Las Farcrim, una alianza para atentar contra la Fuerza Pública

Tras el ataque a una caravana de la Policía en el corregimiento Tierradentro, en zona rural de Montelibano, en el Sur de Córdoba, que dejó siete uniformados muertos, se conoció del nuevo ‘modus operandi’ de la guerrilla de las Farc y las bandas criminales en algunas regiones del país.

Según las autoridades, el ataque contra los uniformados fue atribuido a una alianza entre la guerrilla y miembros del ‘Clan Úsuga’, por lo que el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, no dudó un instante en señalar que “ahora los terroristas de las Farc andan aliados con las bandas criminales y tienden hacia una misma cosa, a convertirse en Farcrim y serán combatidas con contundencia”.

Precisamente, informaciones de inteligencia de las Fuerzas Armadas, conocidas por Colprensa, aseguran que esta alianza estaría vigente desde 2011 y ha sido identificada en temas como el tráfico de estupefacientes, acuerdos de no agresión, intercambio de drogas por armas y para mantener presencia compartida en territorios donde hay presencia de las dos organizaciones.

Para el gobernador de Córdoba, Alejandro Lyons Muskus, es un “coctel mortal” que está relacionado con el narcotráfico y los ataques a la Fuerza Pública, como el denominado ‘Plan pistola’, que han adelantado estas organizaciones en otros momentos en diferentes regiones del país.

Entre las cifras del Ministerio, las Bandas criminales o Bacrim tienen aproximadamente 34 mil personas, cuatro mil menos que el año pasado, y desde 2011 su tendencia ha sido a la baja.

Estos se dividen en tres grandes grupos conocidos como ‘Clan Úsuga’, ‘Los Rastrojos’ y ‘Los Libertadores del Vichada’.

Estas organizaciones tendrían presencia en cerca de 10 departamentos del país, donde se cuentan Antioquia, Córdoba, Chocó, Valle del Cauca, Nariño, Meta, Guaviare, César, Norte de Santander y 155 municipios, y solo se conoce un atentado de su autoría durante este año, en comparación con 2013, cuando cometieron 13 acciones.

Solamente en lo corrido de este año, la Fuerza Pública ha neutralizado a mil 384 militantes de estas organizaciones, mientras que en los últimos tres años fueron capturados 24 cabecillas de primer nivel y nueve personas abatidas.

Las Farc, por su parte, tendrían 23 mil 872 armas de fuego y contarían con cerca de seis mil 700 combatientes, lo que equivale a tres armas por cada subversivo.

Pero ¿cuáles son los alcances de estas alianzas entre estos grupos subversivos? Precisamente, información de inteligencia revela que las organizaciones al margen de la ley llegaron a acuerdos de delimitación de áreas geográficas sobre el Bajo Cauca, en donde se desplazarían de manera conjunta para mantener “movilidad territorial”.

De otro lado, se conocen “pactos” de no agresión en algunas áreas, para respetar la vida de los colaboradores, y concertaron zonas de acuerdos sobre las riberas del río Cauca, en la región del Magdalena Medio para el tráfico de estupefacientes.

Otro de los puntos destacados es el acuerdo para el intercambio de información sobre personas que consideran “desertores” de ambos bandos, lo cual se ejecutaría por medio de un canal de comunicaciones “para el sostenimiento de la relación”.

Unión macabra

Entre los elementos que confirmarían esta unión y que están asociados al tráfico de estupefacientes, están la compra y venta de cargamentos de estupefacientes en el Urabá antioqueño y la Costa Pacífica, además de alianzas y división de zonas para movilidad de las drogas en áreas como Nariño, Chocó, Valle de Cauca, el Sur de Bolívar y la región del Urabá.

Según información de inteligencia, en Nariño durante 2010 se habría producido un asocio entre el frente 29 y la columna Móvil Daniel Aldana de las Farc con ‘Los Rastrojos’ y componentes del ‘Clan Úsuga’, para operar en este territorio del país.

Para el año siguiente la información daba cuenta del contacto para la compra de estupefacientes entre el ‘Clan Úsuga’ y las Farc y que incluso “en reunión entre alias ‘Jacobo Arango’, cabecilla del frente 5; alias ‘El Manteco’, cabecilla del frente 58, y alias ‘Román Ruiz’, cabecilla del frente 18, se estableció que esto se cumpliría a través de particulares”.

Ese mismo año, el ‘Clan Úsuga’ indicó que ingresarían al Sur de Bolívar por Morales y El Bagre, Antioquia, para tomar contacto con los frentes de las Farc que hacen presencia en la región y así llegar a “acuerdos de no agresión”. También se conoció que ‘Los Rastrojos’ tendría esos contactos “para evitar confrontaciones y obtener autorización para mantener sus componentes activos sobre el Urabá para confrontar al ‘Clan Úsuga’”.

En Chocó y Antioquia, cabecillas del frente Cinco de las Farc con componentes del Clan habrían tenido encuentros como el de cabecilla ‘Jacobo Arango’ y un delegado de alias ‘Otoniel’, jefe máximo de esta banda criminal.

Para 2012 se empezó a conocer cifras más concretas en las negociaciones que adelantan estos grupos subversivos por el tráfico de estupefacientes. En ese orden, la información de inteligencia señala que alias ‘Wili’, integrante del Clan Úsuga y encargado del área de Nechí, Magangué, San Pablo y Ayapel, se reunió con emisarios de las Farc por orden de alias ‘Otoniel’, para acordar estas actividades.

La información revela que en esa reunión se planteó la posibilidad del tráfico de 250 kilos de estupefacientes quincenales y el pago de $2’600.000 por cada kilo que fuera transportado por estas regiones, con lo que era evidente la estrecha relación que se venía gestando entre estos grupos al margen de la ley y su modo de actuar en la zona.

En la región del Urabá Cordobés, en Puerto Libertador y Montelíbano, municipios donde se presentó el ataque contra los siete uniformados el pasado martes, el frente 58 de las Farc generó un acuerdo con el ‘Clan Úsuga’ para compartir la zona y evitar confrontaciones, además de la compra de estupefacientes, a través de los mismos acuerdos que se venían gestando en otras áreas del país.

El director de la Policía nacional, general Rodolfo Palomino, indicó el día del atentado que en la zona serán reforzadas las medidas de seguridad y será incrementada la operación de inteligencia, para que Córdoba deje de ser un territorio violento y maniatado por los grupos subversivos que operan allí.

“El frente 58 y una facción del ‘Clan Usuga’ son los engendros perversos de lo que se llamará Autodefensas Unidas de Colombia o paramilitares y tiene su origen retaliatorio en las operaciones que hemos hecho en su contra”, indicó Palomino el pasado martes desde Córdoba.

“Hay una lectura clara de lo que está pasando en los últimos meses y sabemos que nuestra Policía y nuestro Ejército tienen que robustecer y replantear algunas estrategias para poder encarar con mucha eficiencia y efectividad operaciones que permitan, no sólo el éxito militar, sino también frente a las fuentes de financiación que son el combustible de todas estas organizaciones”, señaló Lyons Muskus.

Las acciones 

El Ejército nacional y la Policía se focalizarán en desestabilizar las finanzas de esos grupos y se mantendrá y aumentará el pie de fuerza, de acuerdo con lo señalado por el comandante de la institución, general Jaime Lasprilla, quien explicó que esto se realizará en “las áreas donde operan los frentes 58, 34 y 18 de las Farc, que son principalmente en el Nudo del Paramillo, Sur de Córdoba y límites con el Bajo Cauca antioqueño, donde estas presiones existen porque buscan generar más presión en la extorsión, en la población y el cultivo de hoja de coca, narcotráfico y minería ilegal”.

La Décima Primera Brigada del Ejército reforzó la seguridad vial con un pelotón blindado de 15 hombres del grupo mecanizado Juan del Corral, que comenzó a prestar seguridad en diferentes ejes viales con tres vehículos blindados cascabeles, un vehículo blindado urutú y un vehículo avir.

Además, los hombres se estarán moviendo en las principales vías como la Troncal del Caribe, que conecta al interior del país con la Costa Caribe, en especial los municipios que van desde Puerto Valdivia, Cáceres, Tarazá, Caucasia, La Apartada, Buenavista, Planeta Rica, Montería, Pueblo Nuevo, Cereté, Ciénaga de Oro, entre otros.

“Lo único que se busca con este pelotón blindado es incrementar la seguridad y que los viajeros se sientan seguros en estos puntos donde se estarán moviendo estos hombres del Ejército nacional”, afirmó el comandante de la Décima Primera Brigada, coronel Ulises Figueredo Varón.

Para el director de la Dijín de la Policía, general Jorge Rodríguez, las investigaciones de esa alianza se están haciendo y se han hecho evidentes al sur del país. “Hemos visto muchas de estas alianzas al sur del país, allí hace poco en una operación con un avión de la columna móvil Daniel Aldana de las Farc, había estupefacientes de la Bacrim, esta no solamente es con el ‘Clan Úsuga’, sino también con ‘Los Rastrojos’”.
 

El postconflicto con más alianzas 

La columnista Salud Hernández aseguró que en el postconflicto se podrá ver grupos conformados entre bacrim, Farc, paramilitares y delincuencia común.

“Algo así como el caso de los caqueteños, en el Amazonas, esto no es nuevo y a las Farc no les importa, ellos lo niegan pero se sabe que tienen estas alianzas, de igual forma que las tenían el M-19 con Pablo Escobar, no es nuevo y son alianzas que se conocen, como del ELN y Los Rastrojos y ahora las Farc y las Bacrim”, explicó.

Hernández manifestó que es normal que haya una cantidad de personas que no están dispuestas a entregar las armas, porque “siempre hay un porcentaje que no se desmoviliza y en el caso de las Farc, tendrá que ocurrir, porque no quieren o porque después de hacerlo vuelven a delinquir, aunque acá el agravante es que no lo aceptan y por eso será más complicado”.

Para el especialista en Seguridad y Defensa y director de la firma Decisive Point, Román Ortiz, es sobre las Bacrim donde se debe centrar el esfuerzo ejecutado entre las Fuerzas Militares y la Policía, para evitar más uniones con las Farc.

“Las Fuerzas Militares y la Policía han identificado que el esfuerzo debe ser contra las bandas criminales y eso se ve con las operaciones Troya, por ejemplo. El propósito es poner más presión sobre las bandas criminales para que en el caso del postconflicto y de la posible desmovilización de las Farc, estas no se vuelvan un polo de atracción y así para mantener la ilegalidad de miembros de la guerrilla que no estén conformes y deseen continuar con la violencia”, indicó Ortiz.

“Atacarlas es una forma de disuadir a las Farc para que no continúen en la violencia, está es una lección de las AUC, que de alguna forma fue en parte exitosa, y quienes se resistían, fueron atacados por la fuerza pública, el tema, de cara a las Farc es cerrar esas posibilidades y que no vean en las Bacrim la posibilidad de continuar”, señaló.

Ortiz afirmá que “la alianza entre Farc y Bacrim existe porque tienen intereses comunes, esta unión no es nueva, se ha hecho no sólo para atentar contra la Fuerza Pública, sino también en temas como el narcotráfico y armas. Distintas bandas, entre ellas el ‘Clan Úsuga’, han estado colaborando en la protección de las operaciones y en contratación de las Farc para que se hagan acciones terroristas”.

Credito
COLPRENSA

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