Desde el infortunado combate en el que el pugilista perdió por nocaut ante el mexicano Jorge Arce, el 16 de noviembre pasado, la vida para la familia de Carmona cambió de manera repentina.

De recibir parte del sustento por los ingresos que el boxeo le daba, su familia pasó a vivir una etapa de sufrimiento por la salud del deportista.

“Ya no quiero saber nada de boxeo, nunca me ha gustado este deporte y ahora menos”, dice Salinas, con algo de resentimiento por esta disciplina deportiva.

La mujer cuenta que le insistió a su esposo en varias ocasiones para que cambiara de oficio, pero él siempre le respondía que primero tenía que ser campeón mundial en el deporte que lo apasionaba. Ese sueño no podrá cumplirse, pues, según Nolenis, los médicos le dijeron que Carmona no podrá volver a pelear cuando se recupere.

Sumida en la tristeza por el lamentable desenlace de la carrera como boxeador de su marido, en su casa -en el sector Panorama del barrio La María, donde creció Carmona-, la mujer recobra la firmeza de su mirada cuando cuenta las mejorías que ha tenido el pugilista desde que fue traído a Cartagena.

“En estos momentos él está mejor, gracias a Dios; ha ido evolucionando, esto es un proceso lento porque lo que él sufrió fue una lesión muy fuerte en el cerebro y los médicos nos han dicho que hay que esperar y pedir mucho a Dios para que todo salga bien”, dijo.

Y comentó, además, que ha evolucionado hasta el punto de mover sus extremidades y reconocer a las personas que lo visitan.