Ofrendas a la "Madre-Tierra" en Bolivia

AFP - EL NUEVO DÍA
Janeth Chipana levanta las manos para que "Tata Inti" (dios sol) la toque mientras los primeros rayos del astro bañan los Andes bolivianos donde este jueves se iniciaron los ritos del mes de la "Pachamama" (Madre-Tierra) para que proteja y acreciente los bienes terrenales.

"¡Jallalla! !jallalla!" ("viva", en idioma aymara) gritan en la madrugada decenas de asistentes al rito, mientras el termómetro marca los 0°C en La Cumbre, el punto más elevado de la vía de ingreso desde la ciudad de La Paz hacia la región de Yungas, el corazón cocalero de Bolivia.

Durante todo agosto, los bolivianos rinden tributos a la Madre-Tierra (Pachamama) en las "apachetas", cerros o lugares ceremoniales preincaicos, cercanos a los nevados, donde se cree que habitan con fuerza los "achachilas", dioses de los indígenas.

"Hemos preparado una mesa, con dulce frutas, estamos brindando como nuestros antepasados, por la siembra, por la cosecha, por los buenos frutos", dice Janeth de 38 años a la AFP, quien ha llegado al lugar con un grupo de familiares y amigos.

Los rituales son ancestrales, principalmente en el mundo aymara, dominante en los Andes bolivianos, donde la costumbre se transmite de generación en generación.

"Estamos pidiendo especialmente por la familia, por salud, por estudios de los hijos y por la economía", señala Janeth, quien asegura que es el sexto año que cumple el ritual.

En otro grupo está Max Ramírez, estilista de 32 años, quien afirma que "estamos recordando tradiciones muy antiguas de nuestros ancestros, lo que nuestros padres y abuelos nos han enseñado".

"Este es un momento para reencontrar a la familia, para quienes trabajamos juntos, en este mes de la 'Madre-Tierra' que nos brinda luz para progresar", señala Max.

Los ritos andinos coinciden con el mes de la siembra y se ruega a la tierra por buenos frutos, pero además para que proteja sus bienes.

Los bolivianos preparan además "mesas" u ofrendas, que consisten en varios productos naturales, como hierbas y maderas aromáticas, cebo, huevos, dulces, trozos de lana, inciensos, especias, raíces fragantes y hasta fetos de llama, el auquénido de los Andes meridionales.

Todos esos productos se envuelven en papel que se coloca sobre leña, donde se enciende la hoguera para su incineración y tras ser consumidos por varias horas, toda la ceniza es enterrada, para que la "Madre-Tierra" la reciba como muestra de gratitud.

Explosiones contra los malos espíritus

La alegría y las bromas reinan en el lugar, donde todos buscan acercarse al fuego para mitigar las bajas temperaturas.

Cada cierto tiempo, alguien lanza petardos al aire, para "espantar" los malos espíritus. También se hacen detonar cohetillos con el mismo fin.

Hay exclamaciones de alegría cuando revienta un huevo por las altas temperaturas en medio de la hoguera, pues se considera que es una señal para recibir más bendiciones materiales y de salud durante los próximos 12 meses.

En el sector de La Cumbre está el chamán aymara Esteban Tórrez, de 65 años, quien se encarga de los rituales indígenas: orar en su idioma a los dioses indígenas, como la "Pachamama", el "Tata Inti", los "achachilas" y "apus", una tarea que él dice realizar desde hace unos 30 años, en medio de brindis con alcohol y cerveza.

"Rezamos a nuestros dioses, es una costumbre que tenemos, rezamos a nuestros (dioses) espirituales", explica a la AFP el brujo andino, ya algo alcoholizado, pues los devotos le invitan a cada momento un poco de cerveza.

Las bebidas espirituosas también se vierten en la tierra, para apaciguar los ánimos de la Pachamama.

Las ceremonias se desarrollan durante todo el mes en varios cerros de los Andes bolivianos.

Credito
AFP

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