Irania Hernández, dos décadas de incansable veeduría ciudadana

Crédito: Hélmer Parra / EL NUEVO DÍA
Con persistencia irreductible, la presidenta de la Red de Veedurías del Tolima (Revisar) ha puesto la lupa sobre la gestión pública, aunque esto implique riesgos para su propia vida.
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En enero de 2001, cuando Irania Hernández, Luis Alberto Amaya, Félix Eduardo Martínez y otros valientes comenzaron a construir un veeduría ciudadana que cercara la escalada de corrupción en el Tolima, lo hacían con la plena conciencia de que surgirían situaciones adversas, pero no dimensionaban el tamaño del riesgo al que se enfrentaban. 

Al año siguiente, Luis Alberto desapareció en circunstancias misteriosas y, unos meses después, Félix Eduardo, el motor de la organización, fue asesinado en la puerta de su casa por dos sicarios en moto, presuntamente al servicio de políticos corruptos y cuestionados. El mensaje era claro: abandonen las investigaciones en marcha. 

El crimen amilanó a miembros y colaboradores de la Red de Veedurías del Tolima (Revisar), pero otros, como su presidenta, Irania Hernández, no se doblegaron y tomaron la decisión de seguir vigilando la gestión pública, no solo para continuar con el legado de rectitud y dignidad de Félix sino por reto propio.

“La berraquera y los conocimientos de Félix eran vitales para la veeduría, pero él decía ‘si me pasa algo, por favor no lo dejen ahí y continúen’. Entonces, en algún momento después de su asesinato, siendo eso un golpe muy duro, hubo personas que se retiraron, pero otro grupo dijimos ‘vamos a seguir’”, dijo Irania. 

Ni las amenazas recurrentes ni las decenas de demandas ni los apuros económicos han podido interrumpir los trabajos que Revisar, con Irania a la cabeza durante 20 años, ha emprendido para rastrear el manejo que las entidades hacen de los recursos públicos. Para ella, se trata de una especie de deber ineludible que como ciudadana debe cumplir.

“En este camino han ocurrido muchas cosas, pero se han asumido como retos. El ejemplo es cosa fuerte. Vengo de una familia donde teníamos un papá muy solidario, dado a las causas sociales, que nos forjó principios y valores. Con esa crianza, al enfrentarse a la vida, uno tiene una sensibilidad por las injusticias y se interesa por el bien común”, afirmó. 

Hacer veeduría no es fácil, entre otras razones, porque al poder y la administración pública no les gusta que los interpelen. “A ellos les sigue incomodando que las personas cuestionen. Son muy pocos quienes, estando en un cargo público, aceptan que los ciudadanos tenemos todo el derecho a preguntar y saber, y por eso no hacen expeditos los trámites”, comentó.

“A pesar de que la Constitución dice tantas cosas bonitas sobre la participación y la veeduría, los funcionarios no aceptan que el ciudadano de pie le haga una pregunta y mucho menos que vaya a auscultar el manejo de los dineros públicos”, agregó. 

En todo caso, han sido tantos los trabajos adelantados por Revisar en dos décadas de existencia que Irania, al preguntarle sobre el volumen de investigaciones que han realizado, dijo que perdió la cuenta hace bastante tiempo. Según indicó, gracias al apoyo de un grupo de profesionales, todas las denuncias han resultado certeras y, en buena parte, propiciado decisiones administrativas. 

La persistencia siempre ha sido un punto a su favor. Aún en los tiempos más complicados, como en el gobierno de Jorge Tulio Rodríguez, Irania ha tenido el aliento para continuar, pero cree que debe haber una labor de sensibilización para que cada vez más personas tomen conciencia de su rol como ciudadanos y la veeduría adquiera más vigor.

Y es precisamente la falta de acompañamiento de las entidades de control en esa tarea de sensibilizar, la razón por la que no acude a ellas. “Hace muchísimos años, por falta de apoyo real, decidimos no enviar cosas a los entes de control, lo hacemos en un caso excepcional, sobre todo si un grupo de personas nos lo piden, pero optamos por darle a conocer directamente a la  ciudadanía y en eso El Nuevo Día ha sido un aliado fundamental”, dijo.

Al preguntarle a Irania hasta cuándo continuará en la vigilancia ciudadanía, afirmó que aunque ya está visualizando el proceso para entregar las banderas y se han cumplido en buena parte los propósitos de la veeduría, que está constituida para un periodo de 50 años, por ahora seguirá poniendo el dedo sobre la llaga.

 

Trabajo en cárceles

Otra faceta de Irania tiene que ver con el trabajo con la población carcelaria. Hace por lo menos 15 años, incluso desde antes de que se sancionara la ley de Justicia y Paz, se le plantó la idea de querer ayudar en la convivencia y resocialización de las personas privadas de la libertad.

“Entré por primera vez a una cárcel para mediar conflictos, desde entonces empecé a mirar una serie de situaciones que no son coherentes con lo que hay afuera”, dijo Irania, quien reconoció que conciliar y reducir el consumo de drogas es una tarea compleja. “Pero si yo recupero uno solo, recupero una familia y recupero una parte de la sociedad”, puntualizó. 

“La cárcel es el reflejo de la sociedad. Es increíble pero la gran mayoría de personas que están ahí es porque les ha faltado mucho aquí afuera, uno encuentra todos los casos habidos y por haber, casos insólitos sobre los que uno se pregunta ‘cómo es que está viva esta persona’”, agregó. 

A través de tratamiento y prevención, ha buscado mitigar el consumo de sustancias psicoactivas en la población penitenciaria, pero, señaló, es un trabajo duro por los intereses y el dinero que se mueven adentro. Como sea, con la misma tenacidad que la distingue como veedora, ha demostrado capacidad de incidencia. Es más, cuando consigue que un patio reduzca sus infracciones, premia a los internos con una tarde de películas, por ejemplo.

 

DATO

La Red de Veedurías del Tolima (Revisar) fue creada con dos grandes propósitos: ejercer vigilancia sobre la gestión pública y trabajar con poblaciones vulnerables.

El veedor es una persona que tiene sensibilidad social; si tengo eso, me duele todo lo que pasa. Pero también hay que tener persistencia y objetividad

Desde el mismo día que iniciamos con la veeduría sabíamos que habría riesgos, pero los asumimos como retos, aún en los tiempos más difíciles

 
Credito
Redacción Generales

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