La casa que fue demolida en Pereira y reconstruida en la Capital Musical

FOTOS JORGE CUÉLLAR - EL NUEVO DÍA
Paseo al interior de la casa que sirvió de inspiración a Jorge Villamil, escenario para las interpretaciones de Silva y Villalba y esparcimiento del periodista Arnulfo Sánchez.

En una de las paredes de la casa Luna Roja permanece el manuscrito que el maestro Jorge Villamil Cordovez hizo sobre la pequeña villa, la misma que bautizó en homenaje y dedicatoria a dicha composición.

“Luna Roja que saliendo va en el llano. Se ve roja, porque arden los pajonales; va copiando la silueta de las palmas; ay, de las palmas en los verdes morichales”, dice la primera estrofa de Luna Roja.

Y es que esta casa estilo cafetero, es lo que muchos amantes al campo quisieran tener, y lo más importante, está llena de vida; cada rincón, cada habitación tiene su propia historia; sus balcones de madera tienen una espectacular vista que encanta a quien la conoce.

Esta hermosa construcción en el Cañón del Combeima, en el corazón de Villarrestrepo, es lo más cercano a una historia de hadas, pero no a un castillo inglés, o de Disneylandia, ni mucho menos alemán; no, una casa de hadas colombiana, reconstruida en la Capital Musical.

Cuenta su propietario, Camilo Alberto Ramírez Polo, que la casa fue hecha con retazos de una demolición. Las ventanas y puertas de madera con adornos de hierro, junto con algunas partes del techo y columnas, fueron traídas desde Pereira (Risaralda).

“Esta casa fue construida hace unos 20 años, cuando el periodista Arnulfo Sánchez López adquirió el lote, compró puertas, ventanas y madera de una construcción antigua en Risaralda y diseñó la casa. Las escaleras fueron hechas similares a las de la Casa del Florero en Bogotá.

“La demolición era de una casona de más de 80 años, y con el fin de tener un sitio para su recreación, Sánchez la trajo para Villarrestrepo; reutilizó los materiales y se inspiró en la cultura cafetera”, narró Ramírez Polo.

Luna Roja

En el Cañón, sobre una superficie de 500 metros cuadrados, ahora reside la familia Ramírez Sanjuan, la casa que fue el sitio de esparcimiento de Arnulfo Sánchez, hasta que guerrilleros de las Farc lo secuestraron el 22 de febrero de 2002.

En sus 250 metros cuadrados construidos está la vivienda de dos plantas; al ingresar a ella, se entra a otro mundo, un país de maravillas; la sala tiene infinidad de accesorios de caballería, sillas para montar, aperos, muebles de madera y una alfombra de piel bovina.

A la izquierda, la alcoba de los esposos Alberto y Marcela, el sitio más agradable del patrón de la casa, y que al igual que las demás habitaciones, cuenta con accesorios de su yeguada.

La cama es de madera y está arropada con una piel; a un lado cuelgan sombreros y carrieles de un perchero. Sobre la cabecera, el cuadro de la Inmaculada Concepción, otro de la Virgen de Guadalupe, un rosario de madera y un candelabro.

Marcela Sanjuan tiene servidas varias tazas de café, adivinando que la conversación acerca de la casa va a ser larga y amena. Llegando al comedor hay dos pequeñas habitaciones: en una de ellas, reposa una máquina de coser de pedal, según Marcela, la herencia de un amigo tras la muerte de su madre.

Al acercarnos al balcón, al otro lado de las habitaciones, uno de los presentes se santigua, pues acaba de pasar por el oratorio; un espacio con su altar y el pesebre vestido.

“Aparte de la belleza de Luna Roja, lo que me gusta es apreciar la belleza del oratorio; Arnulfo dedicó una parte de su casa a la oración, convirtiendo nuestro hogar en devoción y alegría. Tengo entendido que aquí se ofició eucaristías con el obispo de Ibagué, monseñor Flavio Calle Zapata.

“En el oratorio están las imágenes de la Virgen, de quien somos creyentes, y también está el pesebre, porque éste nunca debe terminar, ahí están los animales; es que la navidad debe ser una alegría permanente”, aseguró Carlos Alberto.

Luna Roja (Pasaje)

Luna Roja que saliendo va en el llano. Se ve roja, porque arden los pajonales; va copiando la silueta de las palmas; ay, de las palmas en los verdes morichales.

Cruza el viento arrastrando nubarrones; y humaredas que da la hierba quemada, y a lo lejos se oye el bramar de los toros. ¡ay, de los toros que pelean en los playones!

Luna roja ilumina mi camino; en las noches bellas noches araucanas; voy llevando tristezas en el alma, voy buscando un rumbo a mi destino. Y mañana al clarear de la alborada, cuando se oiga cantar las guacharacas; seguiré la ruta señalada, por senderos en un constante buscar; de unos labios que mintieron al besar.

A Arnulfo Sánchez, Angelita e hijos con mi aprecio les dedico mi canción. Julio de 2000

Solo naturaleza

Con un plato de brevas con arequipe, sentados en bancas de madera, admirando desde un balcón desde donde se ve todo el esplendor del Cañón del Combeima, Carlos Albero y Marcela cuentan sus vivencias en la casa que fue erigida entre 1995 y 2000.

“Hace cuatro años vivo aquí con mi esposa y he tratado de conservar lo que Arnulfo me vendió, en principio el nombre, porque para mí es un orgullo saber que la bautizó el maestro Villamil. Pero también estuvo el dueto Silva y Villalba grabando el video Soy Colombiano.

Segundos de silencio bastaron para escuchar el sonido del agua; una cascada frente a la entrada principal de Luna Roja, a pocos metros de un antiguo cementerio.

“Son los mejores vecinos, dice Alberto, refiriéndose al cementerio; son reservados, no nos cobran el cuido de la casa y no hacen ruidos ni nada.

“Mi casa no la cambio por nada, es como el cariño verdadero; el clima es agradable, incluso a las dos de la mañana se escuchan las mulas bajar de la cordillera; los arrieros dan ese toque de campo; y al salir al balcón en horas de la madrugada vemos imponente el Nevado del Tolima”, puntualizó Ramírez Polo.

Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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