¿Dónde reposa el busto de Eutiquio Leal? El escritor tolimense en la historia de la literatura colombiana

Crédito: Suministrada - EL NUEVO DÍA
La primera parte de esta entrega que hace el Abogado y escritor pereirano, director del Taller de Escritores Gabriel García Márquez, colaborador de varios magazines y revistas extranjeras.
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Cumplidos veintitrés años de la partida del escritor chaparraluno Eutiquio Leal, su memoria pervive en el Taller de Escritores Gabriel García Márquez, agrupación de la cual fue su fundador y primer director desde 1982 hasta la fecha de su deceso. 
A finales de noviembre del año pasado ese taller por mi intermedio y con la colaboración de la señora bibliotecaria de ese municipio, Doña Nora Buendía, en ceremonia especial, entregó copia de una versión muy particular del homenajeado pincelada por el caricaturista, pintor y dibujante Arlés Herrera, más conocido como Calarcá; en esa fecha quedó estatuido el semillero Taller de Escritores o Literario Eutiquio Leal, en procura de que en su municipio de origen se estudie la obra de tan aquilatado escritor.
 A este empeño se ha sumado el escritor y gestor cultural del departamento Carlos Orlando Pardo, quien aceptó el ofrecimiento del padrinazgo en su inmensa generosidad y compromiso que tiene con la literatura, así como otras personalidades del municipio quienes lo conocieron de cerca y estiman su obra.
Punto aparte es un busto o rostro de nuestro personaje de marras moldeado en arcilla (como aparece en la fotografía de apoyo de este artículo) posteriormente vertido en bronce, elaboración artística del escultor Emiro Garzón Correa, y del cual se tiene noticia fue entregado en Chaparral por el escritor chaparraluno, Darío Ortiz Vidales, quien medió con la última compañera de Eutiquio para el traslado de la obra a ese municipio. 
Esa es la única certeza que hay sobre la obra, de acuerdo a la pesquisa realizada con el escritor tunjano Pedro Manuel Rincón, conocido como Pemán R., porque no se sabe a ciencia cierta dónde reposa ni quien tiene ese legado cultural que pertenece a todos los chaparralunos. La memoria del maestro Eutiquio y el interés de sus paisanos reclaman la aparición de esa invaluable pieza como parte de la tarea de recuperación de su memoria en su tierra natal. 
Como admirador de la vida y obra del ilustre hombre de letras, sugiero que se considere la posibilidad de que el curtido rostro pijao de este varón epónimo, cuando vuelva a su terruño, lo que creo será más temprano que tarde, ilumine la Biblioteca Municipal Darío Echandía, donde opera y se reúne el semillero.
Hace algunos años plasmé algunos párrafos de mi cosecha para dejar por escrito lo poco que había conocido de mi maestro y que otros con más autoridad que la mía han dejado en sus libros y hoy día hacen parte de textos para un gran volumen sobre su vida y obra, y que a continuación transcribo:
Después del nueve de abril al magnicidio del caudillo, Jorge Hernández Barrios, empleado de uno de los bancos de la ciudad de Cali, indignado por los sucesos de esa violencia que había rebosado la copa con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, y el baño de sangre que corría en campos y ciudades, decidió alguna tarde cambiar su nombre de pila por uno de combate: Trifón, (el dato de este, su primer seudónimo fue referido por los colegas de la Universidad Autónoma) quien marcharía a las montañas de la cordillera central, armado con su máquina de escribir Olivetti y alguna rudimentaria imprenta para hacer contacto con la naciente guerrilla con la que convivió, entre boletines, poesías, escritos y enfrentamientos por algunos años; rebautizado con el nombre de Olimpo, con el que ganó el grado de comandante en una de sus gestas. 
Años más tarde abandonó ese entorno, pero no sus convicciones, que trasladó a su compromiso de escritor, sin renegar de su credos y principios, pero creyó que era más importante dar la batalla en el campo de las letras, y con el seudónimo de Eutiquio Leal enfrentó en forma definitiva su proyecto de vida, y con él obtuvo varios premios nacionales: Mitin de alborada. Agua de Fuego, Después de la noche, Viet Nam: ruta de libertad, Cambio de Luna, Bomba de tiempo, Ronda de hadas, Talleres de literatura, Trinos para sembrar, La hora del alcatraz, El oído en la tierra, Trinitarias y sus publicaciones en la revista El gato encerrado, son parte de su prolífica obra como versátil escritor de géneros como novela, cuento, ensayo y poesía, que acometió hasta el momento de su corta enfermedad que lo llevó a encontrarse con la parca, no sin antes escribir cuatro o cinco sonetos, que andan errabundos como su dueño, lo fue en vida.

Credito
HUGO CORREA LONDOÑO

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