Maribel y su sonrisa contagiosa

EL NUEVO DÍA
Maribel Yepes disfrutó de principio a fin su participación en el ajedrez de los IV Juegos Deportivos Paranacionales, contagiando de alegría a sus colegas que no paraban de reír por su forma de ser.

El torneo de ajedrez en el marco de los IV Juegos Paranacionales finalizó el martes y el Tolima se adjudicó una presea de plata, pero más allá de los resultados, hubo una deportista que siempre salía de cada partida con una sonrisa, sin importar si había ganado o perdido.

De lejos, se podía ver como una persona común y corriente, pero al observarla detenidamente, Maribel Yepes, del Valle, es ciega pero esa condición no le impide ser feliz.

Charlando con sus compañeros o con otros jugadores, siempre le sacaba chiste a todo, su sentido del humor le brota en los poros, diciendo que la vida es para gozarla sin importar las circunstancias.

Una niñez accidentada

Maribel nació en Cali hace 34 años sin problema físico alguno, pero a los tres años de edad estaba jugando con su hermano, cuando accidentalmente él le lanzó las tijeras que usaban como juguete, que impactaron en su ojo derecho y le hicieron perder la visión por completo.

Nueve años después, en la celebración del Año Nuevo, Maribel estaba festejando con su familia, aunque para mala suerte de ella, esa felicidad cambió en un minuto, cuando el estallido de una pólvora la afectó el ojo izquierdo, lo que la dejó invidente por completo.

Estos acontecimientos fueron difíciles de asimilar para ella, pues a la edad de 12 años estaba en la etapa de la adolescencia y pese a batallar duramente con su nueva vida, Maribel buscó el lado positivo, no se dio por vencida y aprendió a convivir con su limitación.

“El proceso fue muy difícil emocionalmente, pero la misma edad que tenía me hizo tomar la decisión de empezar mi proceso de rehabilitación, no quedarme quieta y salir de la depresión”, explicó.

Yepes pudo culminar sus estudios de bachiller, ingresó a la Universidad del Valle y se graduó en Licenciatura en Lenguas Extranjeras, y hoy trabaja en la Gobernación del Valle, en la Secretaría de Educación.

“Si mi destino fue ser invidente para mostrarle y ayudarle a otras personas en la misma situación de discapacidad, me siento muy bien, porque creo que a través de lo que he hecho puedo servir de ejemplo para otros compañeros, para que salgan de la depresión y vean que nosotros podemos triunfar”, sostuvo.

Una gran ajedrecista

Su discapacidad visual no ha sido impedimento para ser una gran deportista: primero practicó ciclismo, pero luego vio en el ajedrez su mejor herramienta para sobresalir.

En Ibagué disputó sus cuartos Juegos Paranacionales, los tres últimos en ajedrez, y aunque no pudo llevarse una medalla en su categoría, se gozó el campeonato, porque ese era su principal objetivo.

“Me sentí muy feliz en Ibagué, nos acogieron muy bien, disfruté al máximo el campeonato, el lugar fue agradable para todos los jugadores y eso es lo más importante, que estuve cómoda y disfrutando este deporte”, indicó.

Felicidad completa

Hoy en día Maribel es feliz, vive con su hija Sara, de seis años de edad, a tal punto de que siempre que le preguntan por su historia de vida se burla de sí misma, porque dice que esta es la mejor fórmula para superar esos momentos difíciles que vivió en su infancia.

“Definitivamente disfruto la vida. Si Dios me da oportunidad de volver a ver, claro que la aprovecharé, pero si no se puede, tampoco me voy a entristecer como antes, porque he podido alcanzar muchas metas en mi vida, he tenido muchas oportunidades y he sabido aprovecharlas para salir adelante.

“A diferencia de mucha gente que tiene los cinco sentidos, puedo decir que mi vida ha evolucionado mucho más que algunas de esas personas y que tal vez, si pudiera ver, no hubiera hecho tantas cosas”, dijo.

Pero su labor en el deporte no solo es como atleta, también es dirigente y es la Presidenta de la Liga Vallecaucana de Deportes con Limitaciones Visuales, con el objetivo de impulsar a las personas que tengan este tipo de discapacidad a que practiquen el deporte.

Credito
JUAN CARLOS BLANCO CARDOZO

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