Por uno y por otro, porque fue mejor en el lugar más determinante del fútbol, cada área, y por su efectividad sobre el marco rival, el equipo madrileño derribó una serie de tres empates, ejerció presión sobre el liderato del Barcelona y se reencontró con su afición y con su estadio, donde no ganaba en la Liga desde el 1 de septiembre.
Un relanzamiento más cuantificable en el marcador o en la tabla que en el juego, tan práctico como reclamaba Diego Simeone en la víspera. Y una jornada más sin ganar, la quinta seguida, para el Athletic Club, que salió mandón al terreno de juego, pero jamás superó el golpe, en el minuto 28, del 1-0 en contra cuando era mejor en el césped.
Un alivio para el Atlético, por debajo hasta entonces de su adversario, y un golpe inesperado, inasumible después, para el Athletic, que defendió tan mal la jugada como lo hizo luego en otra opción de Correa y que se marchó al vestuario con la sensación de que había sido mejor en casi todo, menos en el gol y en la portería, los dos detalles más esenciales para lograr el triunfo.
Al Athletic le sirvió de poco la posesión ante un Atlético firme en defensa y peligroso en ataque. Koke, reencontrado con su gente después de los silbidos del martes, abrió el espacio para que Correa, de nuevo, entregara a Morata (64’) el gol y la sentencia de un triunfo tan reconfortante para el Atlético como frustrante para el Athletic.
Cifra
19 puntos completó el Atlético de Madrid en la Liga y alcanzó al líder, Barcelona, que le falta un juego.
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