“De parte y parte se debe respetar el Acuerdo de Paz”, arzobispo de Ibagué

Crédito: HÉLMER PARRA - EL NUEVO DÍA
Con motivo de la Semana por la Paz, monseñor Orlando Roa Barbosa, arzobispo de Ibagué, habló de la necesidad de construir a diario escenarios de reconciliación. Pidió seriedad en el cumplimiento del proceso de paz.
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¿Qué sentido adquiere la Semana por la Paz en las actuales circunstancias del país?

Esta actividad, que no es exclusiva de la iglesia católica, sino que involucra a gremios y líderes comunitarios en Colombia, tiene este año el lema ‘Demos el paso, el reencuentro es con la paz’, la cual miramos desde tres elementos de reflexión: Uno, el respeto por la vida, ante un contexto local de muertes llegadas por violencia, aborto, suicidio y espero que no por eutanasia; dos, el compromiso con la familia, que es la célula de la sociedad, siendo una pequeña iglesia en donde se cultivan la fe y las virtudes cristianas, y tres, promover la seguridad social, educando a las nuevas generaciones para evitar situaciones como el consumo de sustancias psicoactivas.

¿Por qué sigue costando mucho la reconciliación en el país?

Porque hay muchos odios en la sociedad. Uno sufre mucho viendo a personas que hablan de tratados de paz peleando entre ellos. Eso es un mal mensaje. La polarización alimenta un odio en el ambiente social aprovechándose del tema político. Así nunca podremos vivir en paz. Yo no le creo a una persona que habla de paz y ataca a otros, sea el que sea. El ambiente político está muy signado y no favorece la paz. Me parece que deberían ser más coherentes en el discurso: trabajen por la paz y no inciten al odio ni creen malestar en medio de la sociedad. En Colombia se vive indisponiendo a unos contra otros.

¿Cómo volver la construcción de la paz en una tarea genuina de cada ciudadano?

La Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II, dice que la paz es una tarea de todos y permanente. No podemos cantar victoria con relación a la paz. Le pongo una anécdota: cuando estaba estudiando en Roma, en una parroquia al sur de Italia a la que iba los  fines de semana y las vacaciones, casi siempre las personas oraban por la paz pese a que allá no tienen los asesinatos, las bombas, las masacres. Me dijeron que vivieron la guerra y no se la desean a nadie, porque significa muerte, ruina, pobreza, sufrimiento, hambre, y no quieren repetirla. Entonces, aunque haya aparente paz en algunas partes, oremos y trabajemos por ella.

¿Le preocupa la implementación del Acuerdo de Paz?

De parte y parte se debe respetar el Acuerdo de Paz, pero si las Farc y el Gobierno no honran su palabra, se va a derrumbar. Hay que ser serios y si se hizo un acuerdo, que respeten el país y la gente, porque se crearon unas expectativas. Vea cómo estamos volviendo a la guerra en Colombia. Es muy triste escuchar estadísticas de masacres en el país, pasando más de 50 crímenes.

¿Qué lectura tiene de esa situación de violencia en algunas regiones?

Mis cinco años en la Diócesis de Espinal de 2015 a 2020 fueron de paz. Hemos vivido unos tiempos de tranquilidad. La gente estaba calmada y no se veían amenazas, extorsiones e intenciones de querer volver a la guerra. Ahora, de un tiempo para acá se escuchan voces de que por allí vieron un grupo armado, que por ahí se están organizando, que por allá están volviendo a intimidar. Dios quiera que no volvamos a esas circunstancias que hicieron sufrir tanto a las gentes del campo. La violencia se pone de manifiesto especialmente en la parte rural. Ahora, no soy tan pesimista. Veo que la violencia que se está dando en Colombia es fundamentada en el narcotráfico por el sur del país.

 

La pandemia y los nuevos propósitos

¿Cuál es la principal lección que nos ha dejado la pandemia?

Ganamos en responsabilidad ciudadana y caritativa. Eso significa, por un lado, ser disciplinados al acoger las normativas de los gobiernos para que la pandemia no haga presa de nosotros y, por el otro, a cuidar la vida de los demás.

¿Cree que también hay una experiencia para el cuidado del medio ambiente?

También. Se ha tomado más conciencia de la importancia de cuidar la naturaleza. Se ha hecho muy popular esa expresión del papa Francisco: cuidemos la casa común. Eso es una tarea de todos. Es muy bonito ver a los niños, jóvenes y adultos preocupados por cuidar la creación. Esa es una buena bandera en este tiempo que ojalá no se politice porque eso es muy aburrido.

¿Qué propósitos tiene como Arzobispo?

En estos días estamos empeñados en hacer una buena evaluación del plan de pastoral que está terminando y hacer un buen discernimiento de la realidad que estamos viviendo para empezar, con la ayuda de los padres, a elaborar un nuevo plan que apunte al crecimiento espiritual de la Arquidiócesis, el fortalecimiento de su parte administrativa, que ha resultado afectada por la pandemia; el trabajo en la fraternidad sacerdotal y acrecentar la vida pastoral. Como tengo 62 años y la vida ministerial termina a los 75, el plan sería para 13 años si Dios no dispone otra cosa.

Entiendo que piensa abrir un espacio para hablar con personas con ideas suicidas. ¿De qué se trata?

La vida es un don de Dios. En esta Semana por la Paz tendríamos que decirle una vez más no al aborto, no a la eutanasia, no al suicidio, no al homicidio. Decirle no a esas expresiones que atentan contra la vida humana, es decirle sí a la vida. Frente al suicidio, quiero empezar a prestar un servicio de escucha a personas que están viviendo un momento difícil. Estoy pensando en abrir una especie de consultorio. No sé cómo el Señor me va a ayudar para conseguir el recurso para sostenerlo, pero ya tengo prácticamente las personas que nos van a ayudar. Vamos a ayudar espiritual y psicológicamente a esa persona que necesita ser escuchada en un momento importante de su vida.

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Destacado

El Arzobispo hizo un llamado a las personas a apoyar la fundación del Divino Niño, organización que a través de la caridad sostiene a 100 adultos mayores, pero que está en crisis por cuenta de la pandemia.

Credito
EL NUEVO DÍA

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