“El arma de la guerrilla es el silencio”

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Una lluvia de granadas tocaron tierra a la 1:21 de la madrugada, despertando al cabo Salim Sanmiguel de su reparador sueño. Los guerrilleros habían copado la parte alta de la posición y se mezclaban en medio de la patrulla.

El suboficial ve con estupor que el primero en caer era “mi sargento Pava Nivia”, con varias explosiones que destrozan el cambuche. Los subversivos rematan al herido, a bayoneta calada. No será el único acto de barbarie de la incursión en la vereda El Tambo de Cajamarca que cobra cinco vidas: otros dos soldados que custodiaban el radio son quemados con gasolina cuando aún respiran.

Cuatro horas después del primer ‘rafagazo’ y de haber resistido hasta agotar fuerzas y la munición, Sanmiguel tiene la cabeza metida entre las piernas de ‘Érika’, no para seducirla, sino sometido a la mujer que lo riega de improperios y lo inmoviliza con el fusil. Días después, con justicia poética, Érika es herida en sus dos rodillas por ‘fuego amigo’ en Roncesvalles.


Sopa de cabezas de gallina servida en una lata y un patacón, son su primera comida. Así comienza el secuestro.


Perdido en la selva
Los ahora denominados “Milicianos de Bolívar” lo internan monte adentro y de allí no sale hasta casi tres años después en un helicóptero brasilero, por gestiones de la exsenadora Piedad Córdoba.

El paisaje surrealista del sur tolimense se alimenta con imágenes que rayan en lo absurdo. Cabecillas temidos como ‘Giovanni, ‘Marlon’ y ‘Pedro Nel’ juegan golosa, lleva, o se quedan ‘congelados’ en la hora cultural de las Farc. ‘Victoria Palmera’, una guerrillera con obesidad mórbida, le espeta ser la principal ideóloga del Comando Conjunto Central. Otro fábula liberarlo a cambio de 200 de sus camaradas presos en las cárceles.


Insurgentes que son capaces de todas las brutalidades, como ‘Hernandito’, un niño de apenas doce años que quiere ‘pelarlo’, lloran la muerte de ‘Jojoy’, ‘Reyes’ y ‘Marulanda’.


Por el contrario, harán fiesta y jolgorio cuando la Corte no aprueba el tramposo referendo reeleccionista. Se diría que padecen de trastorno bipolar, pues pasan de la euforia a la depresión en pocos segundos.


El galpón de pollos
A un mes largo de ser privado de la libertad, las Farc conducen a Sanmiguel ante un hombre encadenado, maloliente y en apariencia derrotado: es el mayor de la Policía Guillermo Solórzano. La misma suerte ha de correr el militar a quien sujetan de una cadena por su mano izquierda.

En el galpón de pollos (de cuatro por dos metros), permanecerán mucho tiempo, según les anunció ‘El Gringo’, su carcelero de incontables días. Al final los entregará alias ‘Míster’.


Tiene la fortuna de conversar con un ser humano sin prevenciones, ya que hasta ahora la guerrilla le había prohibido hablar. Solórzano dirá a su confidente, de la ocasión en que pudo huir e internarse por más de siete horas en la selva. La falta de botas y el caminar descalzo en la manigua lo hicieron desistir del escape. Los cortes que se ocasionó eran delicados.


En el juicio que se adelanta contra cinco de sus plagiarios, Salim dice “como nadie le habla a uno, uno se va anulando mentalmente, como si no tuviera personalidad o sitio en el mundo. El arma de la guerrilla es el silencio”.


Sanmiguel recuerda al subversivo Gerson González, que le regaló queso en la vereda Waterloo. De alias ‘Porcelana’, una mujer blanca y de orejas pequeñas, señala que lo encendió a ‘madrazos’, culpándolo de la muerte del amante de esta en la guerrilla.


Cuando los van a liberar, los integrantes del Ejército del Pueblo les queman la Biblia, una muñeca que le hizo a su hija de pocos meses, el amigo imaginario que fabricó el mayor Solórzano y toda la ropa.


“Yo los perdono, pero la justicia tiene que obrar”, señala el cabo Sanmiguel al concluir su relato que silencia toda una tarde a los pocos asistentes al juzgado especializado de Ibagué que lleva el proceso.


El mensaje de paz y amor de algunos versículos, no se esfumó en la pira de la intolerancia fariana.

Credito
ALEXÁNDER CORREA CARVAJAL - ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA

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