Y cuando fue necesario, nació un grupo ecológico

Archivo Grupo Ecológico - EL NUEVO DÍA
Nació por necesidad. El Grupo Ecológico no fue creado ni fundado: nació cuando el abultamiento era tan grande, que no había alternativa diferente. Se tenía tanta información ecológica acumulada y existía tanta urgencia de ella por ahí, por los colegios, por la Universidad, en Ibagué, en el Tolima, en Colombia. Que el tiempo solo era tiempo de acción.

“Fue un parto al calor de las chimeneas contaminantes, bajo la amenaza de la nube nuclear, sobre el suelo erosionado, curioseado por los últimos representantes de especies en extinción, muy lejos de los bosques que están en abierta retirada, muy cerca del concreto que aprisiona. Y nace en el viscoso medio del consumismo, frente al inmediatismo, pero armado de la convicción ecológica; decidida, optimista e irreversible como deben ser los enfrentamientos en donde todos ganan o todos pierden.

El nombre se lo pusieron después. Es que en el Tolima, a los humanos y a las cosas les ponen el apodo y después les preguntan el nombre. Tal vez porque nadie en el mundo necesita un nombre para morir por la degradación ambiental: solo necesita estar vivo. Y ya con las primeras acciones vino el nombre: grupo, porque eran varios; ecológico, porque allí estábamos; de la Universidad de Tolima, por cuanto ese es nuestro hábitat.

Las primeras acciones, sencillas en su acierto, despertaron los sentimientos de benevolencia que se dispensaban a los loquitos de la ecología; pero se sembraron la veracidad y la necesidad en los espíritus disipados. Esas primeras palabras acerca de la responsabilidad ecológica del individuo, nos empujaron hacia un camino que honestamente no podíamos eludir: allí estaban a la espera problemas de tal envergadura, clamando por alguien que los denunciara, que los explicara y que despertara a la opinión pública para una movilización que llevara a su solución: El Grupo Ecológico había nacido comprometido.

Y las más entusiastas respuestas vinieron del sector universitario, al que se le dedicó los mejores esfuerzos. Los muchachos son ávidos de información y acción ecológica hasta cuando se estrellan con la realidad económica del país.

Algunos salieron bien estructurados en cuanto a la ciencia ambiental, para incrustarse hacia la agricultura encadenada a las transnacionales.

Por ello, nos lanzamos de cabeza a los colegios de bachillerato; allí vimos crecer una nueva dimensión del movimiento ecológico, la irreverencia juvenil que intenta vislumbrar el conocimiento teórico para exigir la participación a codazos entre los regidores del futuro regional.

Militancia ecológica

Y donde sonaba la alarma ecológica allí estábamos: siempre han sido más las alarmas que las posibilidades, pero aún así, allí estábamos. Siempre diseñando nuevas formas de convertir una agresión en mecanismos de divulgación ecológica, de educación, de acción.

Por ello, sin previa decisión se tuvo que recorrer de improviso los múltiples senderos hechos por el hombre en una insensata relación con la naturaleza:

Del ignorado páramo de Las Hermosas al pestilente chorro del río Bogotá.

De la promoción del cariseco al vandalismo en la ciénaga de Zapatosa

Ahora es la charapa en Araracuara, después el gallito de roca que por bello lo matan, o los peces del río Coello con las agallas encementadas, cuando la denuncia se refiere al cachicamo que se extingue y el turpial del Paso que ya no canta, porque los loros y guacamayas la están pasando muy mal, o nos llegan los gritos del mico maicero que despresado sirve de carnada en la cacería del tigre…

Del ascenso de la colonización de la papa, al avance del desierto en el valle alto del río Magdalena.

Y de pronto cae la isla Salamanca

Y también saltamos de Gorgona con Chavita, a los corales del Rosario; desde la primera campaña educativa sobre la maldición del detergente, hasta la amenaza de la draga que para desenterrar el oro quiere enterrar al Tolima: aquí estamos ahora.

La hoja amarilla: S.O.S. ecológico

Y eso nos lanzó por los caminos del periodismo ecológico, que en nuestra hoja de papel manila fue recogiendo menstrualmente, como decía Roberto, pedazos de ecología colombiana, para ir armando la Colombia amenazada y luchando el planeta deseado.

Y así, mes a mes, llegamos al número 94, con la convicción de que se necesitará muchas más hojitas de esas amarillas, muchos abultamientos similares, empujar para que cada uno tenga su propio parto de donde nazca un nuevo estilo de vida, un estilo de vida de militante”.

Salidas ambientales

Se diseña una nueva modalidad de rescate de las leyes de la naturaleza, se les da la sencillez necesaria y se transmiten como los sonidos del viento, del agua y de los pájaros, a esos niños deseosos del reintegro a la pureza del medio ambiente.

En salidas ambientales con estaciones de suelo, agua, aire, vegetación y energía fueron desfilando, con la disciplina de hormigas y retozar de cachorros; cientos de niños y jóvenes, en un recorrido dominguero con sabor a paseo y con la satisfacción del territorio recuperado.

Se trataba de rescatar la importancia, las funciones, los ciclos, el equilibrio y la posibilidad de la naturaleza para entregarlas y depositarlas en mentes frescas en un marco de armonía, belleza y plenitud espiritual.

Y salimos a las calles

Del choque entre el hijo que elabora conceptos diferentes de relación con la naturaleza y del padre que los ignora, nace la necesidad de llevar la información también a los padres.

De esta manera surgen las campañas puerta a puerta, en un intento ambicioso de llevar los principios de comportamiento a todos los hogares, las unidades centro del comportamiento ciudadano. Así, en el día destinado mundialmente al medio ambiente, llegamos parcialmente a las residencias tolimenses.

Por todas partes se metían los “sardinos” portadores del mensaje ecológico a remover la apacible resignación que en la filosofía del consumo convierte a los seres humanos en verdugos y víctimas: verdugos porque contaminan, víctimas porque se dejan contaminar.

En esa acción le pegamos al gran Pijao colombiano que se durmió ante la cruz y la espada, en el sopor alienante del dinero, en el abandono del individuo ante la salud de la economía; y el Pijao se movió en su lecho de piedra, y, al igual que ayer, resurgió en defensa del territorio y del bienestar como banderas de lucha ecológica.

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