¿Puede Colombia vivir un levantamiento social como el de Chile?

INTERNET – EL NUEVO DÍA
En el país prolifera la polarización y el Gobierno no ha centrado su discurso en interpretar las inconformidades de la sociedad civil.

La inminencia del paro nacional del próximo 21 de noviembre tiene a Colombia en un ligero estado de tensión por la sombra de la violencia que podría cubrir la movilización, que se ha convocado para rechazar algunas de las políticas económicas y sociales del presidente Iván Duque.

Entre los elementos que alimentan la tensión están las actuales situaciones sociales de países de la región latina como Ecuador, y en especial, Chile, cuyas masivas protestas a lo largo de ese territorio dejan, hasta el momento, 22 muertos y 2.200 heridos.

Al inicio de las protestas, hace ya casi un mes, se incendiaron estaciones de metro y buses, dejando daños por 300 millones de dólares. Y con el paso de las semanas, los saqueos a supermercados y empresas ha venido en aumento.

Es justamente este panorama el que las autoridades nacionales insisten en que no puede repetirse en nuestro país, pero ¿qué tan posible es que los alzamientos en Chile se repliquen en Colombia?

Para Germán Campos-Herrera, investigador de la Universidad Diego Portales, y quien actualmente vive en Chile, hay que tener en cuenta que en los casos de Chile y Ecuador, el descontento social y el posterior alzamiento, no tuvieron que ver con situaciones específicas como el desmonte de subsidios de combustible o el aumento del precio del tiquete del metro, sino con décadas de problemas relacionados con el costo de vida, y el acceso a beneficios sociales y económicos, por ejemplo.

Y aunque Campos-Herrera no afirma que el fenómeno chileno se vaya a replicar en Colombia, sí encuentra puntos en común en la situación de ambas naciones y es el descontento de la población con la manera en la que los gobiernos manejan sus expectativas con respecto a la atención de sus necesidades.

“La ciudadanía, los votantes, están demandando un rol más activo de los gobiernos y que estos puedan garantizar una mejor calidad de vida, por eso los eligieron en las urnas, pero no ven esa correlación en las decisiones que están tomando.

“Lo que vemos es que las élites están fallando en cómo están ejerciendo el poder y están fallando en las expectativas de sus votantes”, dice el experto y en ese sentido encuentra posibilidades de que sí pueda ocurrir algo similar en Colombia que en Chile, pero en mucha menor escala.

El analista dice que un elemento que le suma a esa posibilidad es que en el país prolifera la polarización, y que el Gobierno ha centrado su discurso mucho menos en interpretar las inconformidades de la sociedad civil.

Quién está en desacuerdo con la postura de Campos-Herrera es el analista político Ancízar Marroquín, quien destaca que aunque la convocatoria del 21 de noviembre tiene respaldo de varios sectores como el de los estudiantes y miembros de sindicatos, “no existe una propuesta clara y unificada sobre qué cambios se quieren hacer al modelo democrático del país”.

“El proceso de maduración de lo que frustraba a los chilenos duró años, al punto que se hizo desesperación y estalló. El Estado no está escuchando a la gente. Y aunque en Colombia pasa lo mismo, hay problemas de fondo muy similares, yo creo que es muy pronto para creer que puede pasar lo de Chile. No siento que en la sociedad colombiana esté tan cerca de ese punto de ebullición. Y el factor Venezuela contribuye a eso: desde Colombia vemos marchas masivas contra Maduro y él sigue en el poder”.

Marroquín añade que en Colombia no existe una organización que tenga planes concretos de cambio.

“Los que están logrando visibilidad son los estudiantes, pero sus peticiones se han centrado en que se le aumente el presupuesto a la educación, cosa que sí han venido logrando, pero más allá de eso no hay un movimiento organizado que tenga planes a largo plazo”.

El analista opina lo mismo de representantes de la izquierda política en el país.

“Una parte de la izquierda está representada en la figura de Gustavo Petro. Lo que yo interpreto es que hay un interés más electoral que otra cosa. Es una manera de mantenerse vigente de cara a las elecciones del 2022 y pasa lo mismo, que no hay una propuesta clara, fácil de comunicar y que busque un cambio radical de la democracia, concluye.

Credito
COLPRENSA

Comentarios