La importancia de valorar el error en la escuela

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
A través de la historia, en diferentes contextos y actividades, el error siempre ha estado presente y para muchos es considerado como sinónimo de fracaso. No obstante, para otros puede convertirse en un desafío que supone el ejercicio de la autoevaluación y la auto corrección, tareas que posibilitan el logro de la meta o producto terminado.

En el ejercicio docente se cometen algunos errores, el principal de los cuales es el autoritarismo, que puede generar confusión, angustia y miedo en los estudiantes, pues los intimida para participar argumentar y defender sus propias ideas, incluso aunque tengan claro el conocimiento de las temáticas que se estén abordando.

De otro lado, el error también aparece de manera constante en los procesos de construcción de conocimiento por parte de los estudiantes. En este sentido hay que resaltar que en la actualidad, muchos docentes han aprendido a valorar el error como una herramienta didáctica y dinámica que permite fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Es claro que a partir del reconocimiento mutuo de sus errores, maestros y estudiantes tienen la opción de emitir juicios, propiciar el intercambio asertivo de opiniones, redireccionar las actividades de aprendizaje e incluso implementar estrategias de intervención con el fin de construir un aprendizaje más sólido.

En lugar de recriminar y estigmatizar, se deben identificar y categorizar las causales de las falencias, para prever la ocurrencia de ciertos errores. Igualmente, el docente debe usar un tono de voz adecuado a la hora de corregir, para evitar que el estudiante busque estrategias que eludan el reconocimiento de los errores cometidos.

De otro lado, los errores pueden ser vistos como señales que indican cómo los estudiantes asumen el proceso de aprendizaje y a partir de ahí, es posible retroalimentar los procesos, haciéndoles conscientes de sus falencias y mostrándoles el derrotero a seguir para ayudarlos a superar las dificultades. Es valioso que el error sea visto por los estudiantes, como generador de otras maneras de construir conceptos, y como una posibilidad de autocrítica.

Cambiar el estatus que comúnmente se le da al error en la escuela es una premisa que debe estar sobre la mesa donde se definen los derroteros didácticos que los maestros diseñan para generar mejores condiciones de aprendizaje.

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