El ecologismo en los tiempos del cólera

TOMADA DE INTERNET - EL NUEVO DÍA
El 17 de abril desapareció Gabriel García Márquez; sin embargo, siempre nos hablara por medio de sus libros, dentro de los cuales, él mismo y con sus propias palabras nos describe esa sensación tan propia que genera en nosotros su lectura… que nos sumerge en su realismo mágico; me refiero a su cuento “La otra costilla de hombre”.

Un día más reciente, pero en todo caso un sábado, Gabriel García Márquez toma partido a favor de la causa ecológica. Ya había demostrado que no puede hacerse literatura, ni parroquial ni planetaria, sin el acertado manejo de lo que nos rodea, de lo que rodeaba a Florentino Ariza cuando hacía el inventario de recursos naturales del río: ...“los caimanes inmóviles asoleándose en los playones con las fauces abiertas para atrapar mariposas..

...“las bandadas de garzas asustadas que alzaban de pronto en los pantanos,

…“los manatíes que amamantaban sus crías con sus grandes tetas y sorprendían a los pasajeros con sus llantos...

. . . “El río . . . fue haciéndose cada vez más estrecho en una selva enmarañada de árboles colosales.

… “La algarabía de los monos y el escándalo de los micos invisibles aumentaron . . .”

Porque la verdad es que no se puede andar al garete, como Noé con su barco repartiendo animales, violando las leyes de la naturaleza o como Walt Disney que va por todo el mundo vomitando imágenes equivocadas sobre lugares equivocados, como mosca en sopa.

De todas maneras no nos enseñan lo que es bueno y lo que es malo, y cuando lo hacen nos cambian la verdad o a lo bueno le ponen sabor a pecado, por eso casi siempre morimos sin saber lo que es bueno y es malo en nuestra relación con la naturaleza y eso es lo más radical del libro amarillo sobre el cólera, que se aproxima a un acertado diagnóstico ambiental sobre el río:

…“la de forestación irracional había acabado con el río en cincuenta años: las calderas de los buques habían devorado la selva enmarañada de árboles colosales…

… “los cazadores de pieles de las tenerías de Nueva Orleáns habían exterminado los caimanes…

… “los loros con sus algarabías y los micos con sus gritos locos se habían ido muriendo a medida que se acababan las frondas,

…”los manatíes de grandes tetas de madres que amamantaban a sus crías y lloraban con voces de mujer desolada en los playones, eran una especie extinguida por las balas blindadas de los cazadores de placer”.

El conocimiento que demuestra este ciudadano del mundo sobre la legalidad e ilegalidad del qué hacer ecológico, lo refleja al citar leyes que prohíben el exterminio de nuestras especies en peligro, e induce al reemplazo de las armas de fuego: “convenciendo al ministro británico a que inflexiblemente cambie su vestido de cazador con carabina de precisión para matar tigres” por una cámara fotográfica que le permite llevarse al invierno inglés magníficos ejemplares de la fauna tropical: caimanes, mariposas, loros, micos, garzas y manatíes.

La matrícula ecologista de Gabriel García Márquez, que lo identifica con el estilo de Greenpeace, aflora cuando se disfraza de Capitán Samaritano y deja al gringo abandonado en la playa:… “un cazador de Carolina del Norte, con su documentación en regla, había desobedecido sus órdenes y le había destrozado la cabeza a una madre manatí con un disparo certero de su Springfíeld y la cría había quedado enloquecida de dolor llorando a gritos sobre el cuerpo tendido.

“El capitán había hecho subir al huérfano para hacerse cargo de él, y dejó al cazador abandonado en el playón desierto junto al cadáver de la madre asesinada.

“Estuvo seis meses en la cárcel, por protestas diplomáticas, y a punto de perder su licencia de navegante, pero salió dispuesto a repetir lo hecho cuantas veces hubiera ocasión.

“Sin embargo había sido un episodio histórico: el manatí huérfano, que creció y vivió muchos años en el parque de animales raros de San Nicolás de las Barrancas, fue el último que se vio en el río”.

Y sugiere que debemos ser más agresivos en la defensa de lo nuestro, y es más, repetitivos si es necesario:… “cada vez que paso por ese playón le ruego a Dios que aquel gringo se vuelva a embarcar en mi buque para volver a dejarlo”.

El mensaje final es nítido, pero la premonición asusta: “En adelanto van esos lugares: es lo poco que nos va quedando del río”.

Credito
GONZALO PALOMINO OBSERVATORIO AMBIENTAL DEL NUEVO DÍA

Comentarios