El paisaje hacia abajo: nuestro único río

Nosotros, ciudadanos tropicales, hemos caído en el pecado de subvalorar las cuencas hidrográficas... imitando a quienes nacieron en territorios de cuatro estaciones: no las queremos, no las estudiamos, no las cuidamos... no estamos enamorados de ellas.

Muchos científicos que han investigado nuestras cuencas están de acuerdo en que son los territorios ambientales más importantes en el trópico.

Ellos sugieren que cada cuenca debe ser delimitada ecológicamente y condenan las divisiones caprichosas, las cercas de alambre de púas, sugeridas por políticos en función de apropiarse de lo que queda.


Siempre hemos olvidado que en el trópico las cuencas hidrográficas son las dadoras de agua, de aire, siempre han conservado la flora, la fauna y todos los recursos que sostienen las poblaciones... aquí no podemos darnos el lujo de las cuadrículas trazadas con alambre de púas... las cuencas son unidades ambientales de las cuales depende la vida.


Soñemos... soñemos a largo plazo
Seamos soñadores, pensemos en los enanos de hoy y diseñemos la cuenca del río Combeima, con montones de agua y sus tolimenses satisfechos con sus familias y su ambiente... sin incontinencia ambiental...

Excluidas las explotaciones de oro, sin  ambiciones de explorar petróleo, sin sanaciones masivas, sin turismo prostituto y sin monocultivo de café...  pero con agua por todos lados, chorros, montones de agua, atmósfera oxigenada,  mucha agricultura para la olla, olores renovadores, estimulación verde y  vivideros agradables y para siempre... con muchas gentes felices de ser tolimenses, venidos o nacidos, integrados al medio ambiente, sin incontinencia ambiental y con los pies y el corazón  en la tierra.

 
El Tolima: del paisaje hacia abajo
Cuando pienso en el Tolima, paso necesariamente por las portentosas estructuras geológicas de Machu Pichu, ellos dejaron su pasado en escritos pétreos.

Nuestros antepasados siempre hicieron esfuerzos por dejarnos la historia escrita en oro; pero el oro se lo siguen llevando y en las rocas escribieron poco...


Escribir nuestro futuro
Ello quiere decir que en Tolima tenemos las páginas del pasado ecológico sin escribir, que nos toca frentear el futuro sin la sabiduría de un pasado orientador, y podríamos caer en el error de copiarnos historias vecinas prestadas.

En San Agustín, se sienten pasos de animal grande aunque aún no las hemos interpretado y se nos revuelve con la historia reciente, impuesta lamentablemente – con los españoles -, que sin lugar a dudas también se les acabó su cuarto de hora... y nos empujaron a seguir sus huellas, y si no nos atrevemos a copiar el intento de los “indignados”... caeremos en el pantano de también heredar un futuro cuarteado y en decadencia.


Los profetas del Armagedón
Se siente en la distancia el análisis de los profetas del Armagedón en su concepción más pura, las minorías del norte, los pensadores gringos están retomando esa inspiración y trabajan en la construcción de un posible futuro para evitar el despelote final...
 
Buscar en nosotros mismos
Si no tenemos modelos cercanos nos tocará diseñarlos con base en nuestro recurso más abundante y no contaminado generado por esa inteligencia híbrida que nos acompaña.     

La mayor parte de nuestros contemporáneos tienen incontinencia ambiental... ello nos obliga a buscar con lupa la lucidez individual... aquellos que liberados de la herencia española, la imposición globalizada y los rezagos religiosos nos ayuden a construir un pensamiento, rector del futuro, que garantice otras cosas, que liberado del presente económico diseñe un futuro para mas allá de la catástrofe.


Un grupo de tolimenses diferentes, consagrados, pensadores podrían ayudarnos a diseñar humana y ecológicamente, con berraquera, una cuenca  para el Combeima, que permita la vida, la alegría y la fe tolimense para un futuro sin minería, sin monocultivo, con mucha biodiversidad, con montones de agua, oxígeno, comida, con identidad y mucha alegría tolimense.


Gustavo Wilches-Chaux, militante nuestro, elaboró una cartilla ecológica “Manual para enamorarse de las cañadas” de la cual  reproducimos unos párrafos, y recomendamos su lectura. (wilcheschaux@etb.net.co).


“Cañada es el nombre con que conocemos familiarmente a la depresión o cañón corto entre dos lomas (por lo general el nombre se utiliza cuando esa depresión es profunda, estrecha y alargada). Casi sin excepción, por el fondo de una cañada corre un río o una quebrada, a la cual van a dar, por encima o por debajo del suelo, todas las aguas que escurren por las faldas de las lomas que forman la cañada.

“Un nombre más técnico para cañada sería el de microcuenca. El conjunto de todas las microcuencas que van a desembocar o a formar un río más grande, recibe el nombre de subcuenca. Y a su vez, todas las subcuencas conforman una cuenca hidrográfica”.


Cada cañada nos dirá que es desarrollo sostenible
“Existen algunas pautas basadas en las diferentes dimensiones de la sostenibilidad, que nos permiten entender si un sistema o un proceso son o tienden a ser más o menos sostenibles, o si, por el contrario, son o tienden a ser más o menos débiles o vulnerables.

- El tipo de liderazgo que influencia la comunidad.
- Una cultura política que incluya el conocimiento y práctica de instrumentos de participación.
- El factor cultural, donde se busca entender a la cañada como un ser vivo, y ser consientes que como tal debemos conocerlo para poderlo comprender y recibir de él los beneficios que nos ofrece.
- Los factores institucionales, que permiten evaluar los lazos existentes entre la comunidad y las autoridades.
- Una voluntad política que permita promover alianzas y darle a las cañadas un manejo sostenible”.

Credito
Gonzalo Palomino Ortiz Observatorio Ambiental de la U.T.

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