Plantas mágicas

Las plantas alucinógenas son extrañas, místicas y desconcertantes. Desde 1930 hasta nuestros días el estudio interdisciplinario de las plantas ha ido aumentando cada vez más. Se han clarificado y comprobado muchos de los conocimientos anteriores, y los nuevos descubrimientos en varios de estos campos se han sucedido de manera vertiginosa

Esa noche los gallos no cantaron…muy seguramente se asustaron con el eclipse. Mi pueblo sin el canto de los gallos quedó en un silencio diferente. Y los vecinos lo aprovecharon para incorporar un poco de la magia de las gentes en sus vidas.

Los andariegos de mis ancestros, portadores de muchos oficios, cuando se dispersaron como el armadillo, los jugos de la caña y el tabaco, harían el resto.

Es que mi abuela Mercedes Brache curaba todos los males con hojas y partes de plantas.

Infusiones de coca

Todo parece indicar que a mí me curaron muchos males con “tomas” de hojas. Aun recuerdo que las infusiones de hojas de coca de todas las noches me espantaban el insomnio y los malos ratos durante el sueño, el sonambulismo y muchas pesadillas.

Es que en los pueblos, el intercambio de las matas de patio y de recetas, aumentan con las visitas.

Mucho tiempo después, en otros montes, fui aprendiendo y asimilando, con respeto, la sabiduría campesina…ya repetida y respetada.

Cada pueblo tiene

su historia

Los sábados en el mercado campesino de Ibagué, se pueden conseguir muchas plantas mágicas, recetas, consultas y mucha ética de curanderos.

Nuestra riqueza vegetal, lentamente fue quedando en manos foráneas, el conocimiento y miles de plantas al servicio de los nativos fueron expropiados y el golpe de gracia llegó con los transgénicos: lentamente nuestra riqueza genética se la apropiaron las transnacionales. Hoy por hoy, con las patentes de los genes, las comunidades nativas han perdido su herencia genética.

Flechas envenenadas

Muchas plantas son tóxicas, por lo que no es una casualidad que la raíz etimológica de la palabra tóxico, de uso común entre los especialistas, sea toxikón, a su vez derivada de arco, cuyo significado original era “flecha envenenada”.

Las plantas medicinales, precisamente porque son tóxicas, pueden aliviar o curar enfermedades. De hecho, popularmente se acepta que el término tóxico implique envenenamiento con resultados fatales. Sin embargo, tal como escribió Paracelso en el siglo XVI: “Todas las cosas tienen veneno, y no hay nada que no lo tenga. Si una cosa es veneno o no, depende solamente de la dosis”

La diferencia entre un veneno, una medicina y un narcótico es sólo la dosis. La digital, por ejemplo, en dosis apropiadas es una de las medicinas más eficaces y recomendadas para las afecciones cardíacas; sin embargo, en dosis demasiado altas puede resultar un veneno mortal.

Por extensión, debería decirse que una sustancia tóxica es una sustancia animal, vegetal o química, que se ingiere con un propósito no alimentario y que no tiene un notable efecto biodinámico en el cuerpo. Es claro que se trata de una definición muy amplia, una definición que incluiría sustancias como la cafeína, que empleada en su forma normal como estimulante no produce síntomas que verdaderamente sean producto de una intoxicación, pero en dosis altas definitivamente se trata de un veneno peligroso.

Los narcóticos entumecen

Los alucinógenos deben clasificarse como tóxicos, porque sin duda provocan intoxicaciones (estados de trance, embriaguez); se parecen, en el amplio sentido de la palabra, a los narcóticos. La palabra narcótico viene del griego narkoyn, entumecer y etimológicamente se refiere a una sustancia que, sin tener en cuenta cuán estimulante pueda ser en alguna de sus fases de actividad, termina por producir un estado depresivo en el sistema nervioso central. En este sentido, también el alcohol es un narcótico, pero estimulantes como la cafeína no entran en esta definición, pues en dosis normales no provocan depresiones, aunque sí son psicoactivos. En español no existe una palabra que englobe narcóticos y estimulantes.

Entre las muchas definiciones que se han ofrecido, la de Hoffer y Osmond es lo suficientemente amplia como para ser aceptada: “Los alucinógenos son sustancias químicas que, en dosis no tóxicas, producen cambios en la percepción, en el pensamiento y en el estado de ánimo; pero casi nunca producen confusión mental, pérdida de memoria o desorientación en la persona ni de espacio ni de tiempo”.

Credito
EL NUEVO DÍA

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