Nueva Castilla, un sueño que no concluye

SUMINISTRADA– EL NUEVO DÍA
El Ibal se reunió con los habitantes del sector para informarles sobre las fallas del acueducto, por lo que el servicio del agua no les sería cobrado por el momento.

Hace 35 años, Margarita Riaño salió de La Dorada, Caldas, impulsada por el amor y en busca de mejores oportunidades. En Armero conoció a Jaime Leal, el taxista que tan solo en una carrera le robó el corazón. De esta unión nació María Gisela, la única hija de Margarita. “Yo soy de la Dorada, Caldas, aquí en Ibagué ya llevo un rato viviendo (…) antes vivía en arriendo”.

Llegó a Ibagué a vivir por los alrededores del Estadio. Se desempeñaba en oficios varios, fue vendedora de catálogos y aseadora en un colegio, mientras cuidaba de su pequeña hija. Las carreras de su esposo, poco a poco se fueron convirtiendo en un túnel hacia el exceso, tanto que, aproximadamente siete años después de casados, él fue internado en un centro de rehabilitación para drogadictos, pues era adicto a inhalar bóxer: “Él tenía un problema, se volvió vicioso y debido a eso lo internaron en el centro de rehabilitación de Armero y pues después de eso (la avalancha del volcán Nevado del Ruiz, 1985) no se sabe qué paso; sin embargo, yo estuve pendiente de los helicópteros y cuando las volquetas llegaban aquí a la Cruz Roja”.

Al comienzo de una nueva vida con su pequeña hija, Margarita supo por medio de una clienta de sus catálogos que iban a abrir inscripciones en la Gestora Urbana para adquirir una vivienda propia de interés social.

En la administración de Jesús María Botero, se viabilizó el proyecto. Según Lisímaco Ortiz, arquitecto de la oficina de vivienda y proyectos especiales de la Gestora Urbana, se programaron inicialmente 1.189 viviendas para el proyecto urbanístico Nueva Castilla, planificado como el más grande de los últimos tiempos en la capital musical.

Esta urbanización se constituyó a través de un convenio interadministrativo, con los aportes económicos del Gobierno nacional que entregó un subsidio, la Alcaldía de Ibagué contribuyó con el lote y el urbanismo y, finalmente, cada beneficiario contribuyó con dos millones 200 mil pesos, que de acuerdo con el arquitecto Ortiz, son para los gastos que le hacen falta a la vivienda.

La señora Margarita empezó el proceso de solicitud de una casa de interés social hace aproximadamente ocho años. Le exigieron abrir una cuenta de ahorro programado, específicamente para los ahorros del proyecto. Según nos cuenta, uno de los requisitos era tener un Sisbén bajo, pero aunque no lo tuviera, eso no importó, pues tenía prioridad por ser madre cabeza de familia.

Según el funcionario de la Gestora Urbana, la elegibilidad de los usuarios de estas casas, se regía por su situación económica que debía estar entre el Sisbén 1 y 2 o en una condición especial, ya sea por desplazamiento, desmovilización de un grupo armado o en calidad de damnificado. El funcionario no fue realmente específico sobre los requisitos de elegibilidad, siempre trató el tema de manera superficial y al momento de solicitarle los documentos, se negó a darlos a conocer.

Un año después de la publicación del listado salió, Margarita se enteró por internet que había sido favorecida y que por fin se cumpliría el sueño de tener casa propia. Supo que por medio de un sorteo, se le asignó un vivienda en el barrio Nueva Castilla en la súper manzana 4. Para ese entonces, su hija ya se había graduado del colegio.

La casa parecía ser una mejor realidad para la vida de esta mujer, pero el proceso tomó un rumbo diferente y se alargó más del tiempo esperado; los días se convirtieron en meses y los meses en años. Su casa poco a poco se veía borrosa en el horizonte, pero ella, como buena colombiana, preocupada por el bienestar de su familia, nunca desistió de este sueño.

El proyecto urbanístico de la comuna 8 Nueva Castilla abrió inscripciones en 2002 y se estimó que en 2009 entregarían las viviendas; el plazo no se cumplió debido a irregularidades tanto en la contratación como en el proceso de ejecución. Según el funcionario de la Gestora Urbana, el proceso se dilató debido a tres factores: los retrasos del desembolso de Fonvivienda a Fiducafé (actualmente FiduDavivienda), que se generó por las inundaciones del fenómeno de la Niña que se registraron en esa época; las demoras “normales” de la obra que pueden ser de uno a dos meses y, por último, la demora en los pagos por parte de los usuarios, en la que enfatizó.

Los contratistas del proyecto fueron Milton Oviedo Álvarez, oriundo de Sahagún, y el Consorcio Unión Temporal VIS, a quienes se les adjudicó la construcción de 1.185 viviendas, 600 de las cuales edificó el ingeniero Oviedo, en tanto que el Consorcio VIS se comprometió con el resto; de estas 52, no fueron entregadas, pues se generó el proceso de invasión en 2011.

La parte del proyecto que ejecutó el ingeniero Oviedo Álvarez presentó fallas desde el inicio de la ejecución de la urbanización Nueva Castilla. Se detectaron anomalías, como la instalación deficiente de las acometidas de las redes de agua y electricidad, que tendieron luego de haber concluido las casas; razón por la cual perforaron las paredes y vigas de los inmuebles construidos. Las columnas, además, tenían una dimensión inferior a las especificadas en los planos y nunca se despejó la duda sobre la resistencia del concreto utilizado.

De acuerdo con la planeación urbanística de la Gestora Urbana, los servicios públicos instalados fueron red de acueducto y alcantarillado, red de aguas lluvias, alumbrado público y energía domiciliaria; además de contar con áreas libres como zonas verdes comunales, escuelas y guarderías. Se determinó que el 50 por ciento del área sería destinada para vivienda y el 50 por ciento restante para áreas verdes y vías. El arquitecto también cuenta que, Nueva Castilla tiene muchas zonas verdes y parqueaderos que quedaron dentro de la urbanización. Al visitar el barrio, esta redacción no pudo comprobar que lo anterior se haya cumplido, tal y como lo afirmó este funcionario.

“Aquí no pagamos agua, porque el alcantarillado quedó mal hecho”. Nos dice Margarita, que en diferentes sectores de la urbanización, un número no determinado de residentes convive con una molestia latente dentro de sus moradas: un estancamiento de aguas negras y residuales, que ha provocado un grave problema de insalubridad y enfermedades, ya que debido a las fuertes precipitaciones, una gran parte del barrio se inunda. El Ibal se reunió con los habitantes del sector para informarles sobre las fallas del acueducto, por lo que el servicio del agua no les sería cobrado por el momento.

En enero de 2011, Nueva Castilla sufrió un ataque de invasión, individuos y familias se hicieron poseedores de las casas que estaban por entregarse a las personas que habían cumplido el trámite legal. Un lunes, Margarita llegó a la que era su casa y se encontró con dos sujetos, que le manifestaron que no iban a entregar la casa porque ellos necesitaban de una y el Gobierno les tenía que solucionar su situación. Margarita, asustaba por las agresiones verbales de parte de los invasores, decidió dirigirse a la Gestora Urbana para que le recuperaran su casa. Después de varias visitas a la Defensoría del pueblo, cartas al Ministro de Vivienda y reuniones entre los afectados, por fin fueron escuchados. Día y noche se tomaron la Gestora Urbana para que les entregaran su casa; solo después de seis meses y de haber interpuesto tutelas les fue otorgada su morada. Al día de hoy todavía siguen invadidas 104 casas, según un censo que realizó la Junta de Acción comunal del barrio; la Gestora reconoce solo 95 casa invadidas.

Algunos invasores se llevaron las puertas y los baños, los cables, entre otras cosas de las casas. El arquitecto Ortiz dice que la Gestora, mejoró todo esto con aproximadamente 349 millones de pesos para 375 viviendas, y que están alistando más dinero para el día que se recuperen las 95 viviendas que aún están en poder de los invasores.

El barrio fue entregado a la comunidad con varios deterioros físicos y estructurales, ninguna de sus calles está pavimentada, no cuenta con un espacio para el goce y la diversión, algunas de las casas aún se encuentran en obra negra. Las condiciones no son las adecuadas para una familia de cuatro personas: indican que solamente se les entregó un área construida de 22.5 metros cuadrados, algunos de los muros son compartidos; así mismo, las habitaciones carecen del espacio suficiente para albergar una cama doble, pues su área es de 4. 4 metros cuadrados.

La Teoría de las ventanas rotas

El abandono del paisaje citadino, el ambiente de anarquía y deterioro físico que produce el mal gobierno de una ciudad, inducen a que más gente cometa crímenes: si en una calle una ventana se rompe y nadie la repara, muchos de los que pasen por ahí asumirán que nadie está a cargo, que nadie es responsable de que las cosas estén en orden, y que un hurto o algo peor pueden, entonces, cometerse sin que haya una sanción. Dos criminólogos, James Q. Wilson y George Kelling, afirman que el crimen es el resultado inevitable del desorden: es lo que se llama “Teoría de las ventanas rotas”.

Muchos de los niños que están participando en el proyecto “Tejiendo lazos para la paz”, a cargo del Colectivo Hoja Verde de la Universidad del Tolima, no han cursado ni siquiera un nivel de escolaridad y según ellos, la razón, es que sus padres no tienen los recursos económicos para ponerlos a estudiar. El tiempo libre de estos niños, se convierte en un camino hacia la delincuencia y la adicción; además, el trato violento y el desinterés al interior de sus familias por la educación de sus hijos, deja en ellos una huella de la “ventana rota” que comenzará a transmitir una sensación de anarquía a otras casas, a toda la calle y a las personas que pasan por ella.

Un número considerable de los habitantes de este sector ha reportado a las autoridades el difícil entorno en la que se ven inmersas sus familias; por encontrarse en la periferia de Ibagué, es uno de los lugares preferidos por los amigos de lo ajeno; en la mayoría de los casos estas bandas delincuenciales están conformadas por jóvenes de la misma comunidad y esto es lo que más le preocupa al Gobierno municipal. Se ha complicado un poco más la situación en esta parte de la capital, ya que muchos de los afectados no se atreven a denunciar porque temen las retaliaciones. El sector, es uno de los tantos barrios del país en los que hace falta la presencia del Estado, en donde precisamente para épocas electorales, la politiquería hace presencia con infinidad de promesas que no se llegan a cumplir.

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