Enrique Triana Castilla. Realidades de un visionario

Hoy, cuando la afición deportiva del Tolima reclama un carismático dirigente que orienta el futuro, muchos recuerdan la figura del líder deportivo más exitoso que ha tenido el Departamento.
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Enrique Triana Castilla, un ibaguereño al que la sangre le corría a borbotones. Ello producía en él, un dinamismo inusitado. Todo lo que acometía lo vivía intensamente y nos cesaba en su empeño hasta no verlo concluido.

Sus características de liderazgo las manifestó bien pronto en el Colegio Tolimense, donde se graduó como bachiller. Allí, además de ser un excelente alumno, conformó los seleccionados de baloncesto, fútbol y ping pong. Así mismo, fue el bastón mayor de la banda de guerra.

El baloncesto se convirtió en su primera pasión. Tanto que muy rápido se supo en todo el país.

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Por la enjundia con que luchaba el balón y seguridad en la cesta, Fanor Martínez, el técnico colombiano a los Juegos Centroamericanos del 54 a celebrarse en México, lo convoca al combinado patrio al lado de los legendarios Edison Cristófer, Antonio Soler, Julio Rodríguez, Gonzalo Fernández y Augusto Sotelo, entre otros.

Para la crítica deportiva, esa ha sido la mejor selección Colombia de básquetbol de todos los tiempos.

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Odontólogo por error

El día que se presentó a reclamar los resultados del examen de admisión en la facultad de Derecho de la Universidad Nacional, no aparecían por ninguna parte...

Después de buscar aquí y allí, por fin lo encontraron, pero en odontología con el beneplácito de tener el sello de matrícula de honor, lo que representaba ser alumno excelencia con beca incluida. Optó por estudiar odontología y no derecho.

Una vez se recibió como odontólogo, regresó a Ibagué y comenzó a desplegar una infatigable labor en beneficio de su ciudad.

A los pocos días contrajo matrimonio con Martha Ordóñez, una distinguida niña, quien había sido candidata a Reina del Deporte en Ibagué. La pareja ideal para un deportista, odontólogo y hombre cívico que iniciaba su carrera en el Club de Leones del Tolima.

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Los Juegos Nacionales del 70

Su participación en certámenes internacionales, le crea una fijación de ver a Ibagué convertida en sede de unos grandes juegos.

Se lanza por los Nacionales. Busca el respaldo entre los notables de la ciudad. Unos le dicen que eso es un imposible, que mida las proporciones. Otros, con visión futurista deciden apoyar la idea.

Ariel Armel el gobernador, Fernando Arbeláez Jiménez y el coronel José Joaquín Matallana, se convierten en sus mejores aliados.

Ellos le presentan el proyecto al presidente Carlos Lleras Restrepo, quien les da el visto bueno.

Ibagué comienza a transformarse. Se amplía la carrera Quinta, se hace la 37, mejoran la vía al aeropuerto y modernizan el acueducto.

Los escenarios deportivos pasan de ser, los ideales de un visionario, a convertirse en el Coliseo Mayor, Piscinas Olímpicas, Parque Deportivo, Velódromo y Villa Olímpica Metaima con capacidad para 2.500 deportistas.

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Ariel Armel lo nombra Alcalde de Ibagué y asume en septiembre del 68, dura poco. Su gestión consistía en coordinar todo lo relacionado con los Juegos.

A los 4 meses, Francisco Peñaloza, le recibe la Alcaldía. Él sigue al frente de la organización que marcha al día. Faltarían unos 9 meses y algunos dineros se retrasan, las obras se estancan y hay una primera crisis. Se aplazan los Juegos unos meses. En julio otra crisis y se cambia de nuevo la fecha.

El 11 de septiembre del 70, Enrique Triana se deprime y renuncia a la presidencia del Comité organizador de los IX Juegos Nacionales que encendieron llama olímpica 3 meses después, cuando ya todo estaba hecho, menos su discurso. Roberto Mejía Caicedo asume su posición.

El periodista Óscar Gutiérrez durante los actos protocolarios de los Juegos, se toma la palabra y le recuerda al público que todo esto se le debe a Enrique Triana Castilla. Ese momento se convierte en uno de los instantes más emotivos del certamen, cuando la multitud saca pañuelos blancos y ovación a su líder ausente de la mesa principal.

Credito
CARLOS BLANCO BOTERO - Jueves 14 de enero de 1993

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