El orgullo tolimense pasó de la gloria al infierno por los Juegos Nacionales

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Ibagué, que en los años 70 intentó convertirse en ‘la ciudad del deporte’, es tristemente célebre por haber sido escenario de uno de los casos de corrupción más grandes en la historia reciente del país.

EL NUEVO DÍA nació 22 años después de haberse organizado la infructuosa celebración de los IX Juegos Nacionales en Ibagué, que se efectuaron en 1970.

Después de Cartagena, el Tolima había sido designado como sede para este certamen, pero solo 10 años después de esta distinción pudieron llevarse a cabo las justas que trajeron desarrollo y un impulso económico a la Capital Musical.

El nacimiento del Diario de los Tolimenses coincidió, además, con el despertar del deporte en nuestra tierra, porque surgió una nueva era en el periodismo local y con esta se lograron difundir un cúmulo de nobles gestas logradas por nuestros deportistas, exaltaciones, eventos y otras hazañas propias de los ámbitos local, regional y nacional. También, desde sus páginas se logró tener un acercamiento hacia el mundo deportivo internacional. 

Los Juegos Nacionales de los inicios de los 70 nos dejaron grandes escenarios a los que no estábamos acostumbrados: piscinas olímpicas, coliseo cubierto, velódromo y el desarrollo del Parque Deportivo, para una ciudad que en ese entonces albergaba apenas 250 mil habitantes.

Sin embargo, el tiempo transcurrió y luego de varias décadas sin disponer de mayores cambios o actualizaciones en materia de inversión, Ibagué pronto quedó con escenarios deportivos que no estaban adaptados al contexto cambiante del deporte nacional y mundial.

Así que el sueño de renovar estas infraestructuras se hizo apremiante, y la designación como sede de los XX Juegos Deportivos Nacionales y IV Paralímpicos se erigió como una oportunidad para lograr este propósito, durante la administración del entonces alcalde Luis H. Rodríguez. 

Organizar las nuevas justas fue visto como no solo una alternativa para renovar la infraestructura deportiva, recreativa y aprovechamiento del tiempo libre, sino también para atraer visitantes al departamento y revivir el orgullo de todos por su región, tal como ocurrió en la década de los 70.

No obstante, el sueño se convertiría en una verdadera pesadilla debido a la improvisación, los retrasos y las irregularidades que se asomaban mientras avanzaba la organización de los Juegos que se llevaron a cabo en 2015.

Ya desde 2013, estos hechos encontraron eco tan solo en un puñado de ciudadanos y algunos medios de comunicación locales, entre ellos EL NUEVO DÍA, en cuyas páginas se registraron uno a uno los episodios que anticipaban la debacle que sería conocida después por el país, para vergüenza de los tolimenses.

Con el correr de los días, el estupor llenó de rabia a los ciudadanos al ver cómo se iba descubriendo el reparto de los dineros del erario que estaban destinados para construir y remodelar escenarios deportivos en el Tolima.

También, en su momento, indignaron a la opinión pública las estrepitosas cifras que fueron divulgadas y que se habían destinado a pagar estudios técnicos fallidos, así como un entramado corrupto que se configuró sin que la Administración municipal interviniera para impedir el desfalco.

Es bien recordada la frase lapidaria del alcalde Rodríguez cuando se refirió a la fallida construcción de los escenarios. Él dijo que por este motivo Ibagué no se iba a acabar ni que él se iba a morir. Si bien ninguna de las dos cosas ocurrieron, cada día que transcurre, han ido cayendo como fichas de dominó los protagonistas y artífices del mencionado entramado.

A raíz de este fracaso, en el contexto deportivo, los competidores locales y de la región se convirtieron en una especie de parias, quienes han tenido que buscar escenarios improvisados. La Capital Musical fue la más afectada, perdió todo, porque los escenarios que habían quedado como herencia de los Juegos Nacionales del 70 y que, ante todo, eran funcionales, fueron desmantelados.

Es cierto que los escenarios del Parque Deportivo y de la Unidad de la calle 42 requerían de inversión para estar a la vanguardia, sin embargo funcionaban dignamente y en ellos se preparaban los deportistas de la región con sacrificio y mucho orgullo.

Otro escenario emblema de esta capital, el estadio Manuel Murillo Toro, dos años después de haber sido organizados los Juegos Nacionales ha presentado fallas estructurales y todavía son desconocidas las consecuencias que traería una nueva intervención para las arcas de la ciudad.

La historia de los Juegos quedó marcada por la corrupción, flagelo que arrasó con la historia y con los escenarios que en otrora dejaron dirigentes que solo pensaron con un objetivo claro, que Ibagué sería también la ciudad del deporte.

Credito
FERNANDO VARÓN PALOMINO

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