Actividad sexual y enfermedad cardiovascular

La actividad sexual es un componente importante en la calidad de vida de todas las personas y no deja de serlo en los individuos con enfermedad cardiovascular (ECV) en todos los diferentes grupos de edad.

De hecho, actualmente se presenta enfermedad cardiovascular en personas cada vez más jóvenes.

Es frecuente que en el paciente con ECV ocurra disminución de la actividad y la función sexual, a menudo asociada a depresión, ansiedad y/o temor, tanto del paciente como de su pareja.

Efectos cardiovasculares inmediatos de la actividad sexual

Numerosos estudios han examinado las respuestas cardiovasculares y las neuro-endocrinas o neuro-hormonales, relacionadas con la excitación y la actividad sexual. Gran número de respuestas fisiológicas ocurren en el cuerpo y en la mente como preparación para el sexo y continúan durante él.

Tanto en hombres como en mujeres la frecuencia cardíaca y la presión arterial sistólica y diastólica aumentan ligeramente durante las actividades preparatorias de excitación. El mayor aumento sucede durante los 10 a 15 segundos que dura el orgasmo con un retorno rápido a los valores de reposo en los siguientes minutos.

Estudios realizados en hombres jóvenes casados mostraron que la actividad sexual con la pareja habitual es comparable con una actividad física leve a moderada, equivalente a subir dos pisos de escaleras, o a caminar rápidamente por un corto tiempo. La frecuencia cardíaca raramente excede 130 latidos por minuto y en individuos no hipertensos la presión sistólica tampoco excede los 170mmHg. 

Sin embargo, las respuestas son variables y hay que tener en cuenta la capacidad individual para ejecutar actividad física. 
Algunos pacientes, particularmente adultos mayores, pueden tener dificultades para alcanzar un orgasmo por razones médicas o emocionales. 

En el intento por alcanzar el clímax es posible que tales individuos puedan exigirse a un mayor grado hasta la fatiga y quedar exhaustos con una mayor demanda de su sistema cardiovascular. 

Actividad sexual y riesgo cardiovascular Angina coital (“angina d’amour”): 
Es el dolor en el pecho debido a falta de riego sanguíneo del músculo cardiaco desencadenado por el esfuerzo del acto sexual. Sucede más frecuentemente en individuos sedentarios y desacondicionados. Es poco probable que ocurra en una persona que ha hecho una Prueba de Esfuerzo normal en la que se demuestre una adecuada tolerancia al ejercicio.

Infarto de miocardio: 
La actividad sexual, principalmente en hombres de 50 a 60 años, se ha asociado a un riesgo relativo mayor de infarto. De todas formas, el riesgo es mayor tanto en hombres como en mujeres que sean sedentarios, comparados con los individuos físicamente activos.

El riesgo de reinfarto es bajo si el paciente se ha rehabilitado adecuadamente, está activo y tolera bien el ejercicio. 

Muerte súbita: 
En estudios de reportes de autopsias de casos de muerte súbita, entre 0.6 y 1.7 por ciento de los casos ocurrió durante el coito. Aunque este porcentaje es bajo, llama la atención que de éstos el 80 a 90 por ciento fue hombres y la mayoría (75 por ciento) sucedió mientras tenían una actividad sexual extra-marital, en la mayoría de los casos con una pareja más joven, en un ambiente no familiar y/o después de excesiva ingesta de comida o alcohol.

Recomendaciones

- Personas que han tenido un infarto cardíaco o que han presentado episodios de angina inestable, o a quienes se les ha implantado stents, o se les ha hecho cirugía cardíaca de revascularización, deben consultar al cardiólogo sobre el momento de la reiniciación de su actividad sexual.

- Para las personas que tienen factores de riesgo cardiovascular (dos o más de los siguientes: hipertensión arterial, tabaquismo, diabetes, niveles altos de colesterol, sobrepeso), es recomendable pedir consejo sobre aspectos relacionados con la actividad sexual. En la mayoría de los casos el especialista ordenará una Prueba de Esfuerzo para determinar el riesgo de sufrir un evento cardiovascular adverso durante la actividad sexual. 

- Las mujeres con enfermedad cardiovascular que estén aún en edad fértil deben recibir consejo sobre la seguridad de los métodos de anticoncepción y sobre el embarazo.

- Se debe evitar el uso indiscriminado de Viagra u otras sustancias similares indicados para la disfunción eréctil (incluyendo productos “naturistas”), especialmente en personas con los riesgos cardiovasculares anteriormente mencionados, porque existen medicamentos que pueden interactuar  con estas sustancias y producir efectos indeseables. 

-  Ante las dudas, siempre es mejor pedir consejo al médico.

- Una consejería sexual idónea y adecuada es importante para mujeres y hombres, para jóvenes y mayores, para los pacientes y sus parejas. 

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