Proceso con ELN: entre coincidencias con las Farc y la participación social

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
El próximo jueves iniciarán por fin las conversaciones públicas entre el Gobierno nacional y el ELN para construir un acuerdo de paz. Esto, después de siete meses en los que se planteó como condición la liberación de secuestrados, que se cumplió de manera parcial y en medio de una renegociación de los acuerdos con las Farc.

La fase pública que inicia consistiría en un primer ciclo de seis semanas, según ha expuesto Frank Pearl, en el que los representantes de las dos partes plantearán sus propuestas sobre una agenda de seis puntos en Quito, Ecuador.

Pero este proceso empieza como comenzó el de las Farc, en medio de la incertidumbre por saber qué alcance tendrá y cómo funcionará. Por ello, ante las dudas se intenta buscar respuestas con la referencia más cercana que se tiene hasta el momento: el proceso de La Habana. Incluso, las coincidencias entre los dos procesos serán un punto por abordar.

“Estamos en un momento político en que los tiempos no dan para hacer un proceso muy largo, y básicamente decidimos en el punto 3C de funcionamiento que las delegaciones definirán los temas en los que hay coordinación y sincronía con la agenda o el acuerdo de La Habana”, dijo Pearl durante los últimos días en Urna de Cristal.

Según el negociador, se quiere que las Farc y el ELN queden en “un solo marco jurídico”, y lo más seguro es que se tenga como referentes los puntos ya acordados en La Habana, pero las diferencias persisten, no solo porque son guerrillas que desde sus orígenes se han destacado por sus diferentes enfoques, sino por el momento de cada proceso.

Sobre esa diferencia se ha pronunciado Piedad Córdoba: “Creo que lo más importante es que se comience el diálogo, y creo que ellos ya conocen muy bien el acuerdo. Seguramente habrá cosas en las que habrá coincidencias, pero creo que hay que respetar la autonomía de los procesos”.

Y en eso coincide Frédéric Massé, profesor de la Universidad Externado de Colombia y Director del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales, quien señala que no se puede llegar a imponer.

“No pueden llegar a las negociaciones con el ELN a decir: ‘Esto es lo que negociamos con las Farc, ¿están de acuerdo o no están de acuerdo?’”, dice.

Sin embargo, aunque se presenta como un problema la agenda no tan pragmática del ELN, Massé la señala como una oportunidad para poner al menos sobre la mesa las ideas del acuerdo firmado en Cartagena.

“La ventaja es que la agenda con el ELN tal y como se había acordado en marzo de este año es suficientemente amplia para que haya un margen de maniobra para negociar un poco lo que quieren”, dice, sin dejar de mencionar que por eso también “va a ser un poco difícil que se aterricen esos temas”.

Sin saber cómo se participará no se puede decir mucho

Ariél Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación, no duda en afirmar también que en definitiva los procesos serán distintos, pero aclara que realmente muy poco se puede decir al respecto hasta que se defina con claridad la participación de la sociedad.

“El proceso con el ELN va a ser muy diferente al de las Farc, es mejor no compararlas, porque no va a ser la misma dinámica. Por ejemplo, el ELN tiene un componente de mesa social que son los primeros tres puntos. De ahí no es claro qué y cómo es la mesa social, quiénes van a ir, quiénes van a ser elegidos, cuántas mesas departamentales, cuántas mesas nacionales o si van a ser mesas temáticas, si las decisiones van a ser vinculantes o no”, afirma.

Y esas respuestas sobre cómo funcionará la mesa social, que será la encargada de enviar los insumos a Quito, se espera, se darían con este primer ciclo y con ellas se lograría identificar el alcance de la participación de la sociedad en este proceso, que es la principal diferencia con las Farc.

“Lo que tenemos que pedir al ELN y al Gobierno es claridad sobre el método y cómo va a funcionar la mesa social, pero no se va a parecer para nada a la de las Farc”, dice Ávila, y agrega que, aunque no será el primer tema de discusión, el marco jurídico del ELN tiene que ser el mismo.

Esa posición de amplia participación de la ciudadanía, explica el profesor Massé, tiene que ver con que el ELN se considera un tipo de “mensajero” de la sociedad civil y no un representante, pero también da a entender que en esa participación debe haber límites.

“No sé si la sociedad tendría que opinar sobre el tema de Justicia Transicional: por un lado, hay un espacio técnico en el que es muy frágil, por otro lado, sabemos que los que votaron por el ‘No’, parte de los argumentos que tenían era un rechazo al esquema que se había acordado con las Farc en términos de Justicia Transicional”, dice Massé.

Lo cierto es que de alguna manera hay que hacerlos coincidir, pues dice el profesor: “Sería raro que tener dos sistemas de Justicia Transicional, dos sistemas de participación política; que se acepten curules para las Farc y ninguna para el ELN; sería raro que el ELN tenga más que las Farc. Hay varias preguntas que quedan pendientes”.

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