Nuestra ruta del carbón Nuestra ruta del carbón

 El Espectador - EL NUEVO DÍA
Colombia tiene ejemplos recientes de catástrofes masivas, miles de muertos y una casi imposible reconstrucción: el Volcán del Ruiz, 1985, es una vitrina permanente que asimilamos con los efectos de las minas en las rutas del carbón; en cuanto a su destrucción ambiental, población forzosamente reubicada, economía arrasada

Es que cuando uno nace en la Provincia Vallenata y le cuentan cómo las empresas extractoras de carbón nos están destruyendo la herencia, la religión y la familia, entiende por qué algunas gentes se fueron “pa’l monte”, otros se fueron para Venezuela y los menos nos quedamos en el Tolima, con el susto de que más locomotoras mineras lleguen hasta la Ciénaga de Zapatosa; tal como reza la premonición de Carolina Gutiérrez Torres en el recorrido patético que registra en su Ruta del Carbón.

Quienes nacimos por allá nunca esperamos que se sucediera una entrega espiritual, genética y económica tan intensa que borrara a todos los pueblos del Sur del Cesar de su militancia religiosa.

Al nacer en las orillas de la Ciénaga de Zapatosa, cargamos con la influencia del ferrocarril de las bananeras, rescatado por García Márquez y, sin lugar a dudas, estamos trepados sin presentirlo en algo que se ha bautizado como la locomotora minera y que no detendrá su arrasamiento hasta llegar al río Magdalena.

Carolina Gutiérrez Torres, que también lleva al río Cesar fluyendo por sus venas, anticipa unas noches de velorio, que quedarán impunes cuando todos conocemos sus orígenes, su dimensión y su catastrófico final.

En su reciente recorrido de siete días por Cesar y La Guajira, insiste en que el ritmo de destrucción, sin resistencia nacional, acabará muy pronto con esas tierras que nos vieron nacer.

Mirando atrás, recordamos cuando comenzaron las premoniciones sobre la minería del carbón en La Guajira. Hace unos 30 años visitábamos algunos cementerios indígenas con un periodista y amigo español, Jóse Santamarta, quien nos informó que esa destrucción que teníamos enfrente y la pretensión de comprar los terrenos ocupados por las tumbas iba a ser el comienzo de la destrucción de La Guajira, de la entrega del territorio y de la penetración del capital extranjero en el subsuelo de la Costa.

No podíamos creer en la exageración premonitoria de este español, cuando después de muchas horas nos aconsejó que la única solución que se le ocurría era la nacionalización de todas las minas en Colombia.

En nuestra última noche de estancia en el Cesar unos amigos que trabajaban para la minería extranjera, en exploraciones subterráneas, nos aceptaron un brindis por un secreto: “Habían encontrado mucha riqueza de carbón más al sur de Chimichagua, quien sabe hasta dónde, y que ya nadie podría parar los contratos”.

Apartes de una travesía

Hoy, seguimos las huellas de Carolina Gutiérrez Torres, quien en su artículo ‘En la ruta del carbón’, publicado en el diario El Espectador, escribe:

“Empezamos a preparar este viaje luego de que el Gobierno anunciara una sanción y multas históricas a la Drummond -la segunda mayor extractora de carbón en el país- por haber arrojado toneladas del mineral al mar. Y mientras el dedo apuntaba a las barcazas, que por años transportaron el carbón desde las playas hasta los buques, comenzamos a sentir curiosidad por lo que estaba sucediendo lejos de ahí, mucho más adentro de Colombia, en el corazón de La Guajira y el Cesar, de donde se extrae el carbón.”

Y luego Carolina Gutierrez se pregunta: “¿Cómo era la vida de esos pueblos que han tenido que reescribir su historia por cuenta de la minería? Queríamos respondernos si estos pueblos cargan con la fortuna, o con la desgracia, de tener bajo sus tierras un gran trozo de este mineral”.

Y encuentra respuestas como esta de Felicia Ustate de 67 años de edad, quien le cuenta que hace 26 días vive en una casa blanca que “El Cerrejón le construyó en el caserío llamado Nuevo Roche -en la media Guajira- para que ella y sus vecinos dejaran el viejo pueblo afectado por la minería. Durante tres años se resistió a trasladarse, pero tuvo que ceder para que su hijo de 12 años volviera a la escuela, que también fue reubicada. Renegaba porque la casa blanca “es muy chiquita” y porque la cocina está integrada con la sala -así como los apartamentos modernos-, mientras ella en su finca cocinaba en un cuarto “más oculto”.

Y Wilfrido Ustate, de 50 años, quien hoy vive en Albania haciendo referencia a la Intercol le dice a Carolina Gutiérrez: “Nos compraron las tierras a precio de gallina flaca. Y el que no quería vender lo amenazaban con expropiarlo”.

Y en La Loma, corregimiento en donde viven la mayor parte de empleados de Drummond, Carolina encuentra el siguiente testimonio del sacerdote del pueblo, Nilson Camacho, quien reconoce que la minería “ha ayudado a madurar estas poblaciones, a crecer, a competir por la calidad de la educación”, pero que “el desenfreno de esa bonanza atrajo violencia, desempleo, prostitución… Trajo la sífilis y el sida”; quien se lamenta de que la población haya cambiado su vocación agrícola por la minería; quien repite que “unos se enriquecieron, sí, pero con eso vino mucha pobreza para otros”.

Y quien finaliza diciendo “Si uno suma y resta, a veces piensa, ‘¡carajo!, si ese carbón hubiera estado en otra parte…”

Blog de un viaje

Todos los reportajes, entrevistas, crónicas, videos y noticias que hicieron parte del trabajo periodístico realizado por la periodista del diario El Espectador Carolina Gutiérrez Torres y el reportero gráfico Luis Ángel, pueden ser consultados en la página web de El Espectador http://www.elespectador.com o buscando las siguientes palabras clave: #EnLaRuta-DelCarbón”

Durante los días que duró el viaje, los periodistas iban narrando a través de un blog en la página web del periódico y de la red social Instagram las historias de los personajes que encontraban en el camino.

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