Hablemos sobre suicidio y su estigma

COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
La conducta suicida comprendida desde los pensamientos y acciones de autolesión
ejecutadas con el fin de acabar la vida, emerge por diferentes factores relacionados con
situaciones y/o experiencias en los contextos de la vida misma.

Dada la alta incidencia, prevalencia y reincidencia de la conducta suicida, en orden mundial el suicidio es considerado como un problema grave y creciente de salud pública al cual debe atenderse prioritariamente, pues hace parte también del componente de muertes violentas.

La Organización Mundial de la Salud en el informe sobre suicidio de 2018 indica que en el mundo se presenta una muerte por suicidio cada 40 segundos y anualmente cerca de 800.000 personas se quitan la vida. En el caso de Colombia la situación no es menos preocupante según el boletín de conducta suicida del 2018 el Ministerio de Salud reportó que en el periodo comprendido entre 2009 y 2016 se presentaron 17.522 casos, promedio anual de 2.190 suicidios, durante este periodo se presentaron diferencias en la conducta suicida, el año de mayor cantidad de casos fue el 2009 y durante el 2013 se alcanzó el promedio más bajo.

La mayoría de casos fueron hombres con un 81% y las mujeres 19%, en cuanto las diferencias por estado civil los suicidios se presentaron con mayor frecuencia en personas solteras.

En relación con diferentes fuentes, los factores de riesgo están asociados a varios elementos como los problemas económicos, de salud, en relaciones sentimentales, violencia, consumo de sustancias psicoactivas, etc. Existen otros factores indirectos como los son los eventos de imitación, las deficiencias del sistema de salud, y para desarrollo de éste artículo, especialmente la sociedad y el estigma acogido para hablar de temas relacionados con salud mental y puntualmente con suicidio.

El significado social y cultural del suicidio representa una magnitud de imaginarios negativos que repercuten en las personas con conducta suicida que quisieran buscar apoyo pero que como limitante encuentran en primer medida, a su entorno con juicios de valor y señalamientos generando un retroceso al momento de intentar explorar opciones de ayuda; es por esto que varios estudios indican que las personas que consumaron el suicidio o presentan alguna conducta en su mayoría no buscaron ayuda, pues el tabú y estigma es determinante en este punto.

Históricamente y haciendo mención de la religión, es bien conocido que en algunas comunidades religiosas el suicidio es considerado pecado y motivo de excomulgación, así mismo en el caso de la época romana conllevaba delitos por atentar contra el cuerpo que es de Dios y en época medieval se exponían aberrantemente los cuerpos fallecidos con el objetivo de mostrar un mensaje a las comunidades como un acto repudiable. (Suicidio comunicación 2015 )

En este orden de ideas el estigma es de larga data y se ha desarrollado a partir de representaciones sociales, ideas preestablecidas y transformación de imaginarios que discriminan y generan exclusión social para el caso de las personas con conducta suicida y/o sus familiares. De esta manera también se identifica que con el inicio de dicho fenómeno selectivo se afecta en términos de derechos a las personas y sus colectivos, pues se convierte en una barrera para acceder a los servicios de salud y demás redes de apoyo. 

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Así mismo surge el autoestigma como limitante a la hora de concebir la posibilidad de buscar ayuda, pues si bien se reconoce un rechazo social, éste también puede verse interiorizado en las personas afectadas directa o indirectamente por la conducta suicida.

En estudios recientes el autoestigma se asocia a mayor prevalencia de ideación suicida. Por lo anterior se sugiere no sólo ahondar en la relación entre el estigma, autoestigma y conducta suicida, sino también en las demás problemáticas y trastornos mentales que tienen la misma carga. (Riesgo, desesperan...2018)

El alimento del estigma tiene bases sólidas en los llamados mitos, pues si bien son conformados por creencias culturales, se fortalece tras asumir posibles realidades que surgen cuando existe una ruptura de lo establecido como “normal” y a su vez se respaldan de un desconocimiento con el tema o falta de empatía, a continuación se relacionan algunos de ellos y a su vez se clarifican conceptos:

? Las personas que hablan de suicidio no desean realizarlo: no es cierto pues cuando las personas hablan del tema están buscando ayuda, muchas de las personas que se suicidan previamente habían manifestado su situación.

? Los suicidios ocurren de manera repentina: la mayoría de las veces las personas han manifestado de manera comportamental o verbal signos de alarma.

? El suicida está decidido a morir: Dicho de otra manera su deseo de morir prevalece si las condiciones en su vida son las mismas, pero al presentar cambios positivos lo más probable es que la balanza se dirija hacia la opción de vivir.

? Solamente las personas con trastornos mentales se suicidan: algunas personas que viven con patología mental no se ven afectadas por este tipo de conductas y varios

casos de suicidio no tienen antecedentes patológicos. Pese a no tener relación directa si se convierte en factor de riesgo, por ende es importante valorar a los pacientes de manera integral.

? Hablar del suicidio es mala idea y puede interpretarse como estímulo: dado el estigma generado sobre éste tema las personas no saben qué hacer o con quien pueden hablar; por lo cual se recomienda comunicar claramente del tema, permitiendo una adecuada orientación, búsqueda de redes de apoyo y reflexión para así prevenir nuevos casos.

? Los medios de comunicación no pueden contribuir en la prevención del suicidio: los medios son un aliado muy importante en la prevención de la conducta suicida, siempre y cuando se realice un adecuado enfoque de la información que se brinda, entre los temas relevantes se encuentra publicar los signos de alarma de una crisis, redes de atención tanto de salud como comunitarios, informar los grupos de riesgo y las medidas sencillas de atención inmediata ante la conducta suicida (evitar acceso a los metodos con los que se pueda hacer daño, NUNCA dejarlos solos, informar a la red de apoyo de la persona y buscar atención especializada)

La mayoría de las veces previo a la conducta suicida se presentan signos de advertencia verbales o conductuales, algunos de ellos son referir no estar cómodo con la actualidad que se vive, cambios de comportamiento por ejemplo aislarse de la familia o grupo de amigos, comunicarse poco, desesperanza, alteraciones emocionales graves y todos aquellos signos, que se encuentren fuera de la rutina de los individuos.

Dado lo anterior en el contexto relacionar, la comunicación y permanecer atentos ante los cambios previamente descritos posibilita la identificación de comportamientos de alarma, por parte de padres de familia, docentes, líderes comunitarios, líderes religiosos o espirituales, compañeros de estudio o trabajo, jefes de áreas. Es importante que la comunidad pueda brindar apoyo a las personas con riesgo de suicidio, dado que la primera respuesta ante cualquier situación siempre la dará la comunidad misma.

Teniendo en cuenta que el estigma es creciente y que las familias, comunidades, colectivos, instituciones y demás fuentes gubernamentales son prioritarios para generar acciones de prevención del suicidio en este margen “la concientización de la comunidad y la ruptura de los tabúes son importantes para los países que procuran prevenir el suicidio.” (pag 11 OMS Prevención suici globa)

Es importante saber que así como existen factores de riesgo, también existen factores protectores y por ende es crucial el fortalecimiento de los mismos, las sólidas relaciones personales, el fortalecimiento de las habilidades sociales, un afrontamiento positivo ante las diversas circunstancias de la vida, tener creencias religiosas o espirituales, contar con redes de apoyo familiar y/o comunitario, permite prevenir el suicidio y otros problemas de salud mental.

Por tanto la prevención del suicidio y mitigación del estigma la podemos realizar todos, en cada uno de los entornos en los que nos desarrollamos, dado que necesitamos del otro para vivir y como bien se promulga en los derechos humanos: “ los seres humanos, libres e iguales en derecho, nacen y permanecen precarios a lo largo de su vida en la medida en que necesitan absolutamente de otros para vivir “, este concepto de precariedad sana fue declarado en el 2011 por las Naciones Unidas durante el congreso de Lyon (Francia), estamos para apoyarnos y cuidarnos los unos a los otros.

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El estigma en sus diferentes representaciones evidentemente actúa de forma negativa en la evolución y pronóstico de las conductas suicidas, por lo cual se fortalece la necesidad de que de forma prioritaria se despliegue abordaje a través de estrategias anti-estigma de todos los sectores, tanto de salud como educación, medios de comunicación, artes, entre otros; lo anterior con el fin de lograr un reconocimiento real de esta problemática y sobretodo la captación de población susceptible en tiempos oportunos. En consonancia, es importante reconocer que más allá de las cifras del suicidio y de la carga del estigma existe una necesidad imperativa de actuar de manera colectiva ante este problema de salud pública que va en aumento y que afecta diferentes grupos etarios y todas las clases sociales y que en conclusión no distingue de colores.

 

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*Estudiantes Maestría salud Mental Comunitaria

Universidad El Bosque, Bogotá, D. C

Credito
Lina Paola Rincón - Tatiana Riaño*

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