La caída y resurgir del sector textil del Tolima

Crédito: Archivo / EL NUEVO DÍALa generación de empleo en el sistema moda en Ibagué está entre los 10 y 14 mil puestos de trabajo, en su mayoría ocupados por madres cabeza de familia.
En el primer periódico que circuló de EL NUEVO DÍA en el Tolima, se publicó un especial titulado “Tolima: nueva potencia textil de Colombia”. En efecto, el sector tenía un futuro prometedor en 1992, sin embargo, la crisis a principios de siglo llevó a la liquidación de varias empresas. Hoy, el sistema moda del departamento continúa con su resurgir.
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Tolima era una potencia textil a inicios de la década de 1990. Tres empresas ubicadas en el departamento: Texpinal, Fibratolima y Fatextol, competían en productividad y calidad contra los líderes nacionales del sector como lo eran Fabricato, Coltejer y Tejicóndor.

“Los productos manufacturados en la región tolimense son altamente aceptados en los mercados internacionales por su excelente calidad”, reseñaba EL NUEVO DÍA.

Texpinal se fundó en 1974 y fue la primera empresa del ramo en la región; inició como hilandería de algodón destinado a la exportación. La industria de la hilatura se consolidó con esta empresa que aprovechaba la abundante producción algodonera local, que más la implementación de tecnología generaba una alta productividad y rentabilidad.

Por su parte, Fibratolima y Fatextol nacieron motivadas por la Ley 44 de 1987 que otorgó exenciones tributarias a las nuevas empresas que se constituyeron en Tolima.

Con la actividad de estas empresas, se gestó una época dorada, pues las prendas fabricadas en Tolima llegaban a los mercados de Estados Unidos, Alemania y Latinoamérica. Lamentablemente, por diferentes factores, una década después todo cambiaría y el sector se enfrentaría a su peor crisis.

 

Años dorados

En su mejor momento, Fatextol, Fibratolima y Texpinal generaban empleo para dos mil personas, de ahí la importancia de su actividad en los años 90. Con esta mano de obra tolimense, el sector conquistó el mercado internacional.

Fatextol hacía tejido de punto y confeccionaba, llegando a exportar un millón de prendas mensuales a Estados Unidos, por su parte, Fibratolima suministraba dos millones de metros de tela a los mercados colombianos. También exportaban a varios países de América Latina como Venezuela, México y Ecuador. Texpinal procesaba todo el algodón en el Espinal, en una planta sin igual por aquellos tiempos.

Otras empresas que trabajaron con Fatextol y llegaron a producir prendas tipo exportación fueron el grupo Concalidad y talleres como Plan y Punto y Bocaccio.

“Era una época muy bella, el esplendor industrial de un sector con un encadenamiento que pocas regiones del país tenían, ese proceso algodón-textil-confección”, cuenta Jairo Arias, fundador de Confecciones Líder.

Julio Mendoza, creador de Confecciones Caribean y director de Cormoda, recuerda cómo entre 1995 y 1996 algunas empresas exportaban para marcas estadounidenses como Calvin Klein, Polo Ralph Lauren y Ecko, entre otras internacionales.

“Gracias al empuje de los empresarios locales y de los inversionistas nacionales, el Tolima se ha convertido en el nuevo centro textil de Colombia”, decía esta redacción en su primera edición.

A la par de las grandes textileras, otras pymes surgieron y empezaron los primeros pasos del gremio, asimismo, se creó la Feria Moda Trópico que se realizó desde 1989 hasta el 2000, la cual fue la segunda en Colombia.

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El declive

La crisis del sector textil y la quiebra de las empresas fue una suma de circunstancias tanto externas como internas. Con la apertura económica del país a partir de 1990, en medio del gobierno de César Gaviria Trujillo, las importaciones empezaron a escalar.

No obstante, la competencia con China obligó a que muchas empresas buscaran la mano de obra de este gigante asiático. Por otro lado, el contrabando se intensificó a finales del siglo XX y los costos de las materias primas iban haciendo cada vez más inviable la producción de telas.

“Fabricábamos productos sensibles al dólar, los llamados ‘commodities’, por lo que los márgenes de rentabilidad eran muy bajos en comparación a los de producción”, explica Arias.

Adicionalmente, las hectáreas cultivadas de algodón disminuyeron. Con el desmonte paulatino de los subsidios que el Gobierno nacional otorga a los agricultores, más los algodones que entraban de otros países, este eslabón de la cadena se debilitó.

Un parangón que evidencia esta situación, es que en Tolima se cultivaban 70.000 hectáreas (ha) en 1985, cuando se le llamaba a la desaparecida Armero ‘La ciudad Blanca’ por las grandes extensiones de algodón, en 2020 solo se cultivaron 2.000 ha. La fibra que se producía era procesada por Texpinal y en otras empresas del país. Actualmente, Colombia solo cuenta con dos hilanderías.

En 1998 el periódico de los tolimenses informaba que Fibratolima contaba con un activo fijo de $100 mil millones, mientras el pasivo estaba en el orden de los $50 mil millones.

Fibratolima desde que inició operaciones tuvo varios problemas para instalar sus plantas en Ibagué, sin embargo, su liquidación se precipitó por los niveles de endeudamiento, la baja productividad y la competencia que afectó por igual a todas las textileras. Finalmente, la Superintendencia de Sociedades en 2004 convocó a la empresa a la liquidación obligatoria.

En cuanto a Fatextol y Texpinal, en 2008 entraron en un proceso de reorganización empresarial, pero no aguantaron las vicisitudes del mercado. Sobre ambas, concluyó su proceso de liquidación en 2014.

Con la caída de estas empresas tractoras se estima que unas 30 empresas o talleres quedaron en el camino.

Sin lugar a dudas, el final de los años 90 y la primera década del siglo XXI fueron años difíciles para el sector textil del Tolima que marcaron el declive de las representativas textileras.

Pero esas otras empresas que surgieron también hace 20 y 30 años, lideradas por empresarios pujantes, sobrevivieron a los embates y continúan posicionando la confección local.

 

El sueño, una hilandería

Pablo Artunduaga, el gerente general del Grupo Carolina, explica la evolución de la cadena en la Tierra Firme: “En Tolima primero se realizaba maquila, luego paquete completo, después las empresas fabricaban marca propia para venta directa y finalmente empezaron a exportar”.

De acuerdo con el empresario, la capacidad instalada en Ibagué es para producir 2.500.000 unidades, de las cuales 500.000 se realizan en proceso de tela plana y 1.500.000 en tejido de punto.

Pero manifestó que la maquila local está rezagada, y que se necesita del fortalecimiento de esta para asimilar la demanda y tener capacidad de producir. En este punto el trabajo conjunto con los gobiernos sería fundamental.

La otra problemática, es que el hilo está agotado en Colombia, por lo que el gremio trabaja un ambicioso proyecto para conformar una hilandería en el departamento, con el fin de recuperar la cadena algodón-textil-confección.

 

Continuo resurgir

Con la llegada del nuevo milenio nacieron pymes que le querían apostar a la innovación en el sector textil, y las que llevaban más tiempo buscaban como mantenerse. Un gran impulso se dio cuando el gremio se reactivó tras casi una década.

Los textileros se reunieron en 2009 con el mandatario Jesús María Botero Gutiérrez y la Cámara de comercio de Ibagué, para dar origen al Clúster Textil capítulo Tolima. Al siguiente año, se realizó la primera feria Ibagué Maquila & Moda y se empezaba a gestar la Corporación Moda del Tolima (Cormoda).

Ahora, en su onceava edición, Ibagué Negocios & Moda es reconocida como una de las ferias más importantes del país, que ha servido de plataforma a las empresas tolimenses de todos los tamaños para darse a conocer.

En esta línea, a principios de 2020, el sector textil tolimense participó de Colombiatex de las Américas, la feria más importante de insumos y maquinaria de Latinoamérica. Allí la delegación Pijao se conectó con el tema principal de la feria, sostenibilidad, involucrándose con las últimas tendencias en tecnologías.

Hay varias empresas que ya incursionaron en el escenario, elaborando prendas a base de telas con fibras recuperadas, que provienen de las mismas prendas de vestir que se trituran y se unen junto con fibra pet.

Pero todo este trabajo de adaptación y transformación, se sostiene en el capital humano con el que cuenta la ciudad. El 90% de los operarios son mujeres con amplia trayectoria, departamentos de diseño creativos y gerentes con visión.

Actualmente las empresas se han reactivado y empezado a maquilar para reconocidas marcas nacionales.

Es así como empresas como Monarca, Roott+Co, Grupo Carolina, Confecciones Líder, Confecciones Caribean, Grupo Carolina, Global Contex, Sheffy, CP Company, Fibrandina, entre otras, son algunas de las que continúan trascendiendo en el competido mundo del sistema moda.

 

DATO

Fibratolima fue fundada por Jackie Abadi, un empresario de ascendencia judía que fue asesinado en 1996 en Bogotá.

Credito
JUAN JOSÉ AGUIRRE Z.

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