Anónimos: de la clase a la calle

Crédito: SUMINISTRADA - EL NUEVO DÍA
Este producto fue reconocido como mejor Reportaje Gráfico en la XI edición del Premio Nacional de Periodismo Universitario y podrá descargarse y visualizar desde nuestra web.
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Anónimos: de las sobras al rebusque, no es nada nuevo. Es mucho más que eso. Es un trabajo de completos desconocidos que se resume en un libro fotográfico. Los autores dejaron las comodidades para correr tras autos recolectores de basura; caminar al paso de motocarros, seguir el recorrido de carretas, pero, sobre todo, para ver las huellas de lo humano, aquello, que casi siempre ignoramos.

El reportaje gráfico fue realizado por 22 estudiantes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué, bajo la dirección de Jorge Mendoza, docente de la alma máter. Como todo, tiene su origen. En medio de cuatro paredes los alumnos lanzaban diversas ideas para definir un tema central que se desarrollaría a lo largo del semestre.

El tema de la recolección de basura apareció entre la baraja de ideas. La ‘democracia’ hizo presencia y dio su veredicto. Finalmente, los ojos estaban puestos en lo que sucedía cuando los ibaguereños dejaban a merced de otros, la basura que producían.

Cinco grupos asumieron diversos enfoques con el fin de construir un panorama completo de la situación. Luego de consultar información, realizar contactos previos e incluso, generar permisos, aguardaba eso de lo que mucho se hablaba: los rostros de quienes se ocupan de lo que no es suyo.

De esta forma, Anónimos estructuró cinco capítulos. El primero de ellos se denomina “El rostro del reciclaje”. Allí, las imágenes dan cuenta de mujeres y hombres que pertenecen a Cooresuntol (Cooperativa de Reciclaje del Sur del Tolima). Antes, algunos hallaban desde desperdicios hasta juguetes sexuales, desde carros Hot Wheels hasta árboles de Navidad. Ahora, la mierda pasó a ser plástico, los juguetes sexuales a envases de shampoo, y los carritos de juguete a avisos de aluminio.

Alrededor de 47 personas hacen parte de Cooresuntol, una cooperativa de recuperadores de reciclaje que se mueve a través de un motocarro. Detrás, grupos de hombres y mujeres que reciben lo que les den. Ellos se protegen con una oración. Trabajan en medio de sol y lluvia. Caminan al ritmo de su canción. La misma que abre puertas, cambia caras y genera entre 60 y 120 toneladas de basura al mes.

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Carlos Luna y Gloria Franco no solo son esposos. Desde el 2014 dirigen el timón de la cooperativa. Su fundación y actual operación se debe a un trabajo arduo y constante. Gloria oficia como la representante legal, y su esposo, se pone el uniforme y conduce el motocarro que transporta aquellos elementos aprovechables.

A través de 36 fotografías se pretende abordar una labor. Sin embargo, el objetivo principal es conocer y reconocer las miradas, gestos y detalles que identifican a las personas. Es decir, revelar en medio de la cotidianidad, la humanidad que se encuentra explícita en las sonrisas y las huellas de los pasos.

Al norte de la ciudad y en zona rural, se encuentra la inspiración del segundo capítulo: “Más que un relleno”. Cerca al terreno destinado para el depósito de desechos que genera la ciudad, hay un rinconcito costeño. Algo así como un pueblo del Caribe. Un lugar que tiene una puerta de entrada y de salida. Su nombre, Hacienda La Miel.

Desde mediados de 1996 un gran número de familias oriundas de Pailitas, Pelaya, Tamalameque y La Gloria, en el sur del Cesar, y otras pocas de Riohacha, arribaron a Ibagué en busca de oportunidades. La causa de su llegada fue la sombra de este país: la violencia.

Bajo el mandato del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, las familias lograron ubicarse en La Hacienda gracias al decreto 1240, el cual cedía 555 hectáreas con la condición de autorizar y convivir a lo largo de 20 años con el relleno sanitario de la ciudad.

Con un vecino de tal magnitud, centenares de personas viven y trabajan en dicho sector. Hay quienes se dedican a las actividades agrícolas. Es decir, siembra de maíz, yuca, mango, melón o patilla. Además, las costumbres y tradiciones no se olvidan. La pujanza y alegría, mucho menos. Y la evidencia fehaciente de esa afirmación, son las fotografías. El retrato de hombres y mujeres trabajadores que conviven con sus sueños, su tierra, amigos, y los fieles acompañantes de estos espacios, perros, gallos y marranos.

Más retirados de La Hacienda hay otras personas que viven de lo que Héctor Lavoe llama la ‘selva de cemento’. La calle. El insumo por excelencia del material que buscan. “Papel, cartón y plástico para vivir” se titula el tercer capítulo del reportaje. Las historias varían. Hay una mujer cuyo hogar era el centro de acopio, un hombre que busca en medio de canecas azules; otro, cuyo pecho es acompañado por medallas y sus manos con discos; hay quien guarda lo recolectado en medio de su estómago y camisa. La gran mayoría acude a las chatarrerías por el dinero que representa aquello que han recogido.

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Y si de calle se trata, la carretilla es una aliada. Más aún, cuando se portan los colores de la casa: el vino tinto y oro. El cuarto capítulo se denomina: “Vamos a cartonear”. Y es justamente eso. Ir en busca de las bolsas negras que se amontonan en las esquinas y que, paradójicamente, simbolizan el pan de cada día.

María Clara recorre de la mano de sus hijos y su tío, las calles de la ciudad. A la derecha de ella está su hija, el mayor va a la izquierda. Mientras tanto, sobre la carretilla hecha en madera, se encuentra Luna, el personaje canino que se adapta al espacio. Si sobra lugar, la hija de María puede recostarse y disfrutar. Así, junto a Don Jacinto, el hombre de las gafas, se moviliza esta familia.

Finalmente, “Viviendo de la basura de otro”, constituye el capítulo final. Los ‘dueños’ de este fragmento son quienes barren las calles, podan los árboles y las zonas verdes, recogen las basuras y separan aquellos elementos que se emplean en la planta de reciclaje. Sí, lucen uniforme color verde. Atrás, en su espalda, yace inscrito: Interaseo.

Tras los tapabocas, los guantes, escobas, guadañas, motosierras y carros recolectores, hay seres humanos que recorren la ciudad día a día para ocuparse de los desechos producidos por otros. Su jornada se repite. La jornada de los estudiantes no. Ellos regresaron a sus casas y continuaron con sus obligaciones, con sus vidas.

En general, es un trabajo periodístico que se topa con un dilema. Acercaron la cotidianidad a la vista de los ibaguereños. Para ello, compartieron jornadas con semejantes, pero hasta ahí llega su trabajo. Los estudiantes de periodismo no continuaron las siguientes horas, semanas o meses, tras los recolectores de basura o reciclaje. Presentaron la realidad sabiendo que continuaría con o sin ellos.

Además, este producto fue reconocido como mejor Reportaje Gráfico en la XI edición del Premio Nacional de Periodismo Universitario, Premios Te Muestra, organizado por el programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Quindío. En el portal El Anzuelo Medios, y a partir de hoy en la página web de El Nuevo Día, tendrá la oportunidad de descargar y visualizar el libro digital de manera completa.

Esto fue, Anónimos: de las sobras al rebusque.

(*) Estudiante del Programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de Ibagué. Coautor Anónimos: de las sobras al rebusque.

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Credito
EDGAR LEONARDO SILVA TAFUR (*)

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