La tragedia ‘invisible’: asuntos con la quebrada La Plata

Crédito: Hélmer Parra - Juan Montoya / EL NUEVO DÍALos habitantes de las veredas El Retiro y La Plata - El Brillante cruzan la quebrada La Plata ante la ausencia de un paso digno para llegar a sus hogares, asunto que representa un riesgo latente.
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Desde hace varios años, los habitantes de la vereda El Retiro en el Cañón del Combeima, deben cruzar la quebrada La Plata con el riesgo de una creciente súbita. El afluente hídrico atraviesa de lado a lado el ‘carreteable’ que permite el ingreso de automotores a la vereda.
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la ruralidad colombiana es, como mínimo, un escenario en el que convergen tradiciones y ‘peculiares’ saberes. En el campo es necesario saber reinventarse y ser ‘sagaz’ a la hora de enfrentar los problemas que, comúnmente, no se ven tan latentes en las grandes urbes. 

A 40 minutos de Ibagué está ubicada la vereda El Retiro, una parte del ‘gran verde’ del Cañón del Combeima, dentro de los linderos del corregimiento de Villarrestrepo. 

Debido a la ausencia de un puente o una ‘carreteable’ en buenas condiciones, los pobladores rurales del sector arriesgan sus vidas por atravesar la quebrada La Plata, un afluente hídrico que pasa en medio de la carretera principal que comunica a las veredas El Retiro y La Plata - El Brillante.

Los conductores hacen ‘maromas’ para poder llegar al otro lado de la quebrada.

Cabe recordar que, ambas zonas rurales, son consideradas como “Áreas de Especial Significancia Ambiental” por ser lugares que deben ser conservados y protegidos por razones de su biodiversidad, teniendo en cuenta la flora, fauna, suelos, su valor geohidrológico (ciencia que estudia el agua en las rocas), el entorno paisajístico y la memoria histórica-cultural.

A su vez, en las veredas ha proliferado el ecoturismo por su cercanía a la cascada La Plata, la más alta del Tolima. Las actividades agrícolas, por las condiciones climáticas y de altura, están sujetas a la siembra y cosecha de mora, tomate de árbol, café, tubérculos, lulo, granadilla, plantas aromáticas y, probablemente, más productos.

Así las cosas, la mayoría de actividades que giran en torno a la economía, el cuidado ambiental, al ámbito educativo, al turismo sostenible y la vida cotidiana; se ven confrontadas por la situación que está presente en la zona desde la construcción de la vía, hace aproximadamente 22 años. 

El abandono de la mano estatal

Cuentan los pobladores que, hace veinte años, un ‘infortunio’ se suscitó por la ausencia de un paso digno entre las dos veredas. Una infante de 7 años falleció, luego de que una creciente súbita la arrastrara mientras caminaba con su tío y su madre. Según la historia, fue encontrada cinco metros abajo, sin vida. 

Veinte años después, en el mismo cruce donde ocurrió el suceso, las cosas no han cambiado mucho. Alcides Ortíz vive en la finca Bellavista en la vereda El Retiro, justo al lado del nacimiento hídrico de la quebrada que recibe el mismo nombre de su finca. Se dedica a la oferta turística y a la actividad agrícola y piscícola.

Puente hecho de guadua que es usado comúnmente por los transeúntes para evitar el paso por la quebrada.

Frente a la ausencia del puente, aseguró que son tres veredas las que se quedan incomunicadas cada que se ‘torea’ la corriente. “El Retiro es una de las veredas más pobladas del Cañón, hay aproximadamente 70 familias entre la parte alta y baja. La quebrada se nutre del páramo, por lo que puede estar haciendo un verano muy fuerte pero siempre fluirá con una gran cantidad de agua”, explicó.

Y agregó que “en la vereda El Retiro hay mucha oferta turística y agrícola. Hay senderos, restaurantes, alojamiento, piscícolas de trucha, cultivos y unas vistas muy bonitas. Este problema de la quebrada tiene afectada la oferta”. 

William Fabián Santos, presidente de junta de la vereda de El Retiro, comentó que por cuenta de la problemática, ha sido testigo de la dificultad que ha acarreado tanto en la economía y producción agrícola, como en la educación de los jóvenes que residen en la zona rural.

La cascada La Plata, reconocida por su importancia ecoturística y ser la más imponente del Tolima, nutre el afluente hídrico que imposibilita el paso entre ambas veredas. 

“Los ‘pelados’ que estudian en la escuelita del Retiro y viven al otro lado de la quebrada, a veces quedan sin poder cruzar por el río. Además, los productos son difíciles de sacar. Mi hermano produce mora y normalmente baja los sábados sobre las cuatro de la tarde. El fin de semana pasado estuvo hasta la medianoche esperando a que la quebrada bajara su cauce. Cuando se crece la quebrada, el agua alcanza a tapar hasta la piedra que está a la mitad del cruce”, detalló el presidente veredal.

El dilema, que cumple dos décadas de estar latente, fue “atendido” durante algunas ocasiones sin concretar una solución puntual y concreta. “El ingeniero Andrés Hurtado se comprometió durante su campaña en solucionar el estado de la vía y la construcción del puente. La carretera tiene 20 años y nunca la han hecho un mantenimiento de fondo. No hay señalización, alcantarillado ni iluminación. Acá también estuvo Óscar Barreto en su momento, pero tampoco sucedió nada” precisó Ortíz.

Así las cosas, continúa atravesando la quebrada a falta de una solución que ha estado pendiente por décadas. “Con mi sobrino, alguna vez pasamos y bajó una creciente por la quebrada. Nos arrastró y la moto cayó por un lado. Cuando iba a salir, mi pie estaba entre dos rocas. Tenía angustia, no por mí, sino por mi sobrino. Dí una patada y logré sacar la pierna. Al instante, veo una ‘brazada’ sobre el río y supe que mi familiar estaba bien, pero la moto se dañó”, recordó Santos. 

Medidas transitorias

Para evitar el cruce de esta quebrada, la comunidad dispone actualmente de un puente artesanal compuesto por cuatro fustes de guadua, atados con cable y alambre. Según Ortíz, en varias ocasiones esta estructura ha sido arrastrada por la creciente por su inestabilidad.

A su vez, Ortíz aseguró que “se ha hecho un adelanto para trabajar en una vía alternativa que acortaría la distancia a la vereda en dos kilómetros. La comunidad está de acuerdo y venimos trabajando en algunos permisos. El camino estaría ubicado después del puente de Pastales y cruzaría toda la vereda El Retiro. Falta un kilómetro y medio para empalmarla con la carretera del sector. La otra alternativa es construir un puente, algo que ya se ha prometido desde hace años. A la Alcaldía la vía no le debe representar mucho en inversión respecto al costo que tendría un puente”.

Esta redacción estableció que, junto al puente de guadua, hay dos estructuras que parecían ser los soportes de otro puente. Según Ortíz y Santos, hace veinte años se trasladaron las vigas desde la vereda Chucuní, al otro lado de la ciudad. Iban a ser usadas para la construcción de un puente, proyecto del que solo quedó la herrumbre y deterioro en ambas estructuras.

La La estructura de un proyecto de puente que jamás se llegó a ejecutar en el sector.

Ir a estudiar, esa es la cuestión

En la vereda El Retiro está ubicada una escuela rural, sede de la I.E.T Ambiental Combeima. Este centro educativo se concentra en la educación preescolar y primaria de los jóvenes que residen en esta zona del corregimiento de Villarrestrepo. 

Carolina Barreto es docente de la escuela desde hace 16 años. Para llegar a trabajar, toma un camino de herradura empinado y de difícil tránsito. “Este problema ha sido de toda la vida. Se están vulnerando derechos fundamentales. El derecho a la vida porque los niños están arriesgando su integridad. En la zona muchos conocen el caso de la niña que falleció años atrás en este cruce y por eso luchamos por un acceso digno a los niños y adultos. Además, es incierto qué sucede con las personas que requieren atención médica porque siempre están a merced de la quebrada”.

Ante la falta de garantías, varios jóvenes han perdido el año escolar por deserción debido al agudo invierno.

Y complementó: “También se vulnera el derecho a la educación. Cuando crece la quebrada, (los niños) no pueden venir a la escuela. Si está en las manos del alcalde construir un puente, le dejamos la inquietud de parte de la comunidad. Todos los adultos debemos ser garantes de los derechos de nuestros niños”.
La educadora aseguró que todos los niños han cruzado el río. En la escuela hay 31 estudiantes. “En el colegio trabajamos con el ecoturismo, se puede trabajar aviturismo y prácticas ecológicas con los niños, pero el restringido acceso limita el desarrollo de estas actividades”.

Cuando las lluvias se ‘arrecian’ y la quebrada crece, la profesora indicó que un estudiante puede faltar hasta una semana completa a estudiar porque “es la vida del niño la que se arriesga”, por lo que cuando retoman las actividades académicas, los alumnos deben adelantar actividades, asunto que en términos educativos es un inconveniente. “Hay situaciones en las que los niños cruzan la quebrada ‘mansita’ pero, cuando bajan, ya está crecida por lo que se quedan encerrados. Si el invierno es largo, a veces pueden faltar hasta un mes a clases”.

Los jóvenes rurales del sector deben usar constantemente botas de caucho y demás menesteres para llegar a estudiar, pues normalmente arriban a la escuela caminando.

“Hay días en que los niños llegan mojados, por lo que en la escuela les tenemos ‘ropita’ para que se cambien. Durante el invierno, llegan ‘lavaditos’. Y si no es mojados, llegan embarrados porque a veces se hacen barrizales. Los niños están enseñados a ‘su caminar’, para ellos es un ‘disfrute’. Con las condiciones, ya por más que a ellos les guste llegar a la escuela, se vuelve delicado por el peligro que significa la quebrada”, finalizó la docente rural.

"Mis padres cultivan habichuela, frijol y arveja. Cuando crece la quebrada, mi papá no puede bajar los cultivos. Necesitamos el puente, con todo el corazón. Mis hermanos estudian y cruzan el puente de guadua". Kevin Alberto, estudiante de El Retiro.

"Solicitamos un puente para pasar la comida. Cuando llueve no se puede pasar y se pierden los productos. Mis papás cultivan tomates y aguacates. Un día por la noche se creció la quebrada. Iban cruzando mi tío y mi hermano y se los llevó el agua. Ellos pudieron salir y la moto de mi tío se dañó". Valeria Celeste, estudiante del El Retiro

"Necesitamos el puente, en mi casa sembramos café y no podemos bajarlo por la quebrada. También tengo compañeros que no pueden ir a estudiar porque viven al otro lado de la quebrada". Santiago, estudiante del El Retiro

Dato

Aproximadamente 80 familias viven en la vereda El Retiro.

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Credito
JUAN MONTOYA PRADA

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