‘Después del silencio’, un corto sobre el bullying y la homofobia

El director Julián Torres contó las razones que lo animaron, con Camilo López y Carlos Gutiérrez, a grabar un relato, quizá doloroso, sobre la homosexualidad y el acoso en un sociedad que rechaza lo diferente. Es una tesis que consiguió la distinción de laureada.

EL NUEVO DÍA: ¿Cuál es el argumento de ‘Después del Silencio’?

JULIÁN TORRES: La historia gira en torno a Yeison, un estudiante homosexual de undécimo grado. Él sufre de bullying en su salón de clase y colegio debido a su orientación sexual. Todo cambia cuando descubre que Santiago, un compañero de clase, tiene atracción por él, un sentimiento correspondido mutuamente.

Ellos son descubiertos en una situación íntima, lo que provoca una tragedia para este personaje. 

E.N.D.: ¿Cuál fue la génesis del corto?

J.T.: Nació después de referenciar dos casos.

El primero tenía que ver con Jhonatan Ortiz, estudiante de primaria en Jalisco, un pueblo de México. Él niño falleció tras haber sufrido una infección que se complicó luego de que llegara hasta su cerebro. Jhonatan contó antes de morir que además de ser golpeado, introdujeron su cabeza en el retrete, una versión que nunca se pudo comprobar y que debido a la falta de pruebas el agresor nunca fue sancionado.

El otro caso tiene que ver con Sergio Urrego, el estudiante del Gimnasio Castillo Campestre de Bogotá, que se suicidó en 2014 debido al acoso que sufrió de las directivas y algunos docentes de su colegio, después de que se hiciera pública su orientación sexual frente a toda la comunidad educativa. El corto básicamente quiere hablar del bullying y la homofobia.

E.N.D.: ¿Fue pensado como un cortometraje Lgbti?

J. T.: Yo creo que sí lo es, infortunadamente no hay que rotularlo de esa manera, porque todavía estamos en un momento en el que el tema, sobre todo en nuestro país, es un tabú. De hecho, cuando estábamos haciendo la investigación no encontramos mayores referentes en el país.

Todo tuvimos que extraerlo de afuera, donde realmente se habla del tema sin alguna clase de tapujo.Actualmente se habla de cine Lgbti, rosa, ‘queer’... Cualquiera que sea ese movimiento al que se pueda circunscribir el trabajo está bien, porque es de lo que se quiere hablar, de una problemática que está ahí, vigente, que quisimos exponer, darle relevancia y trascendencia. Creo que es válido decir que el corto pertenece a ese movimiento.

E.N.D.: ¿Entonces intentaron abrir la discusión sobre una temática que aún se desdeña?

J.T.: Hicimos énfasis en la homofobia y la agresión, no profundizamos tanto en las relaciones no heterosexuales. Las personas que lo ven siempre dicen que el corto está invitando a la reflexión, a que se hable más del tema. Muchas veces hay casos que son mediáticos y de los que se habla por su trascendencia, o por lo trágico de ellos. 

Nombramos el caso de Sergio Urrego, por ejemplo, pero hay muchos otros casos que están sucediendo y no los vemos porque los medios no nos hablan de ellos o no se denuncian o porque, simplemente, se quedan como en el anonimato.

E.N.D.: ¿Piensa que el lenguaje cinematográfico además de su vocación de entretenimiento, es una herramienta que incide en ciertos contextos?

J.T.: Esta es una temática que es muy universal, pues el bullyng sucede acá o en Finlandia, en Australia o en Japón. Obviamente se trata de un contexto local, en un espacio de la ciudad, con un lenguaje muy de nosotros, pero pienso que también la importancia del trabajo radica en la universalidad que se le dé, es algo con lo que se puede identificar una persona no solamente de acá sino de cualquier lugar.

El audiovisual no solo entretiene, sino que también debe abordar algún tipo de problemática que debe generar reflexión.

E.N.D.: ¿El cine debe ocuparse de otras sexualidades y los conflictos que lo rodean?

J.T.: Claro que sí, definitivamente hay una autocensura, pienso que el cine colombiano en los últimos años ha tratado el tema afro, lo indígena, el tema campesino, películas que están ubicadas en contextos donde ya la periferia es protagonista, no solamente las grandes ciudades.Ahora, en la televisión definitivamente se ha quedado estancada, ha seguido tocando la misma temática, por un lado el narcotráfico, biografías de artistas desde un punto de vista normativo, digamos personas blancas, heterosexuales, lo demás es a un lado.

E.N.D.: ¿Cómo poner en el radar nacional propuestas como esta?

J.T.: Se me ocurre lo que dijo el director de ‘No quiero volver solito’, Daniel Ribeiro: él explicaba que la mejor manera de tocar estos temas que pueden herir susceptibilidades o pueden exacerbar a algunas personas es a través de la naturalidad, digamos que de una manera sutil pero sin miedo.Lo importante en esto es empezar a hablar y construir historias que quieran abordar estas temáticas.

E.N.D.: ¿Qué elementos tuvieron que rastrear en la investigación?

J.T.: Nosotros hicimos una pesquisa en archivos periodísticos de acá y México, a partir de allí quisimos enlazarlo con experiencias de acá de la ciudad, pero fue muy difícil, casi que imposible encontrar a nivel institucional, entonces buscamos entrevistas con personas del colectivo Lgbti de la Universidad del Tolima y con estudiantes de secundaria, para tener una visión de la experiencia de lo que acontece en temas de bullyng a nivel local. Después visualizamos largometrajes que se han hecho.

Tenemos como referente en la parte narrativa a ‘Perras’, una película mexicana, en cuanto a la construcción de los personajes tuvimos a ‘No quiero volver solito’ una película brasilera y el corto cubano ‘Camionero’, en que se retrata el bullying de una manera descarnada.

E.N.D.: ¿Qué otros elementos marcaron el proceso de creación?

J.T.: No hay música, pues tan solo contamos con el sonido ambiente, que tuvimos casi que volver a hacerlo, debido a varios inconvenientes durante el rodaje. La ayuda de la corporación Creandes, especialmente de Yamyle Ramírez, fue fundamental el arreglo del sonido.

En lo estético, el corto está dividido temáticamente por colores y tiempos, se pasa de una escena a otra, en el momento donde hay una ruptura del tiempo hacía el pasado o el futuro, pero digamos que esto se da a entender a través de los colores. Cuando sucede algo fuerte hay un color entre azul y verde, el pasado es más oscuro o por ejemplo, un momento clave tiene un color más vivo como el naranja y creo que funcionó.

E.N.D.: ¿Los actores naturales estuvieron a la altura de sus expectativas?

J.T.: Dentro del elenco estaba Leydi Tafur, una actriz ibaguereña egresada en Artes Escénicas de la Efac y que tiene varios años de experiencia, sobre todo en teatro, pero también en audiovisual. Ahora, algunos antagonistas tienen la formación, otros la están llevando a cabo, entonces podría decirse que de alguna manera son actores naturales pero con alguna formación teórica o práctica dentro del campo de la actuación. Su desempeño nos gustó bastante, de verdad que quedamos muy contentos con ese trabajo.

E.N.D.: ¿Quiénes son sus compañeros en este trabajo?

J.T.: Ellos, al igual que yo, son estudiantes de Comunicación Social de la Universidad del Tolima. Carlos Gutiérrez se encargó de toda la producción, fue quien garantizó todo antes y después en el rodaje, estuvo al frente de la logística.Camilo López fue codirector en la parte de fotografía y cámara, estuvo en el proceso de selección de actores y gestión de recursos, así como en la edición.

E.N.D.: ¿Cómo ha sido la recepción del corto y qué críticas han recibido?

J.T.: Estamos muy satisfechos. En primer lugar, cuando sustentamos el trabajo nos fue muy bien, fue una tesis laureada, algo que no esperábamos. A las evaluadoras les gustó bastante, la forma como se hizo, se produjo, como se narró la historia.

Hablaron de la sutileza, sobre que no tocamos algo muy sórdido, sino que acertamos con lo que quisimos contar y dimos en el punto.Además, en el Museo de Arte del Tolima lo estrenamos en diciembre pasado, y fue algo bonito, porque la mayoría de los asistentes dio su opinión al respecto y fueron positivas. Todos comentaron sobre la importancia del tema, lo que a su manera de ver estuvo bien.

Credito
EL NUEVO DÍA

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