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Un gol de cabeza de Timo Werner, no siempre acertado pero indetectable para la defensa blanca, y otro de la joya inglesa Mason Mount mandaron al Chelsea a un escenario que no pisa desde 2012, cuando ganó en los penaltis contra el Bayern Múnich.
Allí le espera ya el Manchester City de Pep Guardiola. Habrá final inglesa, una nueva muestra de la hegemonía europea de los clubes de la Premier.
El Real Madrid, por su lado, deberá concentrar lo que le quede de sus energías en conquistar una Liga española que todavía tiene al alcance de su mano.
“Merecimos ganar. La primera parte fue difícil porque ellos tuvieron mucha posesión, pero fuimos peligrosos con nuestras contras, nunca perdimos el hambre y las ganas de defender”, sostuvo el entrenador del Chelsea, el alemán Thomas Tuchel.
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