo Institucional y el Idead pueden contratar Órdenes de Prestación de Servicios (OPS) o suscribir Contratos de Prestación de Servicios (CPS). 

En efecto, el aumento de las OPS ha sido uno de los principales cuestionamientos al Rector, quien ha sido señalado de haber incrementado su número, lo que habría incidido en el aumento del déficit presupuestal de la Universidad. Pero ¿cuál es la responsabilidad  de los decanos en este asunto?Todos los entrevistados explicaron a EL NUEVO DÍA que los CPS y OPS se pagan en gran mayoría con los recursos que provienen de los mismos convenios y contratos que se suscriben con entidades independientes de la Institución. No obstante, hay otros que se sustentan en los fondos propios de la UT.

En opinión del decano de la facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Jairo Mora, no se puede señalar una responsabilidad del Rector o de los decanos en el incremento de las OPS y aseguró que una gran parte de la contratación de profesionales se sustenta en recursos externos.

“Es importante dejar algo claro a la gente, nosotros de los recursos de la Administración central no manejamos ni un solo peso, nosotros manejamos son dineros de los convenios que nosotros hacemos”, dijo, por su parte, el decano Velásquez.

En ese sentido, el decano Montealegre afirmó que los contratos que han necesitado recursos propios de la Universidad corresponden a dineros que las mismas facultades han generado. 

“Si usted mira el otro lado de la moneda, los contratos que utilizamos con recursos de la Universidad, en realidad son de la Institución, pero los hemos generado internamente nosotros”, afirmó.

Y agregó que esos trabajos no se pueden hacer con recursos de la Institución ni con funcionarios de la Universidad, porque no dan abasto y “porque son procesos que requieren de mucho tiempo y esfuerzo”.

El decano Juan Carlos Ferrero dijo que no considera que los decanos sean responsables de la crisis en su papel como solicitadores de recursos. “No creo, porque están dentro de los parámetros que hemos definido”. Y en el caso de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes, Germán Calderón aseguró que en 2015 no hubo un solo CPS suscrito con cargo al presupuesto de la Universidad, aunque sí se contó con tres funcionarios transitorios.

De otra parte, los decanos Lozano y Mora destacaron que el costo - beneficio que generan los convenios y contratos para la Universidad es muy alto.

“La relación costo -  beneficio para la Universidad es positivo, porque generan conocimiento, contacto con la realidad y, por lo tanto, apoyan la docencia, la investigación, la proyección social y si de esos proyectos quedan equipos (dispositivos), estos son de la Universidad”, dijo Lozano.

Mientras tanto, Mora explicó que las OPS dependen de la dinámica académica de la Universidad y que muchas son necesarias, “y hay que verlas como un éxito de la gestión de las Facultades. Si estas OPS son financiadas con recursos externos,  por ejemplo como de Colciencias u otros externos, eso es una muestra de que hay gestión”, dijo.

Pero hay otras funciones en materia de contratación que tienen los decanos. El rector Muñoz Ñungo había dicho durante la rendición de cuentas que es función de ellos designar a los directores de programa, directores de departamento y secretarios académicos.

Con respecto a este señalamiento, Montealegre dijo que los decanos no nombran a los funcionarios. En el caso de los Directores de Programa, los decanos le presentan las hojas de vida al Rector y este da el visto bueno o las descarta, dependiendo de si cumplen o no con los requisitos, detalló.

“Directores de Programa hay en esta Universidad desde que existo, nosotros no estamos creando el cargo de Director de Programa, los jefes de Departamento los nombran los departamentos que pertenecen a las facultades. ¿Quiénes los nombran?, los señores jefes de Departamento”, agregó Montealegre.

Y descartó que los decanos hayan creado nuevos cargos administrativos en la planta de la Universidad, por el contrario, aseguró que lo único que “se hace es cambiar o relevar funcionarios dependiendo de las circunstancias”.

Velásquez, entre tanto, recordó que los funcionarios de la Facultad ya estaban en la dependencia antes de su llegada como decano, y destacó que los directores de programa son necesarios para todas las facultades.

“Son quienes están al frente para atender a los estudiantes en todo lo que ellos necesitan, para gestionar la acreditación de alta calidad, para dinamizar los procesos curriculares en cada programa”, señaló el Decano.

Por su parte, Germán Calderón añadió: “Digan, miren, revisen, muéstrenme si esta unidad está y si se puede contar entre aquellas que dicen están burocratizadas y clientelizadas.

“Aquí hemos trabajado con la planta de personal que la Universidad nos ha asignado, a excepción de los tres supernumerarios que este año no fueron vinculados”, concluyó.

Directivos de la Universidad

José Herman Muñoz Ñungo, rector de la Universidad.
Es el principal nominador del gasto y es el delegador de esta competencia.

Henry Rengifo Sánchez, vicerrector Administrativo.
No entregó información acerca de su gestión ni del manejo que ha otorgado a la dependencia que tiene a cargo.

Una de las funciones de la Vicerrectoría es “direccionar las actividades administrativas y financieras de la universidad, de acuerdo con las directrices del Rector, que ordenan tanto el Consejo Superior como el Consejo Académico, en apoyo a los procesos misionales”.

Gerardo Montoya, vicerrector de Desarrollo Humano.
Es doctor en Educación, magíster en Desarrollo Educativo y Social y sociólogo de la Universidad Autónoma Latinoamericana. Fue director del Idead y desde agosto de 2015 es vicerrector.

La Vicerrectoría tiene a cargo el componente de Bienestar Universitario, la biblioteca, el Centro Cultural y la permanencia estudiantil.

Francisco Antonio Villa, vicerrector Académico.
Es un doctor en Ciencias - Biología de la Universidad Nacional de Colombia. De igual manera es magíster en Ciencias de la Universidad del Valle y biólogo marino.

“Es el ente rector de toda la estructura académica de la Universidad, desde aquí se direccionan todas las acciones académicas de la misma”.

Ángel Enrique Céspedes, director de la Oficina de Investigaciones.
Es doctor en Ciencias Básicas Biomédicas de la Universidad de Antioquia. Tiene una maestría en Salud y Producción Animal de la Universidad Nacional. Es médico veterinario y zootecnia egresado de la UT.

“Es la dependencia a través de la cual se ejecutan las actividades propias de administración y el fomento de la investigación, de acuerdo con las determinaciones del comité central y del Consejo Académico”.

Lisandro Bernal, jefe de Desarrollo Institucional. 
Fue director de Proyectos de la Cámara de Comercio de Ibagué. Hace menos de dos años quedó a cargo de la Oficina de Desarrollo Institucional (ODI). 
“Es una unidad asesora de la Rectoría, encargada de proyectar el uso de los recursos humanos, físicos y económicos de la Universidad del Tolima, mediante la elaboración de estudios técnicos, presupuesto, planes, programas y proyectos. La Oficina asesora a la Rectoría en la definición de políticas y estrategias que permitan el manejo racional de los recursos, de acuerdo con los planes establecidos”.

Pedro José Gallego, decano de la Facultad de Ciencias.
Tiene una maestría en Matemáticas de la Universidad del Valle. Es especialista en Matemáticas avanzadas de la Universidad Nacional y además es licenciado en Matemáticas y Física de la UT. Fue decano entre 1997 y 2003 de la Facultad de Ciencias. Desde hace 40 años está vinculado a la Universidad. 

Carlos Eduardo Montealegre, decano de la Facultad de Ciencias Administrativas y Económicas. 
Es un economista de la Universidad Nacional de Colombia y Master of Business Administration- Rochester Institute of Technology. Es profesor de planta tiempo completo de la UT desde hace más de 11 años y profesor catedrático de la Universidad de Ibagué.

Juan Carlos Ferrero, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud. 
Es médico y Cirujano de la Escuela Juan N. Corpas y magíster en salud Pública de la Universidad del Valle. Ha sido profesor de planta de la UT por 15 años. En su trayectoria administrativa, ha sido además director del Instituto de Educación a Distancia y Vicerrector de Desarrollo Humano.

Luis Alfredo Lozano, decano de la Facultad Ingeniería Forestal. 
Es ingeniero Forestal y Magister en Ciencias Biológicas egresado de la U.T., profesor de planta de tiempo completo en la institución durante siete años y en la Fundación Universitaria de Popayán por tres años.

Andrés Felipe Velásquez, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación. 
Es licenciado en Matemáticas y Física de la UT, cuenta con un doctorado en Ciencias Pedagógicas del Instituto Pedagógico Superior Enrique J. Varona y es decano desde 2012.

Hernando Carvajal, decano Facultad de Tecnologías.
Arquitecto egresado de la Universidad Nacional, especialista en Filosofía de la Universidad del Tolima, además tiene una maestría en Hábitat de la Universidad Nacional.

Nelson Augusto Canal, decano de la Facultad de Ingeniería Agronómica.
Tiene un doctorado y una maestría en Entomología de la Universidad de Sao Paulo. Es egresado de Ingeniería Agronómica de la UT. Reemplazó en 2015 en el cargo como decano a Carlos Antonio Rivera.

Jairo Mora Delgado, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia.
Es doctor en Sistemas de Producción Agrícola Tropical Sostenible de la Universidad de Costa Rica, magíster en Desarrollo Rural de la Pontificia Universidad Javeriana y zootecnista de la Universidad de Nariño.

Martha Núñez, directora del Idead.
Profesional en Enfermería, cuenta con una maestría en Educación y una especialización en Enfermería Cardiorrespiratoria.

Germán Calderon Calderón, decano de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes. 
Es abogado egresado de la Universidad Nacional y magíster en Derecho de la Universidad Externado de Colombia.

Credito
CRISTIAN CAMILO ARROYO MORA

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