“Quería rendir un homenaje a las canciones que han acompañado mi vida”, Álvaro González Villamarín

Crédito: COLPRENSA - EL NUEVO DÍA
Lo conocen como El Profe. Álvaro González Villamarín ha acompañado y guiado a varias generaciones de radioescuchas que a través de programas como ‘La Clase’, no sólo querían escuchar buenas canciones, también conocer un poco más de la historia detrás de esas creaciones, la vida de sus intérpretes. Todo un viaje a través de la música.
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Hace 15 años hizo parte del proyecto Radiónica, del cual es su director, y aunque la música lo ha llevado a distintas partes del mundo, también le encantan los viajes que son posibles a través de la lectura de una buena novela, una película y ahora el boom de las series.

De todas esas experiencias, sensaciones, de todos esos viajes, hace un tiempo inició un propio viaje creativo, con la música como eje principal y motor inspirador para una serie de cien relatos, que van desde los cuentos, los ensayos con altas dosis de humor negro y hasta la ciencia ficción.

Se trata de ‘Canciones para Astronautas’, donde le rinde homenaje a canciones y sus creadores, que por diferentes motivos, hacen parte de la vida de Álvaro González. Si se tiene en cuenta que ‘El Profe’ ha dedicado su vida a la música en la radio, cien canciones son pocas en la banda sonora de su vida.

 

Una playlist única

- ¿Cómo describiría este libro?

Son cien relatos que forman parte de una banda sonora de vida que está habitada por amores, desamores, por esperanzas, melancolías, por ausencias y presencias. Es un homenaje también a cien canciones que tuvieron la capacidad de convertirse en estos relatos de ficción.

- ¿Cómo se fue construyendo esa banda sonora?

Nace de muchos viajes de trabajo, que más allá de lo que uno podía llegar a escuchar, empezaron a aparecer en la memoria como compañía.

También había leído a otros autores que habían hecho ejercicios interesantes con las canciones y la literatura, así como el Dietario Voluble de Enrique Vila-Matas donde, en el prólogo del libro, describía lo que significaba la canción para un mensajero que le entregará a Vila-Matas un paquete, logrando conmoverse con la canción Be my Baby de The Ronettes.

Ahí nace la idea, Quería rendir un homenaje a las canciones que han acompañado mi vida a través de unos relatos que no explicaran la canción, pero que sumada a ella, generara una sensación especial de vida, de literatura y mucho más.

- ¿Cómo arrancó el viaje de la construcción de este libro?

En una primera fase fue como la canción inspirada donde aparece Daft Punk, The National, Foals, aparece David Bowie y me empecé a dar cuenta que mi banda sonora estaba conformada por canciones de distintos géneros y también de una buena cuota colombiana.

Empecé a escuchar todo este material y de una manera muy especial cada uno de ellos me empezaba a dar una historia diferente, que en algunos casos llegaba a ser autobiográfica y en otros completamente imaginada.

- ¿Difícil la selección de cien canciones?

Siempre tuve claro que serían cien canciones porque me daba un orden de escritura y me daba un reto importante alrededor de la construcción de los relatos. También decidí de que fueran de una página de extensión, porque era un reto interesante de lograr que el libro tuviera la agilidad de una playlist, que se pueda leer entre canciones.

Muchas canciones se quedaron por fuera, algunas llegaron a la revisión final. Me llamó mucho la atención verme en medio de tantas canciones y de tan diversos géneros musicales entre sí.

- No podía faltar una canción de la banda Aldea...

Esa la tenía clara. Tenía claro que el cierre del libro tenía que ser una canción de la banda donde yo toqué, un homenaje a ese proyecto, a quienes compartí la vida en ese tiempo alrededor de la creación sonora. Si tenía completamente claro que el cierre sería con Aldea como una manera muy bella de también validar un momento de mi vida que me marcó y por el cual crecí mucho.

- El prólogo es del escritor Mario Mendoza y uno de los relatos se llama ‘Para Mario Mendoza’…

Mario es fundamental y casi responsable en que el libro existiera al motivar la escritura en algún momento en que tuvimos la posibilidad de hablar y se entusiasmó con la idea del libro, con muchas recomendaciones, con mucha pasión e inspiración.

Su prólogo es algo muy generoso, que logró encajar perfectamente y darle una ruta de vuelo al libro. Uno lo lee y entiende la profundidad del libro.

- Los viajes de la música y la música de los viajes...

Son dos elementos importantes. Primero la música, porque además de ser músico soy programador musical y toda la música ha sido fundamental en mi vida. Creo que también existe un constante viaje que más allá del turista que está coleccionando sellos en el pasaporte, es alguien que vive extraviado en cada uno de sus viajes.

Una vez, Camilo Lara me dijo: “Todo viaje empieza cuando uno regresa”. Ese es el punto, es una forma de regresar y volver a viajar a través de canciones, textos, recuerdos y a través de la imaginación.

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Made in Colombia

- Una buena dosis de música colombiana...

En el caso de la música independiente colombiana es llevarla a otro imaginario, más allá de la canción, del concierto, del imaginario de la publicación de la música, es poder convertir a Chocquibtown, Bomba Estéreo, Los Petit Fellas, Monsieur Periné en un capítulo literario. Creo que también va enriquecer mucho la mirada que tienen los artistas alrededor de su obra, porque van a ser conscientes de que no sólo acompañan la vida, sino que son la posibilidad de inspirar otros contenidos artísticos.

El viaje es constante afortunadamente y sigue siendo dinámico sin lugar a dudas.

- Relatos que van de Jimi Hendrix a Odio a Botero...

Ese eclecticismo me parece necesario en la vida (risa). Es una maravilla desde la perspectiva narrativa, porque abre la posibilidad a cuentos, relatos, ciencia ficción, ensayo con bastante humor negro.

También se encuentra material clásico con The Beatles, Pink Floyd, con bandas del alma como Caifanes, Soda Stéreo, además de la nuevas generaciones de artistas como Vetusta Morla, Love of Lesbian, Mabiland, Alkolirykoz. Es una mirada muy bella que deja en evidencia que la música también es un viaje.

Siempre se ha hablado de que la literatura es un viaje pero se nos olvida que la música también es un mecanismo de viaje a través de diferentes sensibilidades, géneros, geografías y muchas otras cosas. Todo esto sin olvidar que también es un instrumento para salvar vidas, para salvar el mundo.

- ¿Cómo ha sido la reacción de los primeros lectores del libro?

He identificado, lo cual fue diseñado en la creación del libro, tres formas de poder abordarlo. La primera, por ser relatos breves, tiene una lectura fácil, rápida, que lo han experimentado los primeros que han tenido acceso al libro.

La número dos, la lectura lenta, junto a la playlist, que de por sí funciona como un verdadero viaje. Y una tercera experiencia es ir identificándose al azar en ciertos momentos con algunos de los relatos, los cuales se convierten en fragmentos de vida. Es como la vida que tiene diferentes velocidades y este es un libro que tiene la posibilidad de leerse desde muchas perspectivas.

Hay un inicio con una comodidad de repertorio sonoro, pero también se le va exigiendo al lector esa curiosidad sonora, en búsqueda de otras estéticas y otras bandas. Es bello ese ejercicio de poder encontrar otras formas de interpretar la vida con la música más allá de las tradicionales.

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Credito
COLPRENSA

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