“Son muchas las personas que no quieren que se conozca la verdad”, Carlos Ospina

HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
El mayor (r) del Ejército Carlos Guillermo Ospina, integrante de la Comisión de la Verdad, explicó cuál es el papel de este mecanismo en el proceso de reconciliación del país. A su juicio, el relato de las víctimas es el más cercano a la verdad.

EL NUEVO DÍA: ¿Qué es la Comisión de la Verdad?

CARLOS GUILLERMO OSPINA: Con los acuerdos de La Habana se crea el Sistema integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, y uno de sus mecanismos es la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. En el mundo se crean estas comisiones cuando hay un tránsito de una dictadura a una democracia o un tránsito de la guerra a la paz, que son escenarios donde se cometen muchos excesos de violencia, vulneración sistemática de los derechos humanos e infracción al derecho internacional humanitario. De modo que se necesita que se esclarezca todo lo que ha sido turbio y no se ha podido contar como una dignificación de las víctimas, una catarsis para el pueblo y para que, conociendo porqué ocurrieron esos hechos, no vuelvan a ocurrir.

E.N.D.: ¿Quiénes integran esta comisión?

C.G.O.: El Comité de Escogencia internacional seleccionó a once personas: un presidente, cinco hombres y cinco mujeres. Generalmente las comisiones que se han hecho en el mundo están conformadas por académicos y personas muy importantes dentro de la vida nacional, pero aquí, en Colombia, se quiso a personas muy comprometidas con la paz. El presidente es el padre Francisco de Roux. Las mujeres son Alejandra Miller, Ángela Salazar, Patricia Tobón, Lucía Victoria González y Martha Ruiz. Y los hombres Saúl Alonso Franco, Carlos Martín Beristain, Alfredo Molano, Alejandro Valencia y yo.

E.N.D.: ¿Quién es usted?

C.G.O.: Nací en Guamo. Soy mayor (r) del Ejército, abogado, administrador de empresas, profesional en Ciencias Militares y tengo especializaciones en Administración de la Seguridad e Inteligencia Militar. Me retiré hace 22 años de la institución y, desde entonces, he luchado por los derechos humanos de los militares y sus familias que se vieron afectados en el conflicto. Este es mi fuerte y mi actividad principal, fundando la Asociación Colombiana de Militares Víctimas del Conflicto.

E.N.D.: ¿Cuál es su opinión sobre la controversia que se dio recientemente respecto a la creación de una sala para militares en la JEP?

C.G.O.: Por parte de los militares retirados hubo una prevención al decir que ellos, como agentes del Estado que estaban defendiendo la Constitución, la Ley y la democracia, no podían ser igualados con personas que estaban subvirtiendo el orden. Sus acciones fueron hechas bajo la ley y los otros fuera de ella y con ese principio argumentan que no es justo que la misma sala los juzgue a ellos y a los guerrilleros.

La otra prevención que tienen es sobre las personas que escogieron para estar en la sala, que son conocedores de derechos humanos y, según ellos, tienen alguna afinidad política e ideológica con la izquierda y algunos grupos subversivos. Por eso pidieron que se hiciera otra sala.

He ayudado a defender soldados detenidos y procesados, y conozco muy a fondo qué es lo que piensan y la mayoría están que se acogen a la JEP con las condiciones que hay, porque les está definiendo una situación en muy poco tiempo. Quienes pueden tener en un momento una prevención es el alto mando, sobre todo porque hablan de la responsabilidad de mando y todo se va ir cerrando sobre quienes fueron los comandantes.

No veo inconvenientes que esa sala esté funcionando. Es dividir una sala, como en la justicia ordinaria: una sala civil, laboral y familiar. En este caso, el funcionamiento va a ser igual, falta que la Corte Constitucional diga si esa modificación está de acuerdo o no con el marco de los acuerdos finales con la Farc.

E.N.D.: ¿Cómo van a recolectar la información en el Tolima y el país?

C.G.O.: Por facilidad de manejo y trabajo, nos hemos dividido Colombia en 10 macrorregiones, dejando que el padre De Roux esté en todos lados acompañándonos, sobre todo en la parte interinstitucional con el alto gobierno y los gobiernos extranjeros. Yo estoy en Tolima, Huila, Boyacá, Cundinamarca y Bogotá, lo que llamamos la región Andina. Aquí en Ibagué vamos a tener una oficina para el departamento.

Vamos a iniciar esta búsqueda de la verdad desde los años 70, pero quizá nos toca ahondar más atrás para darle un contexto histórico que nos permita aclarar por qué se presentaron los hechos subsiguientes.

En primer lugar, con un mapeo de organizaciones y actores importantes, vamos a encontrar cuáles fueron los hechos que sucedieron en las regiones. Habrá un despliegue territorial que lo va a hacer un grupo muy grande de profesionales. Además, recopilar fuentes de información como el periódico.

Queremos encontrar los silencios. Muchas regiones se encuentran amenazadas aún por grupos armados que han provocado silencios y, justamente, lo que no se conoce es lo más importante para nosotros, porque no han podido hablar y expresarse. Esos silencios los vamos a encontrar escuchando a la gente.

En el Tolima encontramos que todavía hay personas desaparecidas y nadie ha dado razón de ellos, y para poder tener sus beneficios, tienen que llegar a la Comisión de la Verdad y hablar de una forma amplia.

E.N.D.: ¿Cómo será esa construcción de verdad? Va a ser una única verdad...

C.G.O.: Eso es lo que estamos hablando todavía internamente. Pensamos que no hay una única verdad, entonces nos vamos por la hipótesis más fuerte teniendo una posibilidad de una segunda hipótesis que puede ser valedera.

Este esclarecimiento lo vamos a cruzar, porque todos van a ser muy justificativos. Cada quien tiene una verdad. Cuando hablamos con las Farc, nos dan su verdad y si vamos donde los militares o los empresarios nos van a decir la de ellos. Por eso es importante los registros de prensa de la época o el Centro Nacional de Memoria Histórica, o sea, no iniciamos en cero, iniciamos sobre lo construido, constatando la información.

Debemos producir un informe final que lo estamos planeando de muchas formas. Como debemos llegar hasta los territorios, por ejemplo, si vamos al sur del Tolima, tenemos que hablar con el mismo lenguaje y los mismos dichos. O si hablamos con los diferentes grupos indígenas, que son muy orales, tenemos que transmitir eso de forma oral.

La parte escrita va a quedar traducida a las lenguas indígenas y cuatro idiomas principales, pero también a través de la música, el arte, una obra de teatro, una película o promociones de cultura.

E.N.D.: ¿Cómo dimensiona semejante responsabilidad?

C.G.O.: Le vamos a decir a nuestros nietos qué fue lo que pasó y cuál es la verdadera historia en Colombia. No es la verdad de la Comisión, las Farc, los militares, el Gobierno o los empresarios, es una verdad que tenemos que construir entre todos. Creo que la verdad es la del pueblo que sufrió y que tiene su dolor.

En el Tolima tenemos muchos mitos y leyendas, y las verdades se construyen también sobre estos relatos, porque a través de la historia que nos cuentan nuestros mayores, se va distorsionando la verdad. Tenemos que tener el apoyo y la colaboración de todos los que tengan un pedacito de verdad, que sea constatada, verificada y resista cualquier impugnación o cualquier pregunta para poder asegurar que es la hipótesis más cercana a la verdad.

Tenemos tres años solamente. Yo le diría menos, porque los últimos seis meses son para construir el informe final y dar las recomendaciones para no repetición.

E.N.D.: Respecto a no repetición, parece que el ciclo de violencia se está reactivando. ¿El informe va a tener efectos?

C.G.O.: Yo fui a La Chinita, en Apartadó, Antioquia, y encontramos los líderes que sufrieron los daños de la masacre de la guerrilla. Como una señora que se agarró de las manos de su esposo muerto porque le pegaron ocho tiros y el guerrillero le dijo ‘si no lo suelta, también se muere’. Hablamos con alias ‘Karina’, quien fue la que ordenó esa masacre. Cuando esas personas ven a las víctimas, sienten ese dolor.

Unos compañeros míos fueron a hablar con algunos de los exparamilitares y les decían que lo que más los ha conmovido para poder colaborar, es escuchar a las víctimas y que comprenden el dolor que causaron. También escuché eso de las Farc. Lo están diciendo, vamos a ver qué resulta y esperamos que colaboren bastante.

En Colombia no podemos hablar de un posconflicto, sino un posacuerdo, que dura 10, 20 o 30 años, porque van a existir muchos odios y hay gente que dice ‘yo no perdono, no me reconcilio y ese señor tiene que podrirse en la cárcel o lo voy a matar’.

La verdad sirve para hacer una catarsis, tomar conciencia y a decir ‘ya, voy a descansar, me saco por dentro estos odios, puede que no lo perdone, pero yo no hago mal, porque se vuelve un espiral de violencia’. Por eso la sociedad colombiana tiene que ver que cuando hayamos entendido que todos tenemos un granito de arena en el conflicto armado, este conflicto se acaba.

E.N.D.: Ese es el pulso que se esta dando. Con nombre propio dicen que el senador Álvaro Uribe está lanzando dardos para que la verdad no salga a relucir...

C.G.O.: No puedo hablar de política. Son muchas las personas que en Colombia no quieren que se conozca la verdad. Por ejemplo, gente de las autodefensas, del Gobierno o de los partidos políticos, que desde hace mucho tiempo tienen una responsabilidad dentro del conflicto. En Colombia no podemos decir que nadie tiene rabo de paja, por acción, por omisión, por permitir o por hacer. Muchas acciones del Gobierno hicieron que este conflicto se escalonara. Pero hay excombatientes que están arrepentidos y quieren hablar con la verdad en contra de sus propias organizaciones.

Para la verdad tenemos cinco preguntas básicas: qué nos pasó, por qué nos pasó, qué se hizo para que pasara, cuál fue realmente el fondo y quién se benefició.

Tenemos un problema del que se benefició y se beneficia mucha gente: la droga, con miles de millones de dólares que alimenta la violencia en Colombia. Si no hubiera narcotráfico, hace muchos años podríamos haber terminado este conflicto, pero mientras el negocio de la droga permanezca será gasolina que alimente el conflicto armado.

E.N.D.: Pero se ha hablado que el problema radica en la desigualdad...

C.G.O.: Yo he ido a regiones recónditas de Colombia donde las personas viven de lo que producen, del pancoger de su tierra y no quieren más. Aquí mismo en el Tolima, al hablar con los campesinos del sur, me dicen que viven felices, porque tienen cachaco, yuca, plátano, gallina, huevos y no necesitan más para vivir, porque sus hijos están creciendo en un entorno saludable.

Las desigualdades no son el combustible para la guerra. Salvo cuando esa desigualdad ha sido impuesta a la fuerza porque lo desplazaron o le quitaron su oportunidad de vivir en paz. Pero cuando un campesino vive tranquilo y feliz porque tiene todo a su mano, no es que sea un persona que se haya acostumbrado, sino porque sabe que es la mejor vida que puede tener. No es genérica la desigualdad en Colombia como causa del conflicto.

E.N.D.: En el Tolima, ¿cómo se va a empezar a actuar?

C.G.O.: Tenemos unos meses de aprestamiento y por eso es que vengo al Tolima, a hablar con la Gobernación, los militares, la sociedad civil, los alcaldes, las juntas de Acción Comunal, las organizaciones de víctimas, los empresarios y con todo el que se sienta afectado en este conflicto.

Voy a hacer un recorrido por el sur en esta primera correría de dos semanas, escuchando la gente, que cuente qué les pasó y me digan cómo quieren que los atendamos. Vamos a tener unas comisiones móviles que tomarán las declaraciones.

En Tolima tenemos que hacer un informe general que tiene una devolución, es decir, venimos al Tolima a enseñarles lo que pensamos que es la verdad, les consultamos qué piensan y le entregamos el informe, sin que sea el final, para que pueda ser criticado, demolido o le agreguen.

Credito
EL NUEVO DÍA

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