“Siento aprecio y afecto por el doctor Wilson Leal. Lo considero amigo. Hace algunos meses no nos hablamos y hasta hemos sido compañeros de lucha, pero quiero ser claro: no me he reunido ni directamente ni a través de alguna persona con los dirigentes del jaramillismo. Ni ellos me han llamado ni yo los he llamado”, indicó Correa.

Aunque son incompatibles, a Correa y los Jaramillo los une una cosa: su animadversión por el barretismo. Al ser consultado sobre este aspecto en común, el cabildante insistió en que no hay una relación, pero enfatizó que “a futuro se necesita una alianza democrática regional para rescatar el Tolima de la famiempresa barretista”.

Correa afirmó que no es momento de hablar de política electoral, pues hoy las personas necesitan soluciones y ayuda integral ante la pandemia. Sin embargo, dijo que la ciudadanía debe advertir desde ya el riesgo de que un grupo político, como nunca antes en el Tolima, continúe apoderándose de las entidades locales.

“Hoy estoy concentrado en defender el patrimonio de la ciudad con control político y hacer propuestas, pero sí invito a los ciudadanos de todos los partidos a unirnos en una gran fuerza para salvar al Tolima de las garras en las que ha caído. El departamento tiene que analizarlo muy bien porque la profundización de ese modelo voraz de famiempresa puede conducir a una especie de feudalismo, algo que democráticamente le haría mucho daño a la región”, dijo el concejal.

El barretismo es la máxima expresión del término famiempresa electoral. En los últimos 40 años no habíamos visto algo así. Asistimos a una crisis política, democrática y moral con la cooptación del Estado, los roscogramas, el nepotismo y los desafueros personales