En agricultura, 50% de la producción depende del agua

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Si la agricultura no cuenta con riego, no será competitiva. Para los expertos, la ausencia del recurso hídrico impacta la mitad de la producción.

Agricultura y agua son sinónimos; es más, no se pueden separar un solo momento, máxime ahora cuando el cambio climático es un hecho evidente qu se manifiesta con menos lluvias, aumento significativo del brillo solar y altas temperaturas.

Muestra de esa importancia, por ejemplo, se puede apreciar en el consumo de agua de un naranjo, el cual, en su etapa de desarrollo, puede requerir 20 litros diarios, pero en plena producción esa cantidad hay que multiplicarla por 10.

El uso adecuado del agua, asociado con buenas prácticas agrícolas, sanidad y fertilización, lleva a una máxima producción en cítricos, tal y como acontece en Brasil, la potencia mundial en exportación de jugo de naranja, que supera a Estados Unidos, dueño de ese renglón por muchos años.

En las zonas productoras de Lebrija, Rionegro y San Gil, una hectárea puede producir 20 toneladas de frutas; pero las siembras de los cariocas, las cuales son de alta tecnología y tienen como matriz central el agua, pueden recolectar, en esa misma área, más de 60 toneladas de fruta.

Lo anterior significa que la diferencia es del 200%, cifra que Colombia está lejana de lograr, pues en la mayor potencia agrícola de América Latina, la articulación entre las políticas estatales y el sector agropecuario no son una rueda suelta, sino un piñón bien engranado.

De acuerdo con el ingeniero agrónomo Víctor Hugo Morales Núñez, gerente de Agronegocio y Proyectos Ltda., AG&P, sin agua, perfectamente, las producciones se caen un 50% de entrada, y estas van cediendo aún más en la medida en que entra y se acentúa el verano.

“La gran ventaja del riego en las explotaciones frutícolas es que el pico de cosecha (que concentra la producción, y por abundancia al salir mercado baja los precios) no es concentrado, sino que se dispersa todo el año; entonces se tienen dos ventajas: hay una mayor producción y se logran mejores precios, al no llegar con toda la fruta cuando toda la región está de cosecha”, agregó.

Para Germán Pava Capacho, gerente de la Cooperativa de Paneleros de Santander, Coopanelas, el agua es sustancial en la siembra de caña.

Y es que las cifras son muy claras: una hectárea de caña panelera con un régimen de aguas ideal llega a producir 140 cargas de panela; pero si no se cuenta con el recurso hídrico y el verano es muy acentuado y largo, ese acopio al final de la cosecha no será mayor a 50 cargas.

“Hay otro agravante: cuando a la caña le hace falta agua, los azúcares se invierten, fenómeno que ocurre de manera idéntica al presentarse exceso de agua, como por ejemplo, en la ola invernal del 2010 y 2011. El jugo de caña no cuajaba en las hornillas, por ser solo agua”, agregó.

Palma, cultivo delicado

Santander es uno de los epicentros palmeros de Colombia, al punto de que en su zona las áreas pueden llegar a las 45 mil hectáreas.

Según León Darío Uribe, miembro de la junta directiva de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, Fedepalma, el cultivo no se puede concebir sin un buen régimen de lluvias. Sería ideal un sistema de riego, ya sea por aspersión planta a planta (143 por hectárea, ya que la siembra se hace a nueve metros) o por inundación.

“Si a la siembra de palma le hace falta agua, por ejemplo, producto de un fuerte verano, la producción se cae mínimo un 30%. Hay que tener en cuenta lo siguiente: las producciones de 40 toneladas por hectárea se dan en contadas excepciones. Podemos hablar de una plantación de 30 toneladas por hectárea año como buena. Las precipitaciones anuales ideales serían del orden de dos mil 700 milímetros anuales; por encima de ese rango comienzan los problemas sanitarios, tal y como ocurrió en 2010 y 2011, cuando en Puerto Wilches explotó el problema de pudrición de cogollo, PC, que hoy tiene afectadas más de 60 mil hectáreas”, agregó.

Alto costo

Alberto Rojas, campesino que tiene una pequeña parcela en Rionegro, Santander, estima que el riego es esencial; sin embargo, acceder a esa tecnología, que no es la de punta, termina siendo muy costoso.

Según su experiencia, para ponerle microaspersión a una hectárea de cítricos, el costo supera los $3.5 millones, incluyendo los tanques de almacenamiento, mangueras, llaves y microaspersores.

“Esto es lo más sencillo; pero su costo es alto; de ahí que muchos productores no puedan acceder a ellos, ya que se debe pagar por una asistencia técnica, pues se tiene que aprovechar la gravedad, para no recurrir al uso de energía”, agregó.

En su concepto, “el riego le permitirá tener cosecha todo el año. En el caso de los limones, se podrá estar en el tiempo de altos precios, pero también en los de ‘bajanda”, agregó.

Rojas enfatizó que el agua, en su cultivo, es más vida.

Datos de cultivos

De acuerdo con la FAO, 15 cultivos del planeta proporcionan el 90% de los alimentos consumidos en todo el mundo.

Tres tienen una alta significancia: arroz, trigo y maíz, ya que se constituyen en la base de la alimentación de 4.000 millones de personas.

Para la FAO, los cultivos del mundo demandan entre 1.000 y 3.000 metros cúbicos por tonelada de cereal cosechada. “Es decir, se requieren de 1 a 3 toneladas de agua para obtener 1 kilo de arroz”. En una gran cantidad de países en vía de desarrollo, por falta de adecuada tecnología, el riego representa el 90% del uso del agua.

Según la FAO, el agua “requerida para alimentar a una persona, en función de su dieta, varía entre 1.000 y 3.000 toneladas de agua al año”.

En el mundo existen 500 millones de pequeñas granjas que hacen mal uso del agua.

Arroz sin agua no existe

La planta de arroz es semiacúatica; es decir, literalmente debe tener agua hasta “el cuello”, hasta cuando la espiga cuaje el grano. De lo contrario, el vaneamiento será lo que se tenga como cosecha.

De acuerdo con Rafael Hernández Lozano, gerente de la Federación Nacional de Arroceros, Fedearroz, el riego en arroz se debe medir en litros por segundo. En una plantación medianamente tecnificada, serían entre dos y cuatro litros por metro cuadrado.

Para el directivo, si los arroceros del país trabajaran con el programa de Adopción Masiva de Tecnología, Amtec, la utilización de agua bajaría en un 50%, ya que su uso va acompañado de un acondicionamiento con tecnología de punta del suelo, nivelación por láser, curvas a nivel y camellones con láser.

El Amtec, en concepto de Hernández Lozano, permite llegar a una producción que puede oscilar entre ocho y nueve toneladas de arroz paddy (con cáscara); es decir, aproximadamente, 150 bultos de 60 kilos por hectárea.

Pero, si no se cuenta con agua y se trabaja lo que conmunmente se denomina “arroz secano”, la producción estaría entre cuatro y cinco toneladas; es decir, una merma del 40%. “Lo más interesante de la nueva tecnología, que se aplica en el país con muy buenos resultados, es que se ahorra un 30% en costos de producción, variable que es muy significativa en un cultivo donde la inversión debe ser milimétrica”, agregó.

Rafael Hernández dijo que en arroz hay que tener una buena utilización de agua y sanidad del cultivo. Si falla una de las dos, el cultivo no será viable.

Credito
MARCO A. RODRIGUEZ PEÑA

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