Más de tres décadas en ‘La Mejor Esquina’

CATALINA SUÁREZ – EL NUEVO DÍA
Don Misael es considerado el tendero más antiguo del barrio 7 de Agosto en Ibagué. Ha logrado mantener su negocio por más de 30 años. Esta es su historia de vida.

Han pasado 35 años desde que Misael Hoyos Morales dejó Prado para vivir en Ibagué y tener un mejor bienestar con su familia; la ayuda de sus hermanos, quienes forjaban su futuro en la Capital Musical, fue determinante para que todo le saliera bien.

En su tienda, cuenta que un día fue a visitarlo una de sus hermanas que trabajaba con el Magisterio, y vio que su situación económica no era la mejor, le propuso que se fuera a vivir a Ibagué con su esposa Oliva, para buscar nuevas oportunidades.

Ella les dijo que si se decidían, que le avisara para buscarle un apartamento y luego estabilidad laboral, a los días arrendó en el barrio San Simón: “Como dice la gente, pelados, no teníamos nada”.

Otro hermano que laboraba en la Oficina del Trabajo, le ayudó para obtener su primer empleo: “Le dije a mi hermano Alirio, que le encargaba un trabajito, y me contactó con Jorge E. Castilla” (Jeca), a las dos semanas le avisaron que tenía una entrevista con el empresario.

El trabajo consistió en servir como capataz de la finca, allí se fue a vivir con su esposa y firmó un contrato indefinido; pero lo que no contaba don Misael era con los problemas que iba a tener con otro de los trabajadores de la hacienda.

“Él (Jeca), tenía un vacunador y el tipo me hizo la vida imposible, y por cualquier cosa, se creía el patrón, una vez había que correr una quebrada que cuando crecía derrumbaba parte de la peña; él le dijo a don Jorge que construyeran un muro.

“Días después me preguntó a mí, pues esa obra costaba para la época unos cinco millones, le comenté que para economizar se podía desnivelar unos cinco o seis metros del terreno y así el agua no ‘comía’ tanta tierra; lo hicimos y cuando el vacunador vio eso, se enojó.

Cuenta Misael Hoyos que esa idea fue generar más tensión; sumado a otro problema con el dueño de la finca enseguida a la de Jeca que no tenía bien cercado su predio y se cruzaban las vacas”.

 

Un nuevo rumbo

Misael decidió vender una parte de la tierra que le quedó en herencia y con ese dinero compró la casa donde vive en la actualidad, en el barrio 7 de Agosto, era una oportunidad para renunciar e iniciar con su propio negocio.

La casa le costó 700 mil pesos, por la tierra en Prado le dieron 600 mil y más los ahorros y lo que le quedó de liquidación, se llevó a su familia a la nueva casa, la misma donde hace 33 años vive.

“El 5 de febrero de 1986 llegué acá, era un sábado como las 4:30 de la tarde. Esto era un ranchito, por acá había un zaguán, una puerta que ya quité, y a los poquitos días puse un negocito con 70 mil que me quedaron, una cuñada me prestó un millón y así fuimos creciendo”.

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Alegrías

Son muchos los momentos de felicidad que ha vivido don ‘Misa’ con su tienda, pues gracias a ella le dio el bachiller a sus cuatro hijos, y cuenta con orgullo que pudo celebrarle los 15 años a su hija Lyda.

“Fue con mucho esfuerzo, pero bien celebrado, invité a la mayoría de vecinos, fue una borrachera y con comida hasta las 4 de la madrugada que nos echaron de un salón grande ubicado detrás del DAS, incluso Oliva tiene el video y cuando viene la familia lo vemos”.

Dice que con sus vecinos no ha tenido problemas, aunque muchos lo consideran ‘amargado’, “lo que pasa es que soy estricto, no soy ‘blandengue’, si yo presto algo, les digo para cuándo lo necesito, y si me quedan mal, pues no les vuelvo a ayudar”.

Esa además, una de las claves para llevar más de tres décadas en su oficio, ser correcto en las cuentas y evitar fiar.

“Al principio me puse a fiar y casi me dan en la nuca. Luego vi a esa misma gente subir a las casas con mercado y cuando se les acababa venían a pedir; les dije que me pagaran primero y cuando sanearon las cuentas y al saber cómo eran, pues no les di créditos”.

Finalmente, este, el tendero más antiguo del 7 de Agosto, cuenta que otra clave para mantenerse es tener paciencia y que no paga arriendo. También, los fines de semana vende tamales tolimenses, estos son preparados por su esposa, quien aprendió de la mamá y abuela.

Credito
ANTONIO GUZMÁN OLIVEROS

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