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La explicación la creo encontrar en que seguimos atados al modelo feudal de la propiedad de la tierra, con sus secuelas de esclavismo, racismo y sojuzgamiento, que a su vez se convierte en un germen de violencia. No obstante que el país ha dejado de ser rural para convertirse en urbano, la mentalidad y la política colombianas se han comportado obedeciendo a las relaciones sociales de antaño.
El cambio llegó para seguir cambiando, para desarrollar el capitalismo que aún no tenemos, para generar la riqueza y distribuirla más equitativamente, para tener visión de futuro e insertarnos en el mundo global a través de la ciencia, para defender la tierra con sus ecosistemas, para liderar la vida, para consolidar la paz. Solo había que vencer el tapón de una clase dirigente y política egoísta e incapaz de ver al mundo contemporáneo. Elegimos a un presidente que sabe interpretarlo, que analiza las causas de nuestros problemas y encuentra caminos de solución. Ahora necesitamos unir. Rodolfo Hernández ayudó a vencer a esa clase indolente y perversa, por eso lo veo apoyando a Petro, haciendo causa común contra la corrupción, construyendo puentes con la sociedad confundida que aún no comprende cual es la salida. La paradoja del cambio es ver a dos contendores edificándolo hombro a hombro, para el bien de todos.
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