Un Caín que no solo mató a Abel, sino a Eva

Conmovida por la historia que había escuchado durante las últimas 48 horas, la juez 14 de control de garantías de Bogotá, le confesó al sindicado, Yhonier Leal, su sorpresa por el hecho de que hubiera asesinado a su madre, mientras “otros, como yo, daríamos lo que fuera por tener con vida a la nuestra”.
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El impacto que le produjo el caso, más como persona que como jueza, es el mismo que han sentido todos los colombianos desde el pasado martes, cuando Leal decidió aceptar cargos por el crimen de su hermano, Mauricio, un reconocido peluquero de Bogotá, y su madre, Marleny Hernández.  ¿Cómo puede alguien matar a su madre y a su hermano?, es la pregunta que muchos se hacen desde ese día.

“Aprovechó la oportunidad para hacer mi manifestación de arrepentimiento, pidiendo perdón a mi familia, a mis hijos, a las víctimas y a todo Colombia por los hechos acontecidos, y a comprometerme a que jamás volverá a acontecer una situación de tal magnitud”, fue la única explicación que dio Leal en medio de la audiencia.

“Estamos hablando no de un hombre enfermo sino de un sujeto malvado que seguramente por situaciones, emociones y pensamientos de ira, envidia y codicia, planeó y ejecutó el crimen de sus dos familiares”, asegura el psicólogo forense Belisario Valbuena, experto en perfilación criminal.

Foto tomada de Colprensa / El Nuevo Día.

Y agrega: “es posible que tenga algún trastorno antisocial de personalidad, que es lo que comúnmente la gente llama psicopatía, por su falta de empatía y control sumado a su capacidad de mentir de forma patológica”.

Las investigaciones de la Fiscalía, que presentó un detallado informe ante la juez, muestran que Yhonier Leal venía planeando el crimen desde hacía por lo menos 4 meses.

Parte de su plan consistió en irse a vivir a La Calera, en donde abusando de la confianza de su madre y de su hermano, aprovechó para hacerles ‘inteligencia’: analizaba a qué horas salía Mauricio de la casa, qué se quedaba haciendo su madre en la casa, qué personas la acompañaban, quién los visitaba y, en últimas, cuál era el mejor momento para asesinarlos.

Los testimonios presentados por la Fiscalía también revelaron que la relación entre Mauricio y Yhonier no era buena.

Esteban Buitrago, quien administraba la publicidad y el mercadeo de la peluquería de Mauricio Leal, testificó que Yhonier le tenía envidia a su hermano. 

“Él (Mauricio) me mostraba muchas conversaciones que tenía con Yhonier por el celular donde lo trataba de tacaño y todo el tiempo le pedía plata”, afirmó.

Maryuri Orrego, también empleada de la peluquería, aseguró a los investigadores que Mauricio se enteró de que Yhonier hablaba mal de él con sus clientes; les decía que era un envidioso, que nunca lo ayudaba. Luego de que le pidió 300 millones de pesos de préstamo, que Mauricio no le dio, fue cuando aumentaron los roces.

Y Andrés David Sánchez Hernández, sobrino de Marleny Hernández, dijo que en la familia ya era un secreto a voces que “Yhonier vivía resentido con Mauricio por que teniendo tanto dinero no lo hacía” y que siempre estaba “estresado por las deudas que tenía”.

“El análisis nos permite decir que Yhonier Leal tiene rasgos de un sujeto calculador, perverso, que planeó sin duda la comisión del crimen. Eso descarta, en él, alguna situación clínica, psiquiátrica, patológica, con un posible diagnóstico por ejemplo de esquizofrenia o de cualquier otro trastorno”, explica el psicólogo forense Valbuena.

Foto tomada de Colprensa / El Nuevo Día.

En su opinión, es muy probable que la Fiscalía se haya quedado corta al decir que Yhonier planeó el crimen  durante 4 meses. Él cree que debía venirlo preparando desde mucho tiempo atrás, incluso por años.

Ese factor de competencia con su hermano es, según Valbuena, un elemento clave del crimen.

“Fíjese que él usa una de las prendas, que eran del hermano (una chaqueta blanca que usó en una entrevista con Caracol) como una especie de trofeo, para decir: ‘yo estoy aquí, mi hermano ya no está, ahora yo soy el centro de atención’”, dice.

 

Y, por supuesto, el dinero

 

A los investigadores de la Fiscalía les provocó sospechas el afán que tenía Yhonier por quedarse con el dinero de su familia. No solo presentó una serie de derechos de petición a Bancolombia y Davivienda para averiguar cuánto dinero había en las cuentas de su hermano y su madre, sino que se autonombró como representante legal de la Sociedad Mauricio Leal Peluquería, SAS, y designó como secretaria ad hoc a su ex compañera sentimental, Luz Helena Betancourt.

También hizo gestiones ante los fiscales delegados a cargo del caso para obtener los ‘tokens’ que le permitieran hacer retiros de las cuentas, porque, según la interceptación que le hicieron a su celular, “como sea, requería sacar dicho dinero”.

Al tiempo que mostraba tanta preocupación por el dinero, Yhonier no parecía demasiado conmovido por la muerte de sus familiares.

Su exnovia Lady Diana Salazar dijo también a los investigadores que lo notó más triste después de la muerte de su perro Dews. En las entrevistas que dio a diferentes medios de comunicación después del crimen, contestó con cierta frialdad, como si sus respuestas fueran preparadas.

Es imposible penetrar en la mente de un asesino, pero, las evidencias recogidas por la Fiscalía muestran que años de envidias, rencores y resentimientos, sumados a una personalidad patológica, terminaron dando lugar a un horrendo crimen.

“Yhonier, Mauricio y su otro hermano formaban parte de una familia disfuncional, una familia que ocultaba algunos antecedentes de maltrato psicológico, de maltrato entre ellos, de comparaciones, de poner en pedestal a uno de los hermanos por encima de los otros. El mote que se ganó Mauricio de ‘niño genio’ generaba no solo envidias sino odio, que es una emoción humana perniciosa, la misma emoción que desde tiempos inmemoriales se conoce en los textos de Caín y Abel”, concluye Valbuena.

 

El relato del crimen

 

Según la Fiscalía, los homicidios ocurrieron entre las 11:45 de la noche del domingo 21 de noviembre y las 5:53 de la mañana del lunes 22.

Yhonier llegó a la casa a las 11:37 p.m. Fue la última persona que entró, según confirmó la Fiscalía. Las cámaras de seguridad del conjunto permitían garantizar que nadie más hubiera ingresado a cometer el asesinato sin ser detectado.

Aunque Yhonier aseguró que se tomó una valeriana y durmió toda la noche, el tráfico de datos de su celular demostró que había navegado en aplicaciones como Youtube, desde la madrugada hasta las 10:30 a.m.

Yhonier atacó primero a su mamá en la cama de su cuarto en el tercer nivel de la casa y luego pasó al de su hermano en el segundo nivel. A ambos los atacó con el mismo cuchillo, pero a Mauricio, además, lo obligó con él a escribir la falsa carta de suicidio.

“Los amo. Perdónenme, No aguanto más. A mis sobrinos y hermano dejó todo. Con todo mi amor. Perdóname, mamá. 1124”, decía la carta (El número resultó ser la clave de la cuenta bancaria y la de los teléfonos de Mauricio y su madre).

Yhonier también obligó a su hermano a ingerir ocho pastillas de zopiclona, para hacer parecer que este se había suicidado, aunque Mauricio conscientemente sólo se había tomado una. Luego de cometer los crímenes, Yhonier movió el cuerpo de su madre, con guantes, desde la habitación donde la asesinó al cuarto de su hermano, es decir de la tercera a la segunda planta.

El movimiento dejó una mancha de sangre en el primer escalón antes de la entrada a la habitación de Mauricio. La Fiscalía encontró además una toalla en la habitación de Yhonier con sangre de su madre y suya, un trapero, líquido limpiador y un limpiavidrios. En la cañería del baño, la Fiscalía encontró sangre reciente.

Luego de limpiar la casa, a las 5:53 de la mañana, Yhonier tomó el celular de su hermano y escribió una nota explicando las razones del aparente suicidio y la modificó por última vez a las 6:15 am. La Fiscalía llegó a la conclusión de que esta+ nota tuvo que haber sido escrita por el asesino, porque a esa hora Mauricio ya estaba muerto.

A las 6:20 a.m. Yhonier escribió otro mensaje a José Yair Ruiz, conductor de Mauricio, en el que le decía: “No traigas la muchacha hoy, ve a la pelu, voy a dormir (emojis)”. El conductor aseguró que el mensaje se le hizo extraño porque Mauricio le enviaba mensajes de voz y siempre le decía ‘baby’.

A las 6:22 a.m. Yhonier mandó el último mensaje: “Perdóneme por todo, los amo”. Acústica forense confirmó después que la voz no era la de Mauricio.

 

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Credito
Colprensa.

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