En Espinal, los comensales pueden saborear ricuras calentanas comenzando por el Parque Mitológico, el epicentro de la gastronomía local, donde se encuentra desde cinco mil pesos el plato de la exquisita lechona, acompañado de insulso y arepa, que se baja con una fría cerveza.
En el mismo lugar hay cerca de cinco negocios, donde los turistas pueden comprar almojábanas, quesillos, bizcochos y panderos, que se degustan con avena, chicha o masato.
Pero quien no quiere estar en el Mitológico puede ir al Pueblito Espinaluno, ubicado a la salida de Flandes, donde estas mismas exquisiteces se venden en medio de toldos, casetas y restaurantes al aire libre. Allí los clientes pueden consumir también fritanga y gallina asada.
Si lo que busca es comer a las afueras de la ciudad, vía a Girardot están los restaurantes de las famosas Monas, donde lo invitan a comer lechona, tamal y bizcochos, debajo de carpas y árboles frutales que alivianan el fuerte calor.
El secreto de estos platillos es una tradición de más de un siglo. Recetas que han pasado desde las abuelas hasta hoy, son ofrecidas con orgullo por espinalunos que logran convertirlas en manjares, que se sirven en platos de barro, hojas de plátano y en totumas.
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