Muchos son los dichos que de una u otra forma enseñan a valorar y a escuchar los consejos de los mayores. Quizá uno de los más recordados es ‘más sabe el diablo por viejo que por diablo’ y es cierto.

Cuando se es joven se puede pensar y creer que el mundo está a nuestros pies. Que todo lo que hacemos está bien y que somos los que tenemos la razón, y por supuesto, los consejos y comentarios de las demás personas pueden resultar innecesarios y hasta fastidiosos, y si vienen de nuestros padres, con más razón.

Sin embargo, son ellos quienes en realidad tienen la experiencia necesaria para guiar el camino de sus hijos, de orientar sus decisiones y de decir lo que está bien o está mal. Lo importante es que ellos digan las cosas de la mejor manera y que los consejos no sean una imposición si no una mano amiga que oriente.

La experiencia de los años forma el criterio de las personas, y quien ha caído una vez, con seguridad sabe cuál es el camino a seguir para no caer dos veces. Por esta razón, cuando familiares cercanos mayores dan un consejo u orientación, es importante escucharlos, estar atentos a sus enseñanzas y aunque al final seamos nosotros quienes tomemos las decisiones, el escuchar diversas opiniones ayudará a tomar una mejor decisión.

Durante la adolescencia el criterio todavía está en formación, y ahora, con la cantidad de información que circula a través de las redes sociales, este criterio tiende a tener cientos de referentes para formarse y estos muchas veces no son los más indicados.

Aunque en las redes se puede encontrar todo tipo de información para resolver situaciones de la vida cotidiana, es mejor contar con una persona experta con la cual se mantenga un contacto directo y cercano. Es por esto que aunque los amigos, primos o compañeros de clase siempre te den luces para tomar alguna decisión, es mejor optar por contar con los consejos de los padres o familiares mayores.

La voz del experto: Dr. Camilo Cifuentes
Psicólogo especialista en jóvenes de la universidad complutense de madrid

Desde que la humanidad avanzó en el siglo XX, la brecha entre adultos y jóvenes se hizo más grande. Gran parte de esto se debe al consumo, ya que el mercado comenzó a hacer diferencias entre jóvenes y adultos y empezó a prestar atención a los jóvenes, que antes no representaban nada para nadie a menos que estuvieran en el entorno laboral. La otra situación que ha contribuido a que exista una gran distancia entre jóvenes y adultos es la forma en que la sociedad ha avanzado a partir de este mismo siglo. Los jóvenes cada generación nacen en circunstancias casi que completamente distintas a como nacieron sus padres y por tanto, lo que aplicó para estos ya no tiene cabida en las vivencias adolescentes.

Sin embargo, los grandes temas de la vida como el amor, alcanzar los sueños, reconocer quién se es, son preguntas y búsquedas que atañen a todo el mundo y que cada uno ha vivido con mayor o menor intensidad durante esta etapa de exploración de la vida.

Lo más interesante que los jóvenes pueden aprender de los adultos son sus anécdotas, que les sirven más que cualquier consejo o amonestación, primero, porque para los jóvenes escuchar consejos representa perder un poco de sí mismos y de su derecho a explorar, y segundo porque en muchas ocasiones los adultos han vivido en un mundo diferente al de hoy donde temas como la orientación sexual, el respeto a las razas e identidades culturales e incluso la forma de ver el mundo son tan diferentes y hasta pueden estar en cierto sentido “quedadas” de lo que espera y necesita un joven de hoy.

Es así como las anécdotas representan lo más interesante que le pueden dejar los adultos a los jóvenes y vale la pena escuchar. No habrá suficiente vida para cometer todos los errores posibles, así que aprender de los adultos y escuchar sus reflexiones sobre la vida son cosas que puede brindar una orientación sobre cómo continuar el camino y cuáles podrían ser las decisiones.