“Sancocho”: un proyecto donde el bosque se come al potrero

Marco A. Rodríguez P. - EL NUEVO DÍA
Esta metodología se trabaja en regiones de Colombia que van desde la Sierra Nevada de Santa Marta hasta Nariño. Igualmente, ya se encuentra implementada en Ecuador y Perú, y es factible que se lleve a México. Los modelos establecidos con café orgánico certificado, aparte de ser económicamente atractivos, son una oda a la belleza natural.

En Colombia un almuerzo de campo que se respete debe ir acompañado por un sancocho, un cocido suculento que se elabora con yuca, malanga, papa, arracacha, bore, auyama, varias carnes y granos, y según la zona del país, los condimentos tienen mayor acento; pero eso sí, en la mayoría el cilantro montuno es el que se encarga de fortificar esa amalgama de sabores en una sola olla.

Desde hace 17 años, el ingeniero agrónomo Nelson Galindo Collazos aplica ese principio, pero en agricultura: siembra varios cultivos al mismo tiempo, en el mismo lote; es decir, un “sancocho” agrícola.

Es una metodología que involucra cultivos principales y secundarios, siendo los últimos los de la caja menor, mientras que el principal queda establecido a los dos o tres años.

A lo anterior, se suman otros dos grandes activos: la producción es orgánica y la recuperación del bosque, una premisa ineludible.

“Acá no estamos inventando nada, procuramos recuperar la agricultura a la vieja usanza, tal y como la desarrollaban nuestros abuelos, donde en la finca se cultivaba de todo e incluso había comida para regalar”, agregó.

Galindo Collazos dice que esa mejorada metodología se puede aplicar a todos los cultivos de sotobosque (siembras combinadas con el medio ambiente), como por ejemplo: cacao, café, palma, caucho, cítricos, forestales y frutales, entre otros.

“Cuando el hombre los volvió monocultivos, comenzaron sus problemas de producción, plagas y enfermedades, porque los sacaron de su habitad natural. ¿Qué hay que hacer? No se necesita ser un gran investigador para entender que hay que devolverles esa simbiosis. Uno le ayuda al otro y no existe competencia, y el suelo mejora su condición física y química con el pasar de los días”, manifestó.

El modelo, que es una especie de registro fotográfico con los solares o encerrados de las antiguas casas donde tenían sembrada una labranza, lo puede aplicar tanto un pequeño como un mediano y gran productor.

“La no utilización de químicos conlleva a ser menos agresivos con el medio ambiente. Por ejemplo, estamos trabajando un herbicida biológico que nos ha dado grandes resultados y es a base de jugo de uva. La producción de alimentos limpios debe ser una constante, ya que para nadie son un secreto los graves problemas de salud que afrontamos por la comida química”, agregó.

Según el investigador, su trabajo va en contravía de muchos postulados tradicionales; pero en el campo puede demostrar que la producción es mayor y limpia, se recupera el medio ambiente y prima la armonía con la naturaleza.

En Santander, pocos le creyeron; mientras que sus postulados han echado raíces en la Sierra Nevada de Santa Marta, Cundinamarca, Huila, Nariño, Sur del Cesar y en siete departamentos de Perú y uno de Ecuador.

“Se trabaja con variedades, para que el campesino haga la mejor selección para sus futuras semillas.

“Es volver a sembrar maíz para llevar al mercado, hacer las arepas, moler la harina para la mazamorra y darle de comer a las gallinas criollas y que ellas nos proporcionen huevos sanos”, enfatizó Galindo Collazos. Es volver al agro natural, pero sincronizado.

El contenido y valor de una hectárea

Nelson Galindo Collazos estima que los costos de producción para la instalación de una hectárea con “sancocho” está por el orden de los $30 millones, de los cuales el 50% es mano de obra. La tasa interna de retorno se tendría a los 24 meses.

“Esta metodología la puede aplicar un campesino en mil metros cuadrados y de seguro establecerá la seguridad alimentaria de su familia”, sostuvo.

Cuando se trabaja en una hectárea (10 mil metros cuadrados), tras efectuar el respectivo análisis de suelo, se establece el cultivo principal, seguidamente viene la sombra (17 especies de leña y maderables como guayacán amarillo o rosado, guamo, cedro, pino, eucalipto, abarco, galapo, anaco, chachafruto, árbol del pan y aguacate, entre otros). Luego se siembra el plátano y, posteriormente, la labranza como fríjol, maíz, achira, yuca, arracacha, auyama, patilla y melón, entre otras. “Entonces se tienen: 100 mil plantas de fríjol, 40 mil de maíz, 6.660 de café, 850 de sombrío, 10 mil achiras, 50 aguacates, 100 tomates de árbol y 100 lulos; además, en las calles se siembra tephrosia para sombra transitoria, la cual luego se corta y es un gran abono verde”, agregó.

“La máxima es la siguiente: cuando quede plenamente establecido el cultivo principal, éste no debe tener ningún costo, pues todo es apalancado por la producción de las siembras transitorias”, enfatizó.

Una producción récord

Don Jaime Rueda Balaguera lleva 49 años en el mundo agroindustrial, pero toda su vida ha vivido muy cerca del campo.

Con un socio tienen una finca en El Páramo, Santander, donde iniciaron como ganaderos. Ahora, los animales están semiestulados y el proyecto "sancocho", que se inició en 2011, comenzó a devorarse los potreros.

Tienen 14 hectáreas de café certificado Rainforest Alliance y 4C, y están encaminados en la búsqueda de sello verde, pues todo el trabajo en la finca es biológico.

Poseen café castilla y están haciendo unas pruebas con geysha y tabi, unos de los más cotizados en el mundo por su taza y enmarcados como gourmet.

Frente a la producción, dijo que en la cosecha anterior se recolectaron 120 cargas (en el primer proyecto de 2,5 hectáreas), cifras que de acuerdo con los expertos es histórica en plantaciones con enfoque orgánico y muy superior a muchas siembras tradicionales que se tienen en la zona.

Además, dijo que la producción de plátano le proporcionó cerca de $33 millones, al igual que lo recolectado por el maíz.

“El proyecto es rentable y el gran soporte inicial son los cultivos transitorios. Muy seguramente, en esta finca los linderos se seguirán corriendo, para darle paso al ‘sancocho’ ”, afirmó. 

Credito
MARCO A. RODRÍGUEZ PEÑA

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