Los resultados de las Pruebas Saber y sus interpretaciones (II)

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
En la columna publicada el domingo 16 de diciembre de 2018 aludí que altos resultados en Pruebas Saber no necesariamente significan alta calidad en la formación educativa. Ahora recurro a otras ideas complementarias.

Uno. Las Pruebas Saber, Pisa y similares, son mecanismos de estandarización poblacional, esto es, se usan para medir y determinar los aciertos frente a unas preguntas tipo, con el fin de clasificar en niveles y concluir que unos pocos entran al grupo de los buenos, la mayoría entran al grupo promedio, los llamados regulares y otros, pocos, entran al grupo de los “malos”, los de más bajos puntajes. Sencillamente, tales pruebas sólo miden la cantidad de respuestas que un estudiante coincide con las ya previstas como acertadas por un grupo de expertos; esto es que, allí la creatividad, el pensamiento lateral, la imaginación, la capacidad de argumentación, negociación, el trabajo en grupo y las llamadas inteligencias múltiples necesarias para una adecuada ciudadanía no son incluidas. Es decir, las pruebas Saber no evalúan la calidad de la formación integral.

Dos. En el siglo XX se aplicaron las pruebas de inteligencia que arrojaban un coeficiente intelectual con lo que se estandarizó la población, similar que las pruebas en cuestión. Este sistema de categorización intelectual perdió vigencia y poder social a partir de la aceptación de la diversidad cultural, de la teoría de las inteligencias múltiples y del pensamiento lateral. Al estandarizar estadísticamente una población se predetermina y preconcluye que siempre habrá malos puntajes, en consecuencia, que quienes les va mal tienen que parecerse a los del grupo que les va bien, para lo cual surgen estrategias, formulas, decálogos y currículos extraescolares que supuestamente, al aplicarse corrigen las deficiencias.

Si tales pruebas y estrategias determinarán la calidad; entonces la Institución Educativa Militar Luis F. Pinto de Melgar, cuyos alumnos, en su gran mayoría son hijos de militares, que desde hace muchos años se mantiene en categoría Muy superior (A+ como se denomina ahora) por tanto es una de las mejores del Tolima y de Colombia, entonces sería un modelo ideal a seguir. De esta manera, si aplicamos a cualquier colegio de categoría muy inferior de nuestro departamento, lo que se hace y como se hace en la institución militar citada, nombrar a su rector y desarrollar su proyecto educativo, ¿podemos esperar que en cuestión de poco tiempo, la citada institución alcance categoría A+? La idea resulta absurda, precisamente porque las fórmulas y orientaciones a aplicar por directores y profesores no son suficientes. Insisto que el problema es mucho más complejo y, sobre todo, que no basta con modificar la parte inferior de la estructura, todo depende de la superestructura.

Tres. Entonces no existen fórmulas, recetas u orientaciones para que las instituciones de puntaje inferior den saltos cuantitativos a puntajes superiores. Estas recomendaciones que generalmente provienen del Ministerio de Educación Nacional, la Ocde, el Icfes, la Unesco y de conclusiones de ciertas investigaciones, apuntan a mantener la estandarización educativa (léase comparar y clasificar la población escolar de todo el mundo) para que todos nos parezcamos, pensemos similar, nos homogeneicemos. Como la estandarización siempre ubica y señala a los de arriba y a los de abajo se caracterizan las supuestas malas prácticas y surgen las recomendaciones dirigidas a quienes componen la parte inferior de la estructura esto es, los colegios, el rector, los profesores y la familia. En estas recomendaciones se auto excluyen quienes tienen la máxima responsabilidad en “el problema”, esto es, quienes dirigen y controlan la superestructura.

La superestructura asume que es suficiente con evaluar a los estudiantes. Lo que no se dice es que la calidad formativa deviene de un asunto filosófico que alimenta la política y es atravesado por el modelo económico que rige la sociedad.

Cuatro. Es incuestionable que la escuela es del Estado; este determina filosófica y pedagógicamente a aquella. Pero los gobiernos no autoevalúan la calidad de sus prácticas administrativas. Citemos solo unos pocos asuntos: ¿Qué calidad de profesional debe ser nombrado como ministro o secretario de educación? ¿Las instalaciones físicas son las idóneas para formar a los niños, niñas y jóvenes colombianos? ¿Es la profesión docente la más importante de la sociedad? ¿Cómo se enseña y aprende la dignidad humana y la libertad? La lectura crítica es sólo la lectura de textos o se debe priorizar la lectura crítica de la realidad?

Si países como Finlandia obtienen los más altos puntajes en pruebas Pisa no es porque un grupo de rectores paguen sus estudios de maestría o doctorado para formarse como líderes escolares, o que cada escuela sola lo haya logrado. En tales países no se desarrollan currículos paralelos para que sus alumnos aprendan a responder las pruebas. No. Es la superestructura, el Estado con sus fundamentos filosóficos quien asume la formación integral como una necesidad social y de desarrollo trascendente. Respetan al sistema educativo como la razón de ser de progreso. Es filosofía pura y práctica.

Entonces, las pruebas estandarizadas (Saber, Pisa, etc.) no explican ni predicen la formación integral de un estudiante ni la calidad de las instituciones, aún menos predicen el éxito de las próximas generaciones. Estas pruebas atan a la escuela y le impiden acercarse a un mundo contemporáneo, con mirada futurista distrayendo la atención de lo fundamental. Las recomendaciones a los rectores y profesores son paliativos si no van acompañados de evaluación y adecuación de la superestructura.

Si el liderazgo del país es arbitrario y la escala de valores manipulada para beneficio individual o de pequeños grupos es poco lo que se puede esperar. Si la rectoría a nivel nacional, entiéndase acá ministros o secretarios de educación, la ejercen personas que nada conocen de pedagogía o sociología, que poco conocen del sistema educativo y poca o ninguna reflexión filosófica han realizado, es decir, si no son humanistas ni auténticos líderes sociales, entonces, poco podría esperarse.

Es indispensable la coherencia entre la infra y la superestructura y el buen ejemplo de ambos. Estas serían las más importantes recomendaciones.

No obstante lo anterior, existen muy calificadas instituciones educativas, rectores y profesores que trabajan con total dedicación y vocación social que en silencio orientan a sus alumnos a comprender y sobrellevar su tragedia familiar y social.

En una próxima columna comentaré sobre los puntajes en pruebas Saber. 

Analista educativo

Exprofesor de la Facultad de Educación UT

Credito
Néstor Cardoso Erlam

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