El hierro y el zinc se le subieron al fríjol

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
La biofortificación de alimentos, para los expertos, es una herramienta que ayudará a controlar la desnutrición en los cordones de miseria de las zonas urbanas y ciudades. A través del cruzamiento de variedades, sin recurrir a métodos transgénicos, se obtienen plantas que proporcionan semillas más alimenticias.

La desnutrición infantil en Centroamérica y América Latina registra cifras más que alarmantes.

En Colombia, por ejemplo, en la zona norte, los indicadores dan cuenta de que por cada 10 mil niños entre uno y cuatro años de edad, anualmente mueren 85 por desnutrición y anemia.

Hace más de una década, el programa HarvestPlus se planteó un reto: buscar alimentos biofortificados, para entregarles esas semillas a las poblaciones vulnerables de las zonas rurales, en primera instancia.

En Colombia, ese proyecto lo lidera el Centro Internacional de Agricultura Tropical, Ciat, que tiene como finalidad “duplicar el contenido de hierro y zinc en granos de fríjol mesoamericanos, es decir, aquellos de color rojo y negro y tamaño pequeño”. Sus trabajos de mejoramiento genético convencional vienen desde hace 30 años.

De acuerdo con el ingeniero agrónomo José Restrepo Manjarrés, director de la Fundación para la Investigación y Desarrollo Agrícola, Fidar, los fríjoles biofortificados son obtenidos por mejoramiento convencional (entrecruzamiento) y no tienen nada que ver con el mundo transgénico.

“Se utilizan materiales genéticos de Colombia, Perú y de otras partes del mundo; unos que tienen unas características de altos contenidos de hierro y otros materiales tanto de Centroamérica como de Colombia, que poseen buenas condiciones agronómicas como tolerancia al estrés, a algunas enfermedades y, medianamente, a la sequía”, agregó.

Un fríjol común tiene 50 partes por millón de hierro, y el fortificado puede llegar a entre 80 y 90 partes de hierro por millón. Lo anterior indica que ese fríjol posee casi el doble de contenido de hierro, lo que facilita una mejor nutrición.

“Además, posee otra dos características importantes: tiene una muy buena degustación por su sabor y alto rendimiento, ya que se esponja al estar en contacto con el agua, lo que permite una cantidad apreciable con 250 gramos; es decir, es más rendidor a la hora de llevarlo a la mesa de los potenciales comensales”, agregó el investigador.

El ingeniero agrónomo Restrepo Manjarrés aclaró que cuando un niño o un adulto está bajo de hierro, se tiene que hacer lo que indica el médico y hay que suministrárselo farmacéuticamente; con los fríjoles fortificados se tendría un refuerzo, ya que se le proporcionaría a la persona de manera diaria en sus planes de alimentación.

El investigador expresó que los fríjoles biofortificados se liberarán en toda la zona Andina, en sitios que tengan una altura entre los mil y los mil 600 msnm, como por ejemplo en Santander, Tolima, Huila, Norte de Santander, Cauca, Valle, el Eje Cafetero y Nariño.

En primera instancia, irán para las zonas de economía campesina donde se tienen altos índices de pobreza y desnutrición, principalmente, para la población infantil; sin embargo, según el investigador, se busca llegar con ellos a las ciudades donde los cordones de miseria son altamente poblados y su alimentación es aún peor que la de las zonas rurales.

“En Agua Blanca, en Cali, y Ciudad Bolívar, en Bogotá, se encuentra una gran cantidad de personas mal alimentadas, principalmente los niños y las mujeres embarazadas”, agregó.

Para el directivo, los fríjoles biofortificados deben estar en los programas de alimentación escolar, como los PAE o Desayunos Infantiles, que han salido a la luz pública por estos días y están siendo muy cuestionados por el mal desempeño de los contratistas.

“Este tipo de fríjoles se deben tomar con cítricos, ya que permiten una mejor asimilación del hierro. Podría ser limón, naranja, uchuva, guayaba”.

Al referirse a las producciones, dijo que una hectárea puede llegar a los mil 400 kilos, lo que significa que están a la par con las variedades comerciales del mercado y que son de alta siembra en el país.

Trabajo arduo

Para Steve Beebe, líder del programa de Fríjol del Ciat, buscar una nueva variedad de fríjol biofortificado lleva cerca de cuatro años y se logra a través de cruzamiento natural.

Esa mayor concentración de hierro les permite a las poblaciones un valor agregado nutricional al que se suma alta tolerancia a enfermedades y a la sequía, cada vez mayor, producto del cambio climático.

Tras liberar las variedades, para el investigador, el mayor reto lo constituye la producción de semilla a gran escala, con el fin de masificar su réplica en las poblaciones. En esa labor jugarían un papel sustancial Corpoica, Fenalce e incluso los pequeños productores de semilla.

Las variedades están dirigidas a la zona Andina de Colombia, pero en Centroamérica se trabaja con siete variedades para atender las necesidades nutricionales locales. En el caso de Colombia, el proceso inició en 1994, es decir que 20 años después se obtienen los frutos, al llegar a manos de poblaciones en Colombia, Centroamérica y África.

Credito
REDACCIÓN AGROPECUARIA

Comentarios