El campo es llamativo, pero con oportunidades

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Los jóvenes no encuentran en la agricultura una forma de desarrollar sus conocimientos y, mucho menos, de subsistir. La migración es su alternativa, pero también es un grave problema, pues el campo envejece a diario.

En la presentación preliminar del Tercer Censo Nacional Agropecuario, volvió a flotar una realidad que todos conocían: el campo se envejece; no hay mano de obra joven para seguir laborándolo, de ahí que su futuro tenga gran talanquera.

Según Juan José Perfetti, director del Dane, en el rango de personas que están entre los 15 y los 34 años empezó a verse disminución, mientras que a partir de los 39 años empieza a crecer la población.

Lo anterior da a significar que los jóvenes no ven en el campo la forma de desarrollar un proyecto de vida, por lo que la migración es su alternativa.

Muestra de lo anterior se vive en cada cosecha cafetera, donde la mano de obra es cada día más escasa. Para la cosecha de mitaca en el Eje Cafetero faltaban cerca de 20 mil recolectores, y en Antioquia, la necesidad superaba las 30 mil personas. Lo mismo aconteció en el resto del país.

¿Pero qué debe hacer el Gobierno nacional para que los jóvenes vuelvan al campo?

De acuerdo con Rafael Hernández Lozano, gerente de Fedearroz, el gran problema del campo colombiano es uno solo: la falta de oportunidades.

“Desde hace muchos años, el campo dejó de ser rentable y es imposible pedir a un joven que se quede cuando no vislumbra futuro. Ese muchacho se aventura a la ciudad en búsqueda de un mejor estar, porque al quedarse en el campo ni siquiera tiene la opción”, agregó.

Para el directivo, Colombia debe tomar ejemplo de Ecuador en su recuperación del agro: lo protege, lo incentiva, lo dota de infraestructura y, además, existe una política clara y definida para el sector, una situación contraria a lo que se vive en el país.

“La reforma agraria que propone el Gobierno será un fracaso, si al campesino no le entregan tierra fértil y un proyecto productivo. Mire, un ejemplo: las únicas tierras que fueron entregadas a los campesinos en 1968 y que hoy están en manos de sus nietos son las ubicadas en los distritos de riego del Zulia, Saldaña y Campoalegre. Son productivas y tienen infraestructura. De ocurrir lo contrario, el campesino se ve en la obligación de venderla, para seguir subsistiendo”, agregó.

Gerente y no galponero

Según Marta Ruth Velásquez Quintero, directora ejecutiva de la Federación Nacional de Avicultores, Fenavi, seccional Santander, uno de los graves problemas del sector es la falta de mano de obra.

“Es más fácil conseguir al gerente de una avícola que a un galponero, a pesar de que esa persona contaría con un salario formal y, además, porcentajes por producción. Lo anterior se debe a que el campo se quedó solo y los jóvenes, desde hace mucho tiempo, salieron en busca de otras oportunidades a la ciudad, así sea ingresando a los cordones de miseria”, agregó.

En el concepto de la directiva, si queremos que los jóvenes vean al campo como una empresa rentable y de oportunidades, debe existir una política definida para el agro, de lo contrario, no habrá solución alguna y el envejecimiento del campo seguirá siendo la constante.

“Hay un ejemplo muy dicente de esa grave situación: hemos coordinado con el Sena la implementación de programas para formación en actividades del sector avícola. Se han abierto, pero esas iniciativas hay que cancelarlas por la falta de interesados. Se abre para 50 personas y desgraciadamente, solo se inscriben cinco o menos”, agregó.

Fuerte reducción

De acuerdo con Rafael Mejía, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, no se puede desarrollar el campo sin presupuesto.

Por lo anterior, en 2016, el Gobierno debe mantener como mínimo el presupuesto de 2015, lo que “daría una señal clara del compromiso con el sector”.

La preocupación de la SAC radica en que la reducción es drástica, al punto que llega al 52% del monto, ya que se pasó de $4,2 billones en 2015 a $2,05 billones.

De acuerdo con la SAC, el escenario por programas es aun más preocupante. Con excepción del sostenimiento del presupuesto de la Unidad de Restitución de Tierras, todas las demás entidades y programas sufrieron fuertes recortes que van desde un 50% hasta un 90%.

Diego Gómez aún trabaja en el campo. Acaba de cumplir 18 años y le falta uno para terminar su bachillerato, pero le gustaría estudiar una carrera afín al agro. Su caso es particular. ¿Y la posibilidad de seguir estudiando? Responde: “No, por ahora no. No tengo cómo. Hay que buscar otros rumbos”.

Inyección presupuestal

El discurso del Gobierno nacional para con el sector agropecuario es muy bueno, pero no se siente lo mismo en la práctica, y mucho menos cuando se ven detalladas las asignaciones presupuestales.

De acuerdo con Hernán Hernández Peñaloza, presidente de la Sociedad de Agricultores de Santander, SAS, y miembro de la junta de la SAC, en un principio se dijo que para el agro serían destinados $5 billones; luego, que por cuenta de los recortes, llegarían $3 billones, y ahora se ha dicho que solo serán $1,5 billones.

“Lo anterior significa que no le van a cumplir a nadie, y de ahí a que comience la ejecución, de seguro llegará otro recorte”, agregó.

Hernández Peñaloza dijo que la inyección presupuestal para el agro solo tiene relevancia en las campañas políticas; de ahí en adelante, no se vuelve a mencionar. asrguró.

Según el directivo, un Gobierno no puede pretender que el campo sea mirado como una empresa de oportunidades en la que los jóvenes se queden, si no se cumple con lo mínimo para hacerla medianamente atractiva.

“Es absurdo que a las pocas empresas agropecuarias existentes, por ejemplo, la luz se les cobre como si fuesen del sector financiero y estuviesen ubicadas en el Centro de la ciudad”, agregó.

Para nada amañador

Las cifras presentadas en el Tercer Censo Nacional Agropecuario por parte del Dane revelan que no es posible pretender que un joven piense, al menos, en quedarse en el campo, pues el atraso es absoluto.

Según el Dane, en los últimos 55 años se incrementó la proporción de las Unidades de Producción Agrícola, UPA, de menos de cinco hectáreas, que representan el 69% y ocupan menos del 5% del área sembrada.

“El 0.4% de las UPA en Colombia tiene 500 hectáreas o más y ocupa el 41.1% del área sembrada”, se consigna en el informe del Dane.

La producción en el agro colombiano aún se desarrolla con el azadón, pues según el Censo Agropecuario, el 83.3% no cuenta con maquinaria para el desarrollo de actividades agrícolas y el 83.1% dijo no tener infraestructura.

Con respecto al crédito, la cifra es bastante preocupante, pues el 89% afirmó no tener acceso a ese recurso.

La demanda del crédito provino, en su gran mayoría, de los pequeños productores (menos de cinco hectáreas), con 67.2%.

La asistencia técnica es un recurso exótico en el agro colombiano, pues según el Censo Agropecuario, solo el 9.6% de las UPA contó con este servicio sustancial para la producción.

En cuanto a la mano de obra, “dos terceras partes de los dos millones 100 mil trabajadores permanentes de las UPA son miembros del hogar del productor y se concentraron en las UPA de menos de cinco hectáreas”, según se consigna en el informe del Dane.

En las explotaciones, la mayor apropiación de agua para los cultivos proviene de lagos y lagunas, y los distritos de riego tienen la menor.

Del 49% de las UPA menores de cinco hectáreas, aproximadamente el 60% destinó su producción al autoconsumo. 

Credito
MARCO A. RODRIGUEZ PEÑA

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