Proyectos para la vida y no para la muerte

ARCHIVO - EL NUEVO DÍA
Lo peor que podemos hacer es tomar una actitud de indiferencia, lo que equivaldría a la anulación de nuestra sensibilidad social; ya que si nos quedamos impávidos ante las injusticias, nos volveríamos cómplices de estas, entonces, lo mejor sería tomar conciencia.

“El río no se vende, se ama y se defiende” fue una de las frases más coreadas por los pescadores de Honda (Tolima) y Puerto Bogotá (Cundinamarca) el día 28 de marzo del presente año, cuando realizaron una protesta pacífica por las calles de estos dos centros poblados ubicados en la margen occidental y oriental del Magdalena medio. Nuestro gran río de la Magdalena como lo llamaron los españoles en tiempos de la conquista ha sido entregado en concesión a un emporio chino, sin que se le consultara a sus moradores.

El “Yuma” como lo llamaron los pueblos prehispánicos, fue durante la época colonial, la principal arteria fluvial por donde penetrara al interior del país, la cultura europea, con todos sus innegables desaciertos para los pueblos aborígenes, además, el río Magdalena, el río de nuestras entrañas, nuestro río insignia, nuestro gran afluente- llamado así porque recorre casi todo el territorio nacional de sur a norte- ha sido de gran importancia para los pueblos que han habitado este inmenso valle que lleva su nombre, ya que por medio de él, dichos pueblos han intercambiado saberes ancestrales, que se han transmitido de generación en generación.

Es por todo lo anterior, que muchas personas sienten dolor de patria, ante la noticia de que el río Magdalena ha sido entregado a la estatal Hydrochina, como un acto más de enajenación de nuestros recursos, incluyendo también bosques de niebla, montañas, selvas, minerales, etc. Todo ello enmarcado dentro de las políticas macroeconómicas impuestas por grupos con gran poder económico a nivel mundial desde hace 20 años. Lo que no es otra cosa que la inclusión de nuestro país a la economía global, proceso en el cual la internacionalización de nuestros recursos está auspiciada por la pérdida de los valores y la poca o nula dignidad de nuestros gobernantes de turno, quienes entregándolo aspiran a llenar sus bolsillos, mediante la venta indiscriminada de todo lo que se pueda ofertar, en este mundo globalizado en donde todo se compra y todo se vende.

s así como dichos gobernantes deben adecuar sus planes de desarrollo y sus planes de ordenamiento territorial bajo la lupa y las directrices de los grupos económicos dominantes a nivel mundial. Estas últimas prácticas neoliberales han hecho posible el ingreso a nuestro país de grandes multinacionales de carácter extractivista y minero energéticos que lo único que buscan es apoderarse del oro de nuestras montañas- el caso de la Colosa en Cajamarca Tolima, el agua de nuestros ríos, para mover sus industrias mineras y para la construcción de grandes represas hidroeléctricas como la de hidrosogamoso en el departamento de Santander, el Quimbo en el Huila, Urrá en Córdoba, la hidroeléctrica del río la Miel en Caldas, sólo para citar unos pocos ejemplos.

¿Qué pasará con nuestro río Magdalena?

Dentro de la concesión hecha a los chinos, estos tienen proyectado construir 19 represas hidroeléctricas desde San Agustín en el Huila hasta el municipio de Honda en el Tolima. Y desde Puerto Salgar (Cundinamarca) hasta Barranquilla ellos dragarán el río para volverlo navegable y así poder mover grandes embarcaciones que transportarán entre cinco mil y siete mil toneladas de mercancías y materia primas. Desde luego, como ya se supo a través de los medios de comunicación, ello implica la construcción de un puente que reemplazará al famoso puente Pumarejo que por no presentar la altura necesaria impide la llegada de estos barcos de gran calado al puerto de Barranquilla.

Estos megaproyectos con muros de más de 100 metros de altura, no solo traerá un gran impacto ambiental, porque se romperá el ciclo natural de la reproducción de los peces, que deben buscar las partes altas del río para desovar- conocido como la subienda- sino que además estos proyectos traen consigo afectaciones socioeconómicas para las comunidades ribereñas, puesto que aún existen poblaciones que viven del recurso piscícola, trayendo como consecuencia mayor impacto en el deterioro del tejido social, quebrantado de por sí por el ya existente conflicto interno. Es decir que los habitantes ribereños se deben enfrentar ante una nueva amenaza, porque no sólo está en juego la defensa de su territorio, sino también la autonomía alimentaria de las miles de familias que la habitan.

De igual manera, con la construcción de estas hidroeléctricas se crearían grandes espejos de agua custodiadas por empresas de seguridad privada o las fuerzas armadas de Colombia, lo que implicaría la desaparición de los lazos de comunicación que durante miles de años el río facilitó como canal de intercambio cultural y la comercialización de productos que brotan de nuestra tierra.

Este intercambio cultural e intergeneracional ha hecho posible que los pueblos dinamicen y enriquezcan sus experiencias cotidianas mediante el intercambio de saberes. ¿Qué nos queda por hacer ante tanta injusticia? Lo peor que podemos hacer es tomar una actitud de indiferencia, lo que equivaldría a la anulación de nuestra sensibilidad social; ya que si nos quedamos impávidos ante las injusticias, nos volveríamos cómplices de estas, entonces, lo mejor sería tomar conciencia de la magnitud del problema y para lograrlo hay que estar bien informados, replicar la información, organizar y capacitar a las bases populares, para que tengan un buen manejo del discurso frente al tema y así desarrollen acciones concretas encaminadas a luchar por la defensa de sus derechos colectivos, como lo hizo el municipio de Piedras (Tolima) dos años atrás, en donde sus habitantes cuya población que no sobrepasa los seis mil habitantes, lograron parar el megaproyecto de la multinacional minera Anglogold Ashanti, cuando intentó instalar en dicho municipio los diques de cola con el material rocoso extraído de la Colosa en Cajamarca (Tolima).

El ejemplo de Piedras con su resistencia popular llevada a cabo durante ocho meses y la consulta popular, debería repetirse en los territorios nacionales en donde haya presencia de multinacionales que lo único que buscan es enriquecerse mediante el despojo de nuestros recursos y de nuestro territorio sin pensar en la protección de la fauna, la flora, el recurso hídrico, ni mucho menos les interesa el bienestar de las comunidades, poniendo en riesgo nuestra soberanía nacional, nuestra seguridad alimentaria y unas formas de vida ancestrales basadas en proyectos sostenibles que equivale a decir: “Proyectos para la vida y no para la muerte”.

Invitamos a la 7a Marcha Carnaval en Defensa de la Vida, los Territorios y el Agua, este 5 de junio 3 p.m. en el Sena de Ibagué.

Credito
EL NUEVO DÍA

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