La fe que movió montañas y renovó un templo

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En tiempos en que el catolicismo vive momentos de tensión debido a escándalos internos, en el Sur de Ibagué trabaja en silencio el sacerdote Arévalo junto con su comunidad, y con ese apoyo ha logrado un cambio total en la parroquia.

Hace 22 años Jorge Alberto Arévalo Alzate decidió empezar la vida sacerdotal, y en su pensamiento tenía claro ayudar a la comunidad y hacer crecer más la fe en el catolicismo; ese trabajo lo ha logrado hasta el momento, y uno de los ejemplos es la transformación con el templo del barrio Ricaurte.

Los líderes, feligreses y demás miembros de la parroquia Inmaculado Corazón de María son los testigos del crecimiento del templo, tanto en lo espiritual como en lo material, en este último aspecto los cambios son notorios y los que esperan son igual de grandes.

Sobre su éxito, el presbítero siempre agradece a Dios por las oportunidades, a la comunidad y a los benefactores, muchos creyentes de Ibagué, y otros extranjeros, quienes lo apoyan luego de que el sacerdote ofició un tiempo en el exterior y gracias su trabajo, ganó bastantes amigos.

El padre Arévalo, nacido en Armenia, llegó a Ibagué cuando tenía siete años, y cuenta que desde que llegó a la Capital Musical, siempre estuvo en su mente ayudar a las personas de la ciudad que lo vio crecer y convertirse en sacerdote.

Estuvo un buen tiempo lejos de Colombia, y el 6 de enero de 2014 llegó al barrio Ricaurte, para tomar las ‘riendas’ de la parroquia y seguir guiando a los feligreses del Sur de Ibagué.

“Desde que llegué vi las necesidades materiales que tenía la iglesia, hay que recordar que también hubo venerables sacerdotes que dejaron una huella imborrable en la comunidad, y a mí me correspondió un poco renovar el templo, ya que se necesitaba.

“Comencé en unión con la comunidad, con los grupos apostólicos, movimientos y evangelizadores, tratar de llevarlos para que tomaran conciencia de que el templo necesitaba una remodelación y desde ese instante unimos esfuerzos para trabajar”, cuenta el padre.

Lo primero que hizo fue renovar el bautisterio, en el que instaló una pila con fuente cuyas paredes cambian de colores, lo que, según cuenta el padre, ha llamado la atención de los fieles y ha servido para que las personas se motiven a llevar a sus hijos a cumplir uno de los sacramentos.

También logró cambiar el techo, debido a que la anterior tenía problemas y en ocasiones se entraba el agua, que dañaba sillas y otros elementos. El altar también fue remodelado, y los equipos de sonido actualizados con sonido de alta fidelidad, ya que los anteriores se quedaban, en plena homilía, en silencio.

Así logró el cambio

Con la confianza que le brindaron los líderes y la comunidad, y saber que empezaban a tomar sentido de pertenencia por el templo, el sacerdote inició con actividades como venta de sánduches, empanadas, tamales y otros alimentos.

“Tengo dos perros pastores alemanes, y una vez rifé unas mascotas para tener recursos; además, en las fiestas patronales hacemos bazares y viejotecas, y aprovechando el parque organizamos bingos, y traemos émulos de música popular, y así obtenemos dinero.

“No los he dejado descansar y ellos se han comprometido, contamos con unas 200 personas pertenecientes a comunidades de evangelización, juveniles, el Rosario de San José, la Legión de María, los grupos de catequistas, movimientos y grupos apostólicos y benefactores que han tomado conciencia de la necesidad de hacer las actividades”, agrega el sacerdote.

Lo que falta

Jorge Alberto Arévalo es consciente de que el trabajo nunca acaba y siempre hay que estar en la lucha para conseguir lo que se necesita, por ello tiene planeadas otra serie de actividades para invertir en el templo.

“Quiero continuar, porque hay cosas pendientes: el cambio de las bancas, el vitral del Inmaculado Corazón en la puerta de la iglesia, el sagrario, pero vamos con calma y a buen paso con los proyectos”.

Al final, indicó: “Agradecer a Dios la oportunidad que nos da de servirle, a los obispos que confían en el ejercicio de nuestro sacerdocio, a los líderes y presidentes de las JAC, quienes a lo largo del tiempo se han unido a nuestro trabajo”.

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EL NUEVO DÍA

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