“El éxito empresarial está asociado a la iniciativa y la honradez”, José Ossorio

CRISTIAN BONILLA - EL NUEVO DÍA
Si alguien encarna al tolimense de espíritu visionario y de colaboración con la región, ese es don José Ossorio Bedoya, quien ayudó a edificar un buen número de proyectos empresariales en el departamento. Entrevista con un testigo y gestor del crecimiento del Tolima.

A sus 95 años, don José Ossorio Bedoya es el último de un grupo de notables líderes empresariales y gremiales del Tolima que le brindó a esta región una de sus épocas más prósperas.

Su irrestricta voluntad de aportar al crecimiento del departamento y su espíritu de unión lo llevaron ha contribuir a la creación de Serviarroz, Fenalco, la Cámara de Comercio, El Nuevo Día, la Asociación para el Desarrollo del Tolima y, especialmente, la Universidad de Ibagué.

Con brillante lucidez, recordó algunos de los episodios que marcaron su exitosa trayectoria empresarial, comentó cuáles son los principios que ha aplicado en su vida y habló de su visión de la realidad del departamento y el país.

EL NUEVO DÍA: ¿Después de todo su trabajo y la experiencia reunida, cree que los principios de compromiso y emprendimiento desde los gremios se mantienen hoy?

JOSÉ OSSORIO: En parte sí, porque en la Cámara de Comercio y Fenalco se ha progresado, igual en la Universidad de Ibagué, pero la gente de ahora tiene menos iniciativa.

E.N.D.: ¿Por qué considera que en esa época era más fácil apalancar iniciativas sobre la base de la unión?

J.O.: En ese momento habían más personas como Santiago Meñaca, Roberto Mejía, Enrique García, Jaime de Zorroza o Yesid Castaño, que compartían el espíritu de unidad. Por ejemplo, para la formación de El Nuevo Día, quisimos que el país viera a Ibagué como una ciudad en desarrollo y de muchas ambiciones. Entonces a Roberto Mejía se le ocurrió que teníamos que fundar un periódico y, dando vueltas, Antonio Melo trajo a Alejandro Galvis de Vanguardia Liberal, de Bucaramanga.

Él nos dijo que crear un periódico era un poquito difícil, que había que tener temas de la región para todos los días y periodistas que empezaran a mostrar la realidad del Tolima. Nos advirtió que los primeros tres años se iba a perder plata, pero eso no nos importó. Es muy doloroso ver que todos ellos se han ido. A mí no me quedan contemporáneos.

E.N.D.: ¿Cuál de esas empresas que se crearon en ese momento, como Aires, Fatextol, la Universidad del Ibagué, El Nuevo Día y demás, es la más importante a su modo de ver?

J.O.: Por la educación, la Universidad de Ibagué. Quiero el desarrollo del Tolima y las bases para eso están en la educación y las ganas de echar para arriba.

E.N.D.: ¿Cómo nació la Universidad de Ibagué?

J.O.: Primero pensamos en un instituto para tener contadores, financieros, gente que aprendiera de ventas. Con el servicio y la atención de personajes de Medellín, abrimos la Escuela para la Educación Superior, pero Guillermo Angulo, que llegó a ministro de Educación, dijo pónganle Corporación Universitaria de Ibagué y así se fue creando hasta que había base suficiente para que fuera universidad.

E.N.D.: ¿La dirigencia empresarial de hoy le ha dado la talla a ese grupo de empresarios que en su momento y desde diferentes instancias hizo territorio y empujó desarrollo?

J.O.: Me da pesar, ahora ellos llegan a esas posiciones a pelear por el poder. Y no, eso es trabajando poco a poco. Hay gente aquí en el Tolima, como los que hicieron la Asociación para el Desarrollo del Tolima o Texpinal, que le dejaron cosas a Ibagué.

¿Hoy cuál es la misión? Que contagien de entusiasmo a la gente de echar para arriba sin que sea el dinero fácil. Siempre he aplicado el eslogan que me enseñaron desde muy temprano en la vida: el mejor negocio del mundo es ser honrado, porque uno tiene las puertas abiertas por donde va pasando.

E.N.D.: ¿Cree que en la actualidad se aplica esa premisa?

J.O.: No. En la actualidad hay mucha corrupción. Ahora el que vea la manera de hacer dinero fácil, no le importa los sentimientos de honradez. La limpieza de la vida. Ahora en la administración pública hay mucha picardía. Aunque en otras partes también hay corrupción, lo de Ibagué es una cosa espantosa. Si usted pasa por la Alcaldía, sale con plata. Uno se descorazona de ver tanta gente que quiere tener dinero fácil.

E.N.D.: ¿Por qué cree que ese espíritu emprendedor se ha perdido?

J.O.: Porque ahora no hay esfuerzo propio. Para todo hay que tener ganas, pero si la persona no tiene ese empuje, pues no sale nada. Es el espíritu, la iniciativa, la garra de la persona. Ahora no se asocian. Se asocian para vender marihuana. Se ha acabado ese espíritu de unión, de empuje.

E.N.D.: ¿Cuál es el factor imprescindible para el éxito empresarial?

J.O.: La iniciativa es definitiva. Gente con esa característica ve dónde hay negocio y oportunidades. Trabaja, se abre campo y crece. Puede ser una fábrica de botones, pero si lo hace con decisión, hay desarrollo. El éxito está asociado a la iniciativa y a la honradez de la persona.

E.N.D.: ¿Y cuál cree que es el denominador común de los empresarios prósperos?

J.O.: Pienso que si en un negocio se involucrara mucha gente y es manejado por una persona inteligente, de iniciativa y honrada, saldría adelante. La posición de Ibagué es ideal para emprender. Aquí hace falta una mejor disposición de servicios como energía y agua.

E.N.D.: En relación con otras ciudades, ¿considera que es más fácil o difícil ser empresario en Ibagué?

J.O.: Aquí hay una situación geográfica muy favorable e ideal para el desarrollo y se puede hacer mucha cosa con gente. Una empresa seria aquí puede prosperar.

E.N.D.: ¿Cree que en Ibagué está rota la articulación entre lo público y lo privado?

J.O.: A mí me da vergüenza decir que en el servicio de la administración pública hay mucha mala fe. Anteriormente era fácil, porque las empresas se encontraban aquí y había con quién trabajar, pero si usted hoy pone una empresa, tiene que vigilar muy bien a quién va a emplear, para que no haga negocios sucios, porque han llegado situaciones en las que terminan involucrando al dueño del negocio.

E.N.D.: ¿Qué consejo le daría a los empresarios de hoy?

J.O.: Que se unan, que trabajen con entusiasmo y se vinculen con empresas de otras ciudades. La unión con los grandes es importante.

E.N.D.: ¿Cómo ve hoy a Ibagué?

J.O.: Ibagué vive un momento de desarrollo. Si aquí se estableciera una empresa seria, que lograra los mercados de las ciudades vecinas, tendría un buen desarrollo. En esta ciudad se puede crecer si hay iniciativa, trabajo y buena fe.

 

Un repaso por sus inicios y apuestas

E.N.D.: ¿Desde que edad comenzó su recorrido empresarial?

J.O.: Yo soy campesino. De las personas que abrió campo a solas y con mi propio esfuerzo. Llegué aquí de San Antonio a los 14 años a buscar empleo. Primero trabajé con un abogado y, como había aprendido mecanografía en mi pueblo, fui a la notaría de Jesús María Cuervo y empecé a hacer copias de las escrituras. Trabajando en la notaría y donde el abogado, me fui formando. Pero yo le debo todo a la lectura.

E.N.D.: ¿Cómo es eso?

J.O.: El maestro que me enseñó a leer en mi pueblo me dijo: ‘váyase de aquí porque no hay más que sembrar cebolla, usted ya aprendió a leer bien y no lo deje de hacer’. El abogado con el que trabajaba tenía una biblioteca y en el Concejo también había una vitrina con unos pocos libros que nadie leía, entonces me puse a leer y me hice una cultura general, eso me permitió ser vendedor viajero por todo el país de una fábrica de confecciones que vendía vestidos y ropa infantil.

E.N.D.: ¿Y recorriendo el país hizo su primer capital?

J.O.: Recorriendo el país conocí vendedores muy grandes y, naturalmente, con esas amistades conseguí quién me abriera campo en Bogotá. Allá, en mi oficio de vendedor, me fue bien. De firma en firma, muy a los 20 años, llegué a ser gerente de la fábrica de artículos de plata de don Arturo Medina. Ahí me agarró el 9 de abril.

E.N.D.: ¿Cómo fue ese episodio?

J.O.: Eso fue terrible, porque yo soy conservador y los del partido Liberal saquearon a Bogotá. En la fábrica estuve encerrado tres días y no había sino chocolate. Unos amigos liberales de Medellín, porque lo que sí tenía era muchos amigos, fueron allá el lunes después del 9 de abril.

Me dijeron ‘José, salga, vamos para la casa con nosotros, no le vamos a hacer nada’. Me amarré una bayetilla roja en el cuello, me dieron salvoconducto del Ejército y me fui con ellos. Pero eso fue una cosa desastrosa como saquearon todos los almacenes. A uno lo veían con camisa nueva y le decían ‘nuevecita’, sugiriendo que se la había robado el 9 de abril.

E.N.D.: ¿Y cuánto duró en esa fábrica como gerente?

J.O.: Unos dos años. Como saquearon los almacenes, eso se acabó, me dieron una letra de 500 pesos de cesantías que cambié y con esa plata traje chiclets Adams de la costa, para vender aquí en los almacenes de licores y cigarrerías. Y así hasta que un día el gerente de la fábrica Arturo Medina, que también quedó en la calle, llegó a la gerencia de Mora Hermanos y Compañía, una firma de Medellín que llegó a tener 22 almacenes en todo el país. Vendíamos electrodomésticos para las casas. Primero trabajé de vendedor y luego me destinaron para abrir sucursales en otras ciudades. Cuando salió la de Ibagué, fui trasladado como Gerente de la Zona Central, hasta que me pensioné.

E.N.D.: A lo largo de su vida, pasó de ser mensajero hasta gobernador y creador de empresa. ¿Cree que la academia falla en no aplicar ese conocimiento transmitido de la vivencia?

J.O.: Sí, eso es lo principal. Hay egresados de la universidad que cuando terminan no saben dónde están parados, pero hay quienes sí salen con su espíritu emprendedor. Creo que hay una clase de persona: la que tiene emprendimiento. Esa persona ha ganado mucho ya.

E.N.D.: Usted tiene un enorme legado, pero ¿qué idea le quedó pendiente por materializar o quedó a medias?

J.O.: Dejé de ser comerciante, para ponerme a cultivar y me volví industrial del agro. Me hubiera gustado tener un producto para exportar. Si la gente se da cuenta, hay mucho por hacer. Pero hay mucho flojo y, como he dicho, uno necesita un punto fundamental para el desarrollo: la unión. Yo solo no hubiera hecho nada.

E.N.D.: ¿Le ha faltado empuje al tolimense?

J.O.: Aquí la mayoría se van. Mi mamá fue una mujer dura, pero a todos nos crió y nos dio ese espíritu de ímpetu, de no quitarle a nadie nada y que valga por sí mismo. Hay que levantar la cabeza y mirar de dónde puede agarrarse para progresar.

E.N.D.: Usted dijo que tenía dolor porque ya no tenía contemporáneos de ese grupo. ¿Le teme a la muerte?

J.O.: No. Yo quiero morirme, porque estoy aburrido (risas). No hay que tenerle a nada y atreverse a todo. Hay que empujar.

 

Su impresión del país y la política

 E.N.D.: ¿Qué lectura tiene de la realidad de hoy en Colombia? 

 J.O.: Colombia es un país que en este momento forma parte de la economía mundial. Si hay inversión extranjera, las empresas surgen. Vea que se cayó el precio del petróleo y se cayó la economía, pero si el país abriera las puertas a la inversión, las empresas crecen.

Aquí, por ejemplo, el periódico se ha sostenido por el empuje de unos poquitos y apenas tiene sus 25 años, pero necesitamos que la gente lo quiera más para que perdure como El Colombiano, de Medellín, o La Patria, de Manizales, que tienen muchos años de existencia. En el periódico pueden hacer mucho, mucho, sin plegársele a uno o a otro.

E.N.D.: Durante sus años de trabajo, también vio el conflicto armado. ¿Cómo ve los hechos recientes frente al acuerdo de paz al que llegó el Gobierno con las Farc? 

 J.O.: Hace falta gobiernos fuertes, no dictadores. Veo grave al presidente Duque. Si fuera presidente, lo primero que hubiera hecho sería acabar con esa tal JEP, porque está amparando a los guerrilleros.

Me parece que el presidente Santos hizo bien en tratar de a través de la paz lograr acabar con la guerrilla, pero resulta que los guerrilleros no pueden decir nada y no quieren que se les cobren las penas, entonces ahí están dando vueltas con eso.

Unos que quieren la guerrilla y otros que no, otros que quieren la izquierda y otros no. Ese es un lío político muy difícil de desenredar, porque cada quien tiene sus sentimientos.

E.N.D.: ¿Qué opinión tiene de la situación actual del agro colombiano y tolimense?

 J.O.: El agro debería tener importación de libre de maquinaria agrícola. Si una persona con una extensión pequeña de tierra tiene con qué trabajarla, y se las arregla y consigue un tractor, ahí está el desarrollo. El Gobierno puede ayudar a esos pequeños empresarios y se le exige buen comportamiento y honradez.

E.N.D.: ¿Cómo llegó a la política?

J.O.: No he sido un activista político. Antes habían dos partidos: Liberal y Conservador. Y a la gente le quedaba fácil afiliarse a uno u otro, pero, desgraciadamente, eso se acabó y ahora una persona que tenga 50 millones de pesos crea su partido. Hay partidos de una sola persona que tiene plata y compra los votos. En esa forma, qué desarrollo puede haber si cada quien quiere su interés personal.

E.N.D.: ¿Y cómo lo nombran gobernador? 

J.O.: A mí me nombró Belisario Betancur. Cuando llegó la invitación, no acepté, pero no encontraba a alguien que quisiera hacerse cargo. Cuando ocurrió la tragedia de Armero, él me llamó a la junta de Resurgir, donde estuve durante un año, yendo todos los miércoles a reunión en el Palacio de Nariño.

E.N.D.: ¿Qué impresión tiene de la pelea de algunos empresarios con la Alcaldía por cuenta de los impuestos? 

J.O.: Todos obran de acuerdo con su política. Yo fui muy amigo de Alfonso Jaramillo Salazar y Guillermo Alfonso, su hijo, me condecoró recordando a los empresarios que han hecho algo por Ibagué. Y yo creo en las buenas intenciones de esos comunistas que llegan al poder. Ellos quieren hacer lo que piensan, pero primero que todo su política, que todo sea fácil para ellos. 

Credito
EL NUEVO DÍA

Comentarios