Deportes Tolima, 10 años de una ‘batalla’ inolvidable

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
¿A quién no se le escapa una lágrima recordando en videos o recortes de periódicos la final de 2003, cuando el Deportes Tolima fue campeón? Pasó una década y ese memorable 21 de diciembre sigue intacto en la mente de los seguidores del conjunto de la ‘Tierra Firme’, así como para aquellos jugadores que marcaron la historia.

Por eso, EL NUEVO DÍA evoca hoy los momentos que vivieron cuatro futbolistas de ese plantel: Ricardo Ciciliano, Hernando ‘Cocho’ Patiño, Fredy Hurtado y Henry ‘Ferry’ Zambrano; un periodista, Guillermo Álvarez, quien presenció la gesta Pijao y escribió para esta redacción la noticia que por 49 años estuvo esperando el pueblo tolimense, y el presidente y máximo accionista del equipo, Gabriel Camargo, cuando la estrella se pintó de Vinotinto y oro en el firmamento colombiano.

Así como los padres recuerdan el nacimiento de su primogénito, los tolimenses no olvidan que hace una década vivieron una de sus mayores alegrías deportivas: ver al Deportes Tolima consagrarse campeón por primera vez en la primera categoría, superando en la final a uno de los equipos con más historia del fútbol colombiano, el Deportivo Cali.

Pero este inolvidable día no sólo lo recordarán los hinchas, sino también los futbolistas de aquel plantel que le brindaron esa felicidad a este pueblo sediento de gloria, puesto que para algunos de ellos significó ganar el primer título de sus carreras.

Aquella tarde, en medio de la algarabía ‘azucarera’ que inundó las graderías del estadio Pascual Guerrero no intimidó a los ‘Guerreros Pijaos’ que saltaron al gramado, acompañados por cerca de mil seguidores y con la convicción de bordar esa primera estrella en el escudo tolimense.

“Siempre antes de los partidos rezábamos, alguno tenía palabras, luego pedíamos a Dios que nos librara de alguna lesión, tanto a nosotros como a nuestros rivales y terminábamos con un grito de ¡Tolima! Eso lo hicimos durante el torneo y en la final. Dios nos escuchó”, aseguró el lateral Fredy Hurtado, quien ese día se enfrentó al equipo de sus amores.

Sonó el silbato de Óscar Julián Ruiz y rodó la esférica y los dirigidos por Javier Álvarez salieron desafiantes en busca de cortar la diferencia de dos goles que el Vinotinto y oro logró en su ‘templo sagrado’: el Murillo Toro.

“Los primeros 20 minutos fueron los más agonizantes para nosotros, porque el Cali salió a arrasar con todo”, recordó Ricardo Ciciliano, mientras que Henry Zambrano atinó en resumir que “fueron 90 minutos que comenzaron con sufrimiento”.

La embestida de los azucareros puso en peligro el sueño del pueblo tolimense y recortó la ventaja (en el juego de ida Tolima había ganado 2 - 0), al minuto 15 con Jorge Díaz y cinco minutos más tarde con Léider Preciado, todo parecía indicar que la estrella se pintaría de verde.

Apareció la lluvia, pero no aguó la ilusión de la ‘Tribu’ Pijao que revivió en el 34; el ‘Ferry’ Zambrano cruzó una pelota al corazón del área, Gerardo Bedoya se zambulló y envió la redonda al fondo de la red, un 2 - 1 que “fue un alivio”, afirmó Ciciliano.

Sin embargo, el onceno azucarero no se dio por vencido y con el aliento de su hinchada igualó la serie tras un remate de larga distancia de Elkin Murillo (39’), lejos de las manos de Diego Gómez.

Y llegó la gloria

Para la parte complementaria apareció la voz de mando, la voz del capitán: “En el camerino se habló en esos momentos de tener orden, que el equipo no se partiera y sacar la jerarquía de jugadores maduros y de recorrido”, afirmó Hernando ‘Cocho Patiño. 

Por su parte, Hurtado recordó que el segundo tiempo “fue más de trámite, porque el susto había pasado y definiendo desde los lanzamientos de pena máxima era una posibilidad grande de ganar el título, Diego (Gómez) estaba en buen momento y nosotros teníamos la seguridad de cobrar”. 

Esa seguridad la transmitió Fredy en los lanzamientos desde el punto blanco del penal, le dijo a Luis Augusto García que quería iniciar la tanda, “cuando terminó el partido me sentí con mucha confianza, a pesar de que no habíamos entrenado mucho las penas máximas. Le dije al profe ‘Chiqui’ que quería ser el primero en patear y me dio la oportunidad de hacerlo, afortunadamente iniciamos bien”, mientras que Léider Preciado empató la serie. 

El turno fue para Hernando Patiño, pero su cobro fue desviado por el cancerbero argentino Leo Díaz, “fue una sensación rara, se siente como si todo el esfuerzo que se hizo en la cancha no se viera recompensando en ese momento. No veía la hora en que se compensara la tanda de penales”. 

Gerardo Bedoya vulneró con un fuerte remate el arco de Gómez, Jhon Charria hizo lo propio y marcó, y en ese momento, la historia cambió. 

“Las personas recuerdan mucho las dos penas máximas que atajé y es una satisfacción enorme haber brindado esa estrella al Tolima que fue recompensada con gratitud, porque adonde salía siempre había un abrazo o una palabra de amistad”, recordó Diego Gómez a esta redacción, en una entrevista que fue publicada el 25 de junio de 2012. 

Y no era para menos. Máyer Candelo se paró frente al balón, Gómez aguantó, se lanzó al palo izquierdo y desvió la pelota, mientras que el brasileño Rogerio Pereira respondió con un remate que Díaz alcanzó a desviar, pero cruzó la línea de gol. 

Con la seguridad debajo de los tres palos, Gómez puso a dudar a Milton Rodríguez, quien decidió mandar un zapatazo fuerte, pero la pierna del guardameta impidió su ingreso al arco, ante la atónita mirada de la ‘mancha’ verde. 

Mientras los caleños se comían las uñas y esperaban que Tolima errara la pena máxima, las oraciones del pueblo tolimense encomendaban al uruguayo Jorge Artigas para que su remate sentenciara la ‘lotería’ desde el punto penal, y así fue. 

“Era increíble que un equipo chico pudiera ganarle a un grande de Colombia. Teníamos plena confianza de nuestras capacidades, experiencia y madurez, y se venía consolidando en la campaña. Al final, al ver que la malla se infló con el cobro de Artigas, corrimos y festejamos”, rememoró Ciciliano. 

Hombres como Fredy Hurtado, Hernando Patiño, Giovanni García y Nelson Rivas jugaron limpio, toda vez que venían del conjunto azucarero, pero su anhelo estaba en ser campeones del fútbol colombiano. 

Aquellas lágrimas fueron “de felicidad, aunque siempre he sido hincha del Cali. Pero cuando uno enfrenta al equipo de sus amores lo que quiere es ganar y quería ser campeón con el Tolima, afortunadamente se dio. Queríamos hacer historia en Ibagué, creo que hay un antes y un después del equipo luego de ese título”, dijo Hurtado. 

Por su parte, Patiño aseguró que “son sentimientos encontrados, pero prioriza el equipo que defiende en esos momentos. Aunque no celebré mucho en la cancha del Pascual por respeto a la gente del Cali y los compañeros que tenía allí, sí lo hice en Ibagué porque lo merecíamos”.

La ‘fiesta’ fue en Ibagué

Una rápida vuelta olímpica en el estadio Pascual Guerrero y algo de risas y abrazos en el camerino fue la celebración de los Pijaos en Cali, porque “todos pensábamos en el vuelo de regreso a Ibagué, queríamos festejar con los seguidores y nuestras familias”, indicó Hurtado.

Mientras viajaban los campeones rumbo a la Capital Musical, el aeropuerto Perales estaba a reventar; descendió Gabriel Camargo del avión con la copa y estalló el júbilo tolimense.

“Fue una locura. Llegó una estrella que era esperada desde hace cerca de 50 años y cuando llegamos al aeropuerto de Ibagué la gente no cabía, casi no podemos salir en el carro de Bomberos por el río de personas que nos esperaba, pero la hinchada se lo merecía porque sufrió mucho”, aseguró Zambrano.

Cerca de cuatro horas, recordó el ‘Cocho’, duró el desplazamiento desde el aeropuerto hasta el estadio Manuel Murillo Toro en el carro de bomberos, allí la ‘Tribu’ mostró el trofeo y dio la vuelta olímpica.

“Fue algo valioso y grande en mi carrera profesional, el haber liderado ese equipo al título me llena de orgullo y eso queda en la historia. El trabajo fue durante todo el semestre, en cada partido y entrenamiento, y los frutos se vieron en la final”, sostuvo Hernando Patiño.

Entre tanto, Ciciliano fue más allá y afirmó que este equipo campeón cambió la historia del fútbol en la región “y del fútbol colombiano, porque era raro que un equipo denominado chico pudiera quedar campeón. Fue el inicio de muchas cosas, nunca había ganado un título y esto consolidó mi carrera deportiva, a pesar de que tenía 10 años como futbolista no había alcanzado la gloria”. 

Y agregó que “rompimos ese hechizo y dimos un mensaje al balompié nacional, tanto así que en los siguientes años Tolima ha protagonizado en primer orden y ha disputado dos finales, infortunadamente no ha conseguido el título”.

A su vez, el ‘Ferry’ asegura que “cuando uno hace historia en un equipo queda marcado para toda la vida y lo recuerdan mucho. Se hicieron cosas destacadas en Tolima y se dejó una huella al lado del grupo que integramos ese año. Al pueblo de Ibagué le dimos una alegría que recuerda mucho”.

Luego de esa estrella de 2003, el Vinotinto y oro ha disputado en la última década dos finales, siendo derrotado en 2006-II por el Cúcuta Deportivo y en 2010-II por Once Caldas; “esperamos que la próxima temporada sean campeones”, concluyó Zambrano.

Actualidad

Ricardo Ciciliano, retirado del fútbol profesional hace un año vistiendo la camiseta del Atlético Huila, cuenta que “infortunadamente tuve una lesión muscular y por eso tomé la decisión de retirarme del fútbol activo. No se hizo bulla por el retiro”, indicó.

El barranquillero, que vistió la camiseta Vinotinto y oro desde 1996 hasta 1999 y que regresó de 2001 a 2004, se graduó como técnico de fútbol en la Atfa (Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino) el pasado 15 de noviembre y anhela dirigir en el balompié nacional, tanto así que su hoja de vida reposa en el club Deportes Tolima. “El exsenador Gabriel Camargo tiene mi hoja de vida y estoy esperando la oportunidad de algún día trabajar con el equipo en gratitud de todos esos años que me acogió y con las ganas de conseguir un título como estratega”, aseguró Ciciliano, quien además tiene desde hace seis años una farmacia en Barranquilla, la cual administra su padre. De otro lado, Henry Zambrano no ‘colgó los guayos’ del todo hace cuatro años y a pesar de estar radicado en Cali, por estos días disputa en Bucaramanga un torneo de fin de año al cual lo invitaron.

“Estoy contento porque todavía juego fútbol, en ocasiones nos reunimos con deportistas activos en el balompié y contento porque dejé una huella importante en el fútbol colombiano”, aseguró el ‘Ferry’, quien durante el año trabaja como empresario, observando a niños que pueden ser grandes futbolistas.

Entre tanto, Hernando Patiño, luego de descender a la B con el Deportes Quindío, indicó que se dispone a jugar su último año en el fútbol profesional. “Quiero jugar este último año y retirarme, terminé el contrato con Quindío y ahora estoy mirando qué oportunidad existe para 2014”.

Y Fredy Hurtado aún tiene ‘cuerda’ para rato, ya que no piensa todavía en el retiro. “Son 18 años como profesional, me siento bien aquí y espero seguir hasta cuando Dios quiera, la idea es continuar con el equipo”, aseguró. 

Un sueño con sabor a gloria

GABRIEL CAMARGO SALAMANCA                                                                                                                                                                                

 Presidente Club Deportes Tolima

Cuarenta y nueve años tuvimos que esperar para ver al Deportes Tolima campeón del balompié nacional. Muchos fueron los esfuerzos que directivos, jugadores y cuerpos técnicos hicieron para brindar a la afición tolimense un título, esa inmensa satisfacción de ser reconocidos como el mejor equipo del campeonato.

Los esfuerzos de los años 1957 y especialmente los de 1981 y 1982, nos dejaron un sabor agridulce en el alma, en razón de que entonces tuvimos equipos bien conformados, que dejaron en los estadios del país una huella imborrable en las aficiones y la crónica deportiva.

De ser llamados despectivamente como ‘Tolimita’ y a ser mirados por encima del hombro, como un equipo pequeño, con el que los clubes poderosos hacían siempre cuentas de triunfos, el Deportes Tolima pasó a labrarse un camino de respeto.

Y aunque ya habíamos esperado mucho tiempo y obtenido dos subcampeonatos en 1981 y 1982, que se sumarían más tarde a los de 2006 y 2010, aquella tarde del 21 de diciembre de 2003 llegó la tan anhelada estrella, que fue tantos años buscada por la institución.

La victoria en casa y el partido tan emocionante en el Pascual Guerrero, que nos llevó a definir esa final desde los tiros desde el punto penal, nos dio la felicidad más grande que el club haya alcanzado en sus 59 años de historia.

Esa felicidad compartida, a la llegada del equipo campeón a Ibagué esa noche, sumado a los miles y miles de hinchas que se volcaron a las calles de la capital tolimense para reconocer al plantel la victoria y su ingreso a la historia del fútbol colombiano, son momentos imborrables que para siempre llevaré en mi corazón.

Por eso a los jugadores, el cuerpo técnico, directivos, crónica deportiva, y, en especial, a la afición del vinotinto y oro, gracias por su apoyo; esa estrella es de todos y para siempre.

¡Fuimos felices!

GUILLERMO ÁLVAREZ B.

Acord Tolima       

Exredactor deportivo de El Nuevo Día.                                                                                                                                                                      

Editor general del periódico Q´HUBO.

Me piden los amigos de EL NUEVO DÍA que escriba sobre la conmemoración de los 10 años de la conquista de la única estrella del Deportes Tolima. Difícil misión resumir en pocas líneas esa catarata de sentimientos y emociones que embargó al pueblo ‘Pijao’ aquella tarde-noche del 21 de diciembre de 2003.

Basta entonces recordar esa gigante ola humana que recibió al corajudo conjunto de guerreros en el Aeropuerto Perales bien entrada la noche y lo acompañó a paso de tortuga hasta el estadio Manuel Murillo Toro, donde la fiesta continuó por varias horas, con la exhibición de aquel majestuoso trofeo que parecía más el botín de una tribu que acababa de ganar una batalla.

Pero no fue una batalla la que terminó aquella madrugada, sino la guerra misma en casi 50 años de existencia de la querida institución, o del SGDT (Siempre Glorioso Deportes Tolima, como me decía un maestro de periodismo y humanismo), porque se cerraba un capítulo lleno de tristezas, llanto, alegrías, penurias, dificultades y mucho corazón y ‘huevos’.

Por eso aquel día hubo quienes recordaron a los muertos de la tragedia del estadio; a los presidentes y dirigentes desaparecidos, a los viejos y románticos periodistas que aportaron su granito de arena; a los centenares de jugadores que pasaron por sus filas, algunos cracks y otros ‘bien palos’; a los fieles hinchas, ancianos y niños que amaron su bandera y sus insignias; y en general a todos los que pusieron su esfuerzo para que esa estrella ascendiera esa noche al firmamento.

Porque es cierto que el Tolima es rico en todo: Desde artistas hasta científicos; desde músicos hasta estadistas; desde paisajes hasta recursos naturales, pero hay algo en el imaginario colectivo que explota el orgullo de nuestra raza cuando mencionamos el nombre del equipo. Es como el posicionamiento de una marca en más de medio siglo en la mente del pueblo. Es el espejo de nuestras vidas, donde vemos risas y llantos, donde gozamos, pero también sufrimos.

En lo personal, fue también el culmen de mi historia como redactor deportivo en EL NUEVO DÍA. No en vano fueron 15 años asistiendo a los entrenamientos, buscando historias y reportando los detalles del elenco de la región en todos los estadios de Colombia y en diferentes países, antes de embarcarme en el proyecto de dirigir las riendas del periódico Q´hubo.

Y así como la estrella fue un premio para quien escribe, lo fue para todo el pueblo ‘Pijao’, digno de su raza y de su esfuerzo; digno de su historia y de su gloria. Aquel puñado de guerreros que logró la hazaña en Cali y que bajó con el trofeo del avión, era la representación de nuestros sueños e ideales. Por eso nadie aquella noche lloró de tristeza, por eso aquella noche fuimos felices. Al fin y al cabo, ¿qué otra cosa persigue el ser humano diferente a la felicidad? ¡Gracias, Deportes Tolima, y que siga brillando esa primera estrella en el cielo Vinotinto y oro!

Credito
JORGE LUIS HERNÁNDEZ S. (ACORD TOLIMA)

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