En ‘El Alacrán’ y ‘El Aguilón’ se movió el progreso de Villahermosa

SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
En la década del 50, los habitantes de Villahermosa escucharon el motor del primer automóvil que llegó; su dueño dejó el legado a su hijo, quien hasta mitad del nuevo milenio trabajó con uno de ellos. Ahora la muerte reunió a los hombres y renace el recuerdo del día en que ‘El Alacrán’ y ‘El Aguilón’ rodaron por el pueblo.

Con la muerte de Juvencio Muñoz Orozco, la población de Villahermosa recuerda la vida de un hombre, que en los años 60 y junto con su padre José Jesús Muñoz, llevaron con ‘El Alacrán y ‘El Aguilón’, el progreso a este municipio del Norte del Tolima.

‘El Alacrán’ y ‘El Aguilón’, fueron los primeros carros que recorrieron las empedradas calles villahermosunas: el primero, un berlina marca Nash (modelo 33 o 53) y el segundo, un Ford tipo ‘escalera’ modelo 46; en ellos se transportó la población desde 1956 hasta 2005.

Cuenta Beatriz Pérez, esposa de Juvencio, que recuerda el día que llegó ‘El Alacrán’, como un acontecimiento para el pueblo, pues era la primera vez que un carro rodaba por sus calles.

El carro, según rememoró, lo trajeron por partes a lomo de mula desde San Jerónimo, un corregimiento de Falan, era el año 1956.

“Como yo era hija de la señora que vivió con José Jesús, nos tocó ayudar a raspar el carro y todos esos ‘fierros’, luego lo armó en La Alameda, un asentamiento de Villahermosa.

“Ya armado fue una novedad, acá nunca habíamos visto un aparato de esos y José comenzó a hacer viajes desde La Alameda hasta el cementerio, cobraba el pasaje a un centavo, el camino era empedrado”, recordó Beatriz.

Narra, además, que José Jesús pintó el carro de rojo y negro y le puso el nombre de ‘El Alacrán’, además le puso varias calcomanías, al frente, ‘ánimo alacrán’; en la parte trasera, ‘adiós greñuda’; en el bómper delantero, ‘llegó mi viejo’; y en un costado, ‘súbase pues’.

“No sé bien, por qué le puso el nombre de ‘El Alacrán’, tal vez por la forma del carro, un automóvil largo, una berlina, lo pintó y le puso los letreros”.

Pero ‘El Alacrán’ también fue el coche que sirvió para los extintos carnavales de Villahermosa, en él paseaban a las reinas para que todo el pueblo las pudiera admirar.

“A ese carro le ponían una cabeza grande que llamaron ‘Pericles’, era el símbolo en los años 70 de los carnavales, con esa cabeza y con las reinas, celebraban las fiestas a mitad de año y que duraban toda una semana”.

 

Llegó ‘El Aguilón’

En 1965, aseguró Beatriz, José Jesús negoció con Samuel Miranda, un hombre de Casabianca, para que le vendiera ‘la chiva’, que costó 13 mil pesos y bautizó ‘El Aguilón’; se pagaron 26 letras de cambio por 500 pesos cada una

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“Por esa época, Juvencio, que tenía 20 años, llegó a visitar a su papá, él vivía con la mamá en Manizales, nos conocimos, yo estudiaba en la Escuela Urbana. Cuando José Jesús se enfermó, mi esposo se vino a ayudarle, manejando ‘El Aguilón’; ese carro no lo armaron acá”.

‘El Aguilón’ fue la primera ‘chiva escalera’ que llegó a Villahermosa y el segundo vehículo en rodar por el municipio, un Ford que transportó a la gente de las veredas hasta el casco urbano.

“Era un carro bueno para la trocha, nunca nos dejó botados; en una ocasión vivimos en la vereda Florida, llegando a Roncesvalles, se fue mi esposo, mi hijo y un ayudante a traer unos bultos, y por el río Cucuana el peso le ganó y el carro se volcó; ahí amanecieron; hubo daños en la carrocería, pero la maquinaria intacta”.

 

El final

El último viaje de ‘El Alacrán’, después de haber paseado a las reinas, a ‘Pericles’ y servir los miércoles como carro recolector de basuras, fue un sábado, día del mercado, se llevaron varias personas desde la vereda La Colorada hasta Villahermosa, eran los años 80.

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“‘El Aguilón’ anduvo hasta 2005, un viaje de madera a don Rubén Arbeláez, ya luego se le dañó la caja de cambios y mi esposo siguió trabajando como mecánico en su taller”.

 

Adiós a Juvencio

La muerte de Juvencio sorprendió a toda la familia Muñoz Pérez, pues este hombre de 69 años llevaba recluido varios días en el hospital Kennedy en Bogotá, por un cáncer de pulmón que lo aquejaba. Lo triste, según su familia, es que una persona que ayudó en el desarrollo del pueblo, ahora no pueda tener un descanso.

“La vida con mi esposo fue buena, era un padre ejemplar, responsable y normal para la juventud, manejaba siempre ‘El Aguilón’ traía café y lo que se da por acá.

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“En 1973 murió José Jesús, y Juvencio, quien así como su padre eran mecánicos, se fue a vivir a Bogotá a trabajar en la ensambladora de carros ‘Lara e hijos’, al tiempo volvió y continuó manejando la ‘chiva’”.

Juvencio, así como su padre, fueron los maestros de conducción de quienes ahora ruedan sus carros en esta población norteña: “Ahora pocos lo recuerdan, murió mi esposo en Bogotá, trajimos sus cenizas y ahora no tenemos dinero para un osario, nos cobran más de 200 mil pesos y no tenemos ese dinero”.

De la relación de 41 años entre Beatriz y Juvencio, nacieron sus hijos, Élver Muñoz, quien ya falleció y además manejó ‘El Aguilón’ y también aprendió el oficio familiar, la mecánica, y sus hijas Johana, Angélica y Edier Muñoz Pérez.

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Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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