“Las reformas tributarias de los últimos 25 años han sido ‘remiendos’”, Carlos Gustavo Cano

Crédito: Archivo - Suministradas / EL NUEVO DÍAEl rector de la Universidad de Ibagué, Alfonso Reyes; Carlos Gustavo Cano; y el exrector de la Unibagué, César Vallejo. En la presentación de ‘Obras escogidas’
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El economista tolimense Carlos Gustavo Cano habló de los libros que ha escrito, la seguridad alimentaria del mundo, lo que necesita la agricultura colombiana y le dejó algunas recomendaciones a los candidatos presidenciales.
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EL NUEVO DÍA: ¿Cuál es el hilo conductor de la colección de libros que presentó en Ibagué?
Carlos Gustavo Cano: Son ocho libros que recogen los escritos que he hecho sobre distintos temas de la economía, agricultura y transición energética. Componen un conjunto que está interconectado y corresponden a 30 años de historia del país. Comienzo por la época de la apertura económica cuando creamos la Corporación Colombia Internacional como un medio para la reconversión y modernización de la agricultura. 
Paso también a relatar la historia de cómo se liquidó la Caja Agraria, yo estuve al frente de la entidad, que por fortuna se retomó esa iniciativa en el gobierno de Pastrana, por eso hoy es el Banco Agrario. La Caja Agraria terminó siendo liquidada por cuenta de la politiquería, de la corrupción sindical y de dificultades de toda índole en materia de cartera. 

E.N.D.: Respecto a ese libro, ¿cuál fue la principal consecuencia de la liquidación de la Caja Agraria?
C.G.C.: Eso creó un vacío enorme en la agricultura nacional. La década de los 90 fue perdida para la ruralidad debido a la mutilación que también se hizo del anterior instituto colombiano agropecuario, que fue eje fundamental de la revolución verde de los años 60, 70 y 80. Entonces, se perdió una cuarta parte de la frontera agrícola cultivada lícitamente, y se incrementaron los cultivos ilícitos emparejados con la multiplicación de los frentes guerrilleros. 

El tolimense Carlos Gustavo Cano fue codirector del Banco de la República desde 2005 por 12 años. También fue Ministro de Agricultura, dirigente gremial y ocupó cargos en el sector privado.

E.N.D.: ¿De qué tratan las otras obras?
C.G.C.: Retomamos una iniciativa que presentamos desde el Ministerio de Agricultura consistente en el resurgimiento de la Orinoquía Colombiana, especialmente desde el ángulo ambiental. Fue un trabajo arduo que infortunadamente no se prosiguió y que era de largo alcance. 
Posteriormente escribimos un tratado sobre la reinvención del desarrollo alternativo, que recoge la experiencia que tuve en Perú y Bolivia. Son lecciones para el caso colombiano, sobre lo que debe ser una nueva agricultura rentable para pequeños productores.  
Después hicimos un libro titulado ‘Después del TLC qué’, la historia de cómo se desarrolló esa negociación, y las oportunidades con los Estados Unidos. Y terminamos con el libro ‘Mi paso por el Banco’ -Banco de la República-. Esta iniciativa de la Universidad de Ibagué me honra mucho, al haber recogido todos estos escritos para ponerlos en una colección que han llamado ‘Obras escogidas’.  

E.N.D.: Algunos gremios piden renegociar los TLC por la competencia desigual y otros aprovecharlos. ¿En qué punto está Colombia?
C.G.C.: La renegociación de los tratados de libre comercio no es una idea fácil, no tiene mucha viabilidad, hay es que ajustar la economía para que pueda tomar provecho de esas oportunidades que dieron los tratados. Aquí no me refiero solo al acuerdo con EE. UU., sino también al de Europa.

E.N.D.: ¿Le preocupa el escenario del comercio internacional?
C.G.C.: Lo que ocurre es que hoy el proteccionismo se ha invertido, antes se hacía fundamentado en aranceles y subsidios directos para los agricultores. En el último caso, las economías emergentes como la nuestra, con fiscos débiles, no tienen capacidad de competir en esa guerra de tesorerías que durante mucho tiempo caracterizó al comercio. 
Pero recientemente con la pandemia y la invasión de Ucrania por parte de Rusia, estos territorios que constituyen al menos la segunda producción mundial de cereales, fertilizantes y energía, han puesto en vilo al mundo. 
Lo que hoy está viendo el mundo son suspensiones de exportaciones por razones de seguridad alimentaria; Indonesia bloqueó la salida de aceite de palma y la India de trigo. Cuando hay ese bloqueo del lado de la oferta internacional, pues la seguridad alimentaria vuelve al debate. Por eso, hay que tener una agricultura propia mucho más vigorosa, más estimulada, más sólida, y hay una serie de medidas que debemos empezar a aplicar.

E.N.D.: ¿Cuáles son esas medidas para tener una agricultura más “vigorosa”?
C.G.C.: Primero, la consolidación de la seguridad jurídica sobre los derechos de propiedad, lo cual pasa también por la titulación de predios que durante mucho tiempo han estado siendo explotados por miles de campesinos que no tienen títulos legítimos sobre los mismos. Por ende, al no tener títulos están excluidos del financiamiento formal.
Otra alternativa es estimular modalidades para que las nuevas generaciones puedan acceder a la tierra. Esos esquemas pasan por el arrendamiento, el usufructo, el comodato y las cuentas en participación, estableciendo incentivos tributarios cuando esas relaciones contractuales sean a largo plazo.
Y un elemento fundamental es el plan masivo de vías terciarias, que logren conectar a suelos muy fértiles de nuestras cordilleras y planicies con los mercados urbanos. 

E.N.D.: De cara a las elecciones, ¿qué le recomendaría a los candidatos?
C.G.C.: Estos temas que he mencionado son transversales a cualquier campaña política, creo que cualquiera que llegue a la Presidencia de la República va a tener la urgencia de aplicar estas ideas para poder ampliar la base agrícola nacional. 
Después de recuperar la agricultura en los primeros 10 años del presente milenio, volvimos a ser el principal productor de hoja de coca del mundo. De modo que hay mucho por hacer, de entender que la agricultura no solo se basa en la producción de comida, sino que es una actividad mediante la cual el territorio debe ser ocupado de manera productiva, civilizada y pacífica, es decir, en su significado político. 

E.N.D.: Sobre la frontera agrícola, ¿cuál es el reto?
C.G.C.: De cara a los próximos años el gran reto del planeta es alimentar a una población cada vez más grande, en medio del agotamiento de la mayor parte de las fronteras agrícolas. Las fronteras norteamericanas (EE. UU.  y Canadá), Europa y China se están agotando. 
Los únicos dos continentes que tienen una frontera agrícola disponible todavía ociosa son África y América Latina, y dentro de Latinoamérica Colombia. Nosotros tenemos una capacidad con las nuevas tecnologías de producir comida en 40 millones de hectáreas, y solo estamos cultivando 7 millones. De ahí que, hay un potencial enorme para poner en marcha la utilización productiva del territorio nacional. 
 
E.N.D.:¿Es necesaria una nueva reforma tributaria que no se limite a tapar huecos fiscales? 
C.G.C.: Tenemos un déficit agudo que no ha podido manejarse de manera apropiada, porque las reformas de los últimos 25 años no han sido verdaderas reformas sino ‘remiendos’. No ha existido una reforma estructural a pesar de los intentos que hubo últimamente, especialmente del exministro (Hacienda) Carrasquilla. Ese proyecto coincidió con la pandemia, pero desde el punto de vista técnico iba a mi juicio en la dirección correcta. 
¿Qué es una reforma estructural? Aquella que tenga por lo menos una vigencia de no menos de dos períodos presidenciales, es decir, ocho años. Con base en qué, tenemos una tributación muy pobre, Colombia tributa apenas el 15% del Producto Interno Bruto, en contraposición a Estados Unidos y Europa que superan el 40%. 
Lo que uno debería pensar es en ampliar la base tributaria de manera sustancial, de suerte que esa ampliación permita la reducción de tarifas, pero que también posibilite que el ingreso fiscal del Gobierno nacional se fortalezca y crezca.

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Credito
JUAN JOSÉ AGUIRRE Z / Redacción EL NUEVO DÍA

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