La Grande Place de Bruselas se tiñó de negro, amarillo y rojo este domingo. Ocho mil personas, el número máximo autorizado en ese lugar concreto por motivos de seguridad, desafiaban al fuerte calor para poder ver a los jugadores.
En las calles vecinas se habían colocado pantallas para que los hinchas pudieran seguir la ceremonia y luego la final del Mundial.
Según la policía de Bruselas, más de 40.000 personas aplaudieron a los jugadores, que el sábado ganaron 2-0 a Inglaterra en el partido por el tercer lugar.
Los 23 jugadores que volvieron de Rusia fueron recibidos primero por los reyes de los belgas y luego acudieron al Ayuntamiento de Bruselas, en plena Grande Place, con un autocar descubierto.
Raciones de patatas fritas, cerveza, 'selfis'... Los jugadores disfrutaron relajados de la jornada y fueron apareciendo uno a uno en el balcón, ovacionados por la multitud.
"La Generación Dorada ha cumplido el reto: destronar a los héroes mexicanos de 1986 y reescribir la primera página del gran libro de la historia de nuestro fútbol. Un poco como hizo la generación Zidane (1998) enterrando a la de Platini (1982)", subrayaba en portada el diario francófono Le Soir, con una alusión a la selección francesa, precisamente el país que eliminó a Bélgica en semifinales de Rusia-2018.
Antes del tercer puesto de esta edición, la mejor posición belga era el cuarto lugar de México-1986.
En las calles de Bruselas había un cierto resentimiento contra los franceses, antes de que éstos disputaran la final del Mundial ante Croacia.
"Este domingo, todos croatas": la viñeta del dibujante de Le Soir Pierre Kroll resumía el sentimiento compartido por muchos belgas poco antes del inicio de la final.
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