Consagración de Ibagué como un territorio rico en arquitectura y legado

Hernando Márquez Arbeláez compila documentos que datan
desde las tradiciones indígenas de los pobladores de las cercanías del río Combeima, hasta las construcciones que engalanaron el centro de la ciudad.

En los inicios de 1937, cuando Hernando Márquez Arbeláez (1916 - 1984) se aprestaba para comenzar estudios de Derecho en la Universidad Nacional, después de haber terminado el bachillerato el año anterior en su venerado Colegio de San Simón, liaba bártulos, pero no iba “ligero de equipaje” como exclamó el poeta sevillano, sino que, además de portar su ropa y objetos personales, también llevaba un libro de su autoría ya publicado, obra en que se combinan magistral y precozmente el tesón y el rigor investigativos con el amor por su terruño, escrito que, además, se ha constituido con el transcurrir del tiempo, como lo atestiguan innumerables bibliografías, en imprescindible auxiliar de los estudiosos de la historia de esta muy noble Villa de San Bonifacio de Ibagué. El maestro Manuel Antonio Bonilla Rebellón, al registrar la aparición del libro en la Revista Arte, apuntaba:

Merece el editor de este libro, consagrado a Ibagué, en su aspecto geográfico, histórico, etc., elogios y felicitaciones; y se los damos muy sinceros, por su labor desinteresada y patriótica, que sabrán apreciar en todo lo que vale los nobles hijos de esta ciudad de San Bonifacio de Ibagué.

El libro, sensu stricto, no es historia de Ibagué, como Márquez Arbeláez aclara no solo en su subtítulo (San Bonifacio de Ibagué, documentos para la historia de Ibagué), sino también en sus páginas liminares cuando anota:

Así, pues, para los muchachos va el pensamiento que me animó a emprender este trabajo; ellos sabrán que sin pretensiones de literato ni ostentación de bachiller erudito y empalagoso, resolví un buen día hacer una compilación de documentos geológicos, mineros, geográficos, históricos, literarios, de aquellos que por esta ciudad se han preocupado alguna vez. No es esta, en manera alguna, una obra original mía, sino una selección de trabajos de diferentes autores.

En esta vertiente del quehacer histórico local el libro de Márquez Arbeláez es uno de los pioneros de los trabajos recopilatorios de Enrique Ortega Ricaurte (Los inconquistables, de 1949 y San Bonifacio de Ibagué del Valle de las Lanzas, de 1952), de Helio Fabio González Pacheco (Un viaje por el Tolima, de 1990), de Hugo Ruiz Rojas (Ibagué ayer, hoy y mañana, de 1990), de Rubén Darío Ramírez Arbeláez (Ibagué 1880-1990: evolución y valores humanos, de 1990) y de Josué Bedoya Ramírez (Compendio de Historia de Ibagué y el Tolima, de 1991), entre otras obras.

Abarca esta miscelánea documental múltiples aspectos: estudios geológicos, como también un inventario de la riqueza minera de los alrededores de esta ciudad, elaborados por expertos en dichas materias; pormenorizada descripción de la orografía y la hidrografía de la región; estadísticas de los componentes demográficos de Ibagué; listado de las vías de comunicación que articulaban a Ibagué con el resto del país; cifras completas de la producción agropecuaria de los alrededores; transcripciones de las crónicas de los protohistoriadores que narraron la fundación de Ibagué (Fray Pedro de Aguado y Fray Pedro Simón); listados de los presidentes del Estado Soberano del Tolima y del departamento del Tolima; una sentida reseña histórica del San Simón, institución que es una de las dedicatarias del libro; una colección de fotografías de la época donde se puede corroborar el concepto del autor cuando dice: “Puede decirse que el momento actual marca el punto de divergencia, o mejor, de rompimiento entre el Ibagué de ayer y el que hoy se asienta sobre moldes de cemento y triturado en desarrollo de un plan de obras urbanas que habla de una Ibagué, para un futuro próximo, grandiosa en proporciones”.

Dejé de última la sección donde se resalta la faceta estética y humanística de Márquez Arbeláez, aparte que conforman la colección de escritos, en poesía y en prosa, de quienes habían descrito y cantado a la ciudad: sendos sonetos de Manuel Antonio Bonilla Rebellón y Roberto Liévano; y líricas evocaciones de la ciudad escritas por Max Grillo, Emilio Rico y Juan Lozano y Lozano. Además, el autor remata magistralmente su obra transcribiendo Reminiscencias de Ibagué, El Paraíso, el legendario folleto de Alberto Castilla Buenaventura que se convirtió en insoslayable fuente de información para los estudiosos de las genealogías ibaguereñas.

Las gentes cultas de Ibagué han contraído una incancelable deuda de gratitud con la Universidad de Ibagué por su tesonera y loable tarea de reeditar nuestra buena literatura histórica del pasado, muchas veces saqueada por el plagio. Lo mismo puedo decir de la familia Márquez Tono, que, generosa, irrestricta y desinteresadamente, colaboró para hacer realidad el viejo anhelo de ver reimpreso este referencial testimonio del devenir ibaguereño.

Un extracto de la villa de San Bonifacio

Geografía económica, historia, un denominado “elogio” y estampas de la Ibagué de antaño son los cuatro capítulos rectores de esta publicación, en la que Márquez Arbeláez explora también información demográfica, climatológica, agropecuaria y de las comunicaciones.

“Si observamos los antecedentes que mediaron para la fundación de muchas de las poblaciones del Tolima, en la época de la conquista, sabremos que fue la riqueza minera de estas tierras las que determinaron tal providencia”, es otra de las circunstancias de referencia.

Por ejemplo, se trae a colación la frustrada creación en 1886 de la Escuela de Minas en Ibagué, que fue fallida debido a que en mayo del año siguiente solo se matricularon tres estudiantes para Física Experimental y Química Mineral.

Es una publicación de 150 páginas, con decenas de fotografías antiguas y de la Ibagué ‘nuevo’ de aquella época, en la que también dedican sus versos Manuel Antonio Bonilla, Roberto Liévano, Arturo Camacho Ramírez, Alberto Castilla y Juan Lozano y Lozano.

Credito
HERNANDO BONILLA MESA

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